Si hay tiempo, no hace falta elegir entre los sinuosos valles de Capadocia y las playas; si se está dispuesto a pasar muchas horas en autobús, podrá verse todo.
Hay que seguir el itinerario “Turquía clásica” y añadir una parada extra en Behram-kale, un antiguo pueblo griego, o en Pérgamo, a los pies del teatro de la acrópolis grecorromana de Pérgamo.
Desde Éfeso se va a la costa sur del Egeo, al puerto para cruceros de Kuşadası, que ofrece excursiones de un día a las ruinas de Priene, Mileto y Dídima. Las dos antiguas ciudades portuarias y el templo de Apolo son un interesante extra a la visita a Éfeso. Se puede pasar un día o dos tomando calamares y cócteles en la península de Bodrum y cruzar el golfo de Gökova en ferri hasta la península de Datça. Las aldeas de pescadores y el agreste interior de montañas cubiertas de bosques de Datça y la vecina península de Bozburun son ideales para recorrer en ciclomotor o para descansar.
Siguiendo la costa mediterránea, en la bella Ölüdeniz hay que lanzarse en parapente desde lo alto del Baba Dağ (monte Baba; 1960 m) o bien tumbarse en la playa. Además, está muy cerca de la Ruta Licia, de 509 km. Se puede salir un día entero de excursión por la campiña y pasar la noche en Faralya, con vistas al valle de las Mariposas.
También en la Ruta Licia, la bonita plaza del puerto de la tranquila Kaş se anima todas las noches con los vecinos que van a disfrutar de la brisa, las vistas, los meze recién hechos y un par de cervezas. Uno de los cruceros más cautivadores de Turquía sale desde aquí, e incluye la ciudad licia hundida de la isla de Kekova. Desde Kaş se tardan 2 h en llegar a Olympos, famoso por sus llamas de quimera y sus casas en los árboles.
A 1½ h en autobús se halla la ciudad de Antalya. Su barrio romano-otomano de Kaleiçi, con una espectacular cadena montañosa como telón de fondo, merece un paseo. Para terminar, hay que tomar un autobús en dirección norte para dormir en una cueva de Göreme, tranquila base de operaciones para explorar Capadocia.