¿Un solo día en Beijing? Lo mejor para combatir el jet lag es madrugar para ver la izada de la bandera en la plaza de Tiananmén, centro simbólico del universo chino. Los puestos al sur de la plaza venden tentempiés para el desayuno. Luego, hay que situarse bien en la cola para entrar a la imponente Ciudad Prohibida, que abre a las 8.30. Se puede dedicar la mañana a visitar el palacio y algunas de las exposiciones de tesoros imperiales.
Después de almorzar unos deliciosos dumplings en Dūyīchù, nada mejor que un paseo por los hútòng y las calles comerciales del histórico barrio de Dashilar. Desde allí, hay un breve trayecto en metro o taxi hasta el parque del Templo del Cielo, donde maravillarse ante los templos de la dinastía Ming y descansar a la sombra de los cipreses.
Para cenar, se recomienda degustar un buen pato a la pekinesa en el Duck de Chine o en Líqùn Roast Duck Restaurant para saborear el plato más famoso de la ciudad. Después, se puede tomar un cóctel en el Apothecary o en el Migas Bar, en Sānlǐtún, el corazón de la vida nocturna de Beijing.