11 sorpresas europeas

Ópera de Oslo, Noruega
Mats Anda_Getty Images

Ciudades europeas que merecen una visita antes de que se pongan de moda

No son, de momento, los principales destinos turísticos de sus respectivos países, pero son ciudades que van cobrando fuerza y a las que merece la pena ir antes de que se pongan de moda. 

Desde capitales europeas relegadas por otras ciudades más turísticas, como Zagreb, la dinámica capital croata, hasta la tranquila Oslo; desde ciudades secundarias, como la griega Salónica, hasta la espectacular Dresde, la Florencia del Elba, o capitales de países casi desconocidos, como los bálticos y los balcánicos. Aquí va una selección de 12 joyas europeas.  

1. Zagreb (Croacia)

Museo de Arte Contemporáneo, Zagreb, Croacia

 Museo de Arte Contemporáneo, Zagreb, Croacia © xbrchx / Shutterstock

A la capital croata le hacen ‘sombra turística’ otras ciudades como Dubrovnik o Split, pero no hay que dejarse engañar porque Zagreb es un destino cultural fantástico por sí mismo, con una gran oferta de arte, música, arquitectura, gastronomía y muchas cosas más. Es una ciudad para pasear por las sinuosas calles de la antigua Ciudad Alta, sentarse en alguno de sus muchos cafés y tomar uno en Tkalcleava, disfrutar de sus museos y teatros y admirar el arte croata actual en el Museo de Arte Contemporáneo o en sus numerosas galerías. También hay una visita imprescindible a uno de los museos más originales del mundo: el Museo de las Relaciones Rotas, con miles de recuerdos de romances fallidos.

2. Oslo (Noruega)

Para ser la capital del país, Oslo es una ciudad muy discreta, pero perfecta para una escapada de fin de semana o una escala en cualquier viaje a los famosos fiordos noruegos. Oslo aspira a ser un centro cultural de referencia y ha puesto empeño: su frente marítimo se está transformando radicalmente con la magnífica Ópera de Oslo como emblema, imitando un glaciar flotante. La mayor parte de los puntos de interés están en torno a la calle principal, Karl Johans Gate, y todo está a un paso. Es una delicia conocer sus restaurantes, cafés y, sobre todo, sus museos (los hay absolutamente de todo).

3. Graz (Austria)

Torre del Reloj en el casco antiguo de Graz, Austria © Boris Stroujko / Shutterstock

Torre del Reloj en el casco antiguo de Graz, Austria © Boris Stroujko / Shutterstock

La capital de Estiria es la segunda ciudad más grande de Austria y también la más tranquila, aunque su vida nocturna es la más animada después de la de Viena. La UNESCO la ha calificado como “ciudad del diseño” por lo atrevido de sus nuevas construcciones, que contrastan con sus bien preservados edificios medievales, patios renacentistas y palacios barrocos. Graz es también famosa por su marcha universitaria, que la convierte en una ciudad animada y muy agradable para vivir. Para los visitantes la joya de la corona es el Universalmuseum Joanneum, un conjunto de museos fundado en 1811 (el más antiguo de Austria) que está repartido por 19 puntos de Graz.

4. Mons (Bélgica)

Mons empezó a figurar en todos los mapas de los viajeros europeos porque fue una de las Capitales Europeas de la Cultura en 2015. Para celebrarlo, abrieron cinco museos y se celebró el 125 aniversario del fallecimiento de Van Gogh con una exposición: Van Gogh au Borinage, que aún sigue abierta. Aunque fue el año perfecto para descubrir Mons, la ciudad conserva sus tres joyas clásicas: las minas neolíticas de sílex de Spiennes, el único campanario barroco de Europa y el festival popular de origen medieval Ducasse de Mons o Doudou, como se le conoce popularmente. 

5. Lyon (Francia)

Lyon, Francia © Stockbym/ Shutterstock

Lyon, Francia © Stockbym / Shutterstock

Siempre es una sorpresa descubrir las ciudades de provincia francesas porque rara vez defraudan. Lyon es una de las grandes capitales regionales, reinventándose continuamente con nuevos iconos, como Le Cube Orange, un extraño edificio naranja de oficinas similar a un queso suizo, y, por supuesto, el Musée des Confluences en un futurista cristal transparente de acero y vidrio. Para los clásicos, siempre se puede redescubrir el magnífico Museo de Bellas Artes, los mercados de la ciudad, el teatro romano, el profundo Viex Lyon, con sus pasadizos secretos de origen romano, y sus famosos bouchons (bistrós pequeños y acogedores donde probar los platos típicos de la ciudad), que son el origen de la gran capital gastronómica que es Lyon.

6. Salónica (Grecia)

Torre Blanca en Salónica © Mazur Travel / Shutterstock

Torre Blanca en Salónica © Mazur Travel / Shutterstock

Fuera del circuito arqueológico más clásico, Salónica es la ciudad más moderna y activa de la región, con los restaurantes y hoteles más caros del norte de Grecia. En Salónica se encontrará la mejor oferta gastronómica, cultural, comercial y de ocio después de Atenas, pero con una atmósfera más relajada y menos frenética. Como en toda Grecia, hay símbolos de una historia gloriosa por todas partes: la Torre Blanca, que preside un paseo marítimo lleno de cafés, los antiguos hammams, muchos convertidos en galerías de arte, y las murallas bizantinas, que culminan en Ano Poli (la parte alta) un barrio de viejas casas de colores y pequeñas iglesias bizantinas escondidas en estrechos callejones. Pero además, Salónica es una ciudad universitaria con montones de cafés, restaurantes y bares; una ciudad por descubrir.

7. Liubliana (Eslovenia)

La capital de Eslovenia logra ese difícil equilibrio entre tamaño y calidad de vida. Es lo bastante grande como para ser interesante y lo suficientemente pequeña como para recorrerla a pie, o mejor aún, en bicicleta. Se abusa del calificativo “joya” para definir pequeñas ciudades con encanto pero en este caso se ajusta como un guante: describe perfectamente las preciosas columnas, obeliscos y esferas del arquitecto Jože Plečnik que coronan prácticamente todos los puentes, fuentes y farolas de la ciudad. Liubliana es una de las capitales más verdes y tranquilas de Europa, con tráfico restringido en el centro, con muchos cafés con terraza en verano y con una vida estudiantil que se deja ver a cada paso. Dos consejos: pasear por la encantadora Stari Trg y asombrarse al pensar que esta bonita plaza está en medio de Europa, y deambular por los pubs a orillas del río en el casco antiguo y acabar en un club alternativo de Metlkova Mesto (una plaza fuerte militar ocupada durante los años noventa y convertida en comuna, la versión en miniatura del Christiania de Copenhague).

8. Gotemburgo (Suecia)

Universidad Tecnológica Chalmers, Gotemburgo, Suecia © KatrineAanensen / Shutterstock

Universidad Tecnológica Chalmers, Gotemburgo, Suecia © KatrineAanensen / Shutterstock

La segunda ciudad de Suecia no tiene la belleza y el encanto de Estocolmo, pero tiene gancho por sí misma. Los tranvías aún recorren sus calles flanqueadas por bellos edificios y cafés tradicionales de aire bohemio y, además, es la ciudad de la creatividad. Aquí es donde nacen muchas de las grandes ideas del país, los mejores talentos y los iconos de la música. En los distritos de Vasastan, Haga y Linné se encuentra a los diseñadores más modernos, que crean sus tejidos de comercio justo mientras los artistas callejeros maquillan fachadas olvidadas. Como ejemplo, la Roda Sten, una central eléctrica abandonada y cubierta de grafitos convertida en uno de los centros artísticos más de moda de Suecia, con cuatro plantas llenas de exposiciones temporales, un café indie con mesas junto al río, música en directo y eventos originales. Otro centro alternativo es el distrito de Mölndal, al sur de la ciudad, lleno de molinos y fábricas históricas que se ha convertido en un dinámico, aunque discreto, centro cultural, lleno de estudios de artistas, museos alternativos (como el Mölndal Stadsmuseum), mercadillos originales y cafés.

9. Oporto (Portugal)

Más industrial que Lisboa, pero tan bella e interesante como la capital portuguesa… Así es Oporto, la dinámica capital del norte que desde hace dos décadas ha experimentado un extraordinario renacimiento plasmado en el ajetreo de su metro y en el brillo del Museu de Serralves, de Álvaro Siza, y la Casa da Música, de Rem Koolhaas. Además, las líneas aéreas de bajo coste han hecho de Oporto un destino habitual de fin de semana y las calles de esta ciudad, antes decadente y nostálgica, se han llenado de visitantes. Oporto es la cuna del vino que lleva su nombre y cuyo comercio llenó sus calles de antiguas casas de comercio y majestuosos edificios estilo beaux arts. Pero ahora, es también una ciudad cada vez más cosmopolita, a la que llegan los mejores artistas mundiales de rock, jazz y música electrónica, donde levantan sus mejores edificios los grandes de la arquitectura portuguesa, como Álvaro Siza o Souto de Moura, y en la que el arte urbano del grafiti brilla por todas partes convertido en un lenguaje visual propio.

10. Riga (Letonia)

Plaza del Casco Antiguo de Ratslaukums en el centro de Riga, Eslovenia © Nick N A / Shutterstock

Plaza del Casco Antiguo de Ratslaukums en el centro de Riga, Eslovenia © Nick N A / Shutterstock

Pocos lo saben, pero la capital de Letonia tiene la mayor y más impresionante muestra de arquitectura art nouveau de Europa: más de 750 edificios de la capital lucen este exuberante y evocador estilo arquitectónico en las majestuosas avenidas que parten del núcleo del castillo. Basta con pasar una tarde haciendo fotos de las imaginativas fachadas del centro de Riga para descubrir su etérea mezcla de demonios chillando, deidades encantadas, flora descontrolada y diseños geométricos singulares. Además, el casco antiguo, corazón de la ciudad, es un reino de cuento de sinuosas callejas por donde hay que pasear sin rumbo. Después de perderse se descubre la verdadera esencia de la ciudad, que se puede completar con una visita al Centro Art Nouveau de Riga (y el consiguiente circuito a pie por este arte), una visita al mercado central y un paseo por Mieraiela, un barrio al norte de la ciudad donde se disfruta de la cultura moderna de cafés, vida nocturna y restaurantes.

11. Dresde (Alemania)

Desde Berlín es muy fácil llegar hasta Dresde, una de las grandes sorpresas para cualquier viajero que visite Alemania. Pocos perfiles urbanos hay tan impactantes como el de esta ciudad que, desde la orilla norte del Elba, se adivina ya majestuosa entre el mar de agujas, torres, cúpulas, palacios, iglesias e imponentes edificios; un paisaje que ya plasmaron artistas como el italiano Canaletto. La llamada Florencia del Elba fue bombardeada brutalmente en 1945 pero, sus edificios históricos fueron restaurados y hoy es una ciudad no solo bella, sino animadísima, con la única competencia de la noche berlinesa en toda la Alemania Oriental. Es fácil de recorrer porque los lugares de interés se agrupan en la compacta Alstadt (ciudad vieja) en la orilla sur del Elba. Desde allí se cruza el río para ir a la Neustadt, que no sufrió tanto en la II Guerra Mundial y que hoy es el distrito de marcha. Sus museos y palacios son increíbles y de visita obligada: el Albertinum, la ResidenzchLoss (Palacio Residencial) y los llamados “tres grandes”: el palacio Zwinge, la Semperoper (ópera) y la iglesia Frauenkirche. Y eso sin contar con el impresionante conjunto arquitectónico de la Terraza de Brühl,  los castillos del Elba en la ladera de Loschwitz, el barrio residencial de villas de Blasewitz y la ciudad jardín de Herellau. 

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