Esta ruta da protagonismo a la cultura tradicional y la belleza natural de Japón. Dedica varios días a Kioto y Kanazawa, conocida por su tradición culinaria y artística, y una semana por los Alpes Japoneses, con sus recónditos pueblos con onsen (baños de aguas termales).
Se pasan los primeros días en Kioto, explorando sus templos, santuarios y jardines. Conviene reservar tiempo para los que menos famosos y para una excursión a Nara. Kioto y Nara cuentan con excelentes museos nacionales. Al atardecer vale la pena pasear por el antiguo barrio de las geishas de Kioto.
Luego se toma el tren a Kanazawa, ciudad que rivalizó con Kioto en el plano artístico. Al encontrarse junto al mar, cuenta con un pescado y un marisco excelentes; también con una antigua tradición artesana y un gran parque ajardinado, el Kenroku-en. Kioto y Kanazawa son perfectos para comprar artesanía.
Hay que alquilar un coche para dirigirse a las montañas de Hida. Los pueblos de Shirakawa-gō y Gokayama son famosos por sus tejados de paja a dos aguas. En Ainokura, Patrimonio Mundial, se puede dormir bajo uno.
Se sigue hasta Takayama, pueblecito de estrechas callejuelas y casas de madera que ahora albergan galerías, destilerías de sake y tiendas. Para disfrutar del paisaje alpino, visítese Kamikōchi, y para disfrutar de un onsen (baño termal) rústico, el Shin-Hotaka Onsen.
Entre las especialidades de las montañas están los soba (fideos de alforfón), el buey, el hoba-miso (pasta de miso dulce en una hoja de magnolia) y las setas.
Desde aquí se sigue al este hasta Matsumoto, donde se encuentra uno de los mejores castillos de Japón, el Matsumoto-jō. Cerca de Nagano, la pintoresca Obuse, otra localidad de montaña bien conservada, alberga el Museo Hokusai. La ruta acaba en Nagano, con una visita al impresionante templo Zenkō-ji. En Nagano hay estación de shinkansen (tren bala), así que se puede seguir con el viaje o dirigirse al aeropuerto de Narita.
Esta ruta no es recomendable en invierno porque la nieve puede cerrar algunos puertos de montaña.