Archipiélago Tuamotu, TOP 7 del 'ranking' de regiones Best in Travel 2017

Texto por
Jean-Bernard Carillet, autor de Lonely Planet
Archipiélago Tuamotu, Polinesia Francesa
Jean-Bernard Carillet / Lonely Planet

6 pedacitos del paraíso en Tuamotu, Polinesia Francesa

La belleza de postal de la Polinesia francesa lleva siglos atrayendo a viajeros, y el relativamente recién descubierto Tuamotu es una de las joyas de este tesoro del Pacífico. Lejos del brillo y el glamour de la icónica Bora Bora, es muy distinto del resto de la Polinesia Francesa. Sus 77 fotogénicos atolones han evitado el desarrollo hotelero a gran escala y ofrecen una experiencia viajera diferente. Esta es una selección de seis refugios paradisíacos de esta cadena de islas.

1. Fakarava

Como un pícaro seductor, el atolón de Fakarava alberga muchas tentaciones: un surtido de pensiones con carisma (con la clásica terraza con vistas a una laguna), bellos tramos de arena sedosa y palmeras, grandes zonas de submarinismo y un ambiente muy relajado. El bonito pueblo de Rotoava es buen sitio para descubrir la vida del atolón. Se puede alquilar una bicicleta y visitar Plage du PK9, una playa de coral blanco y aguas turquesas de ensueño.

Archipiélago Tuamotu, Fakarava, Polinesia Francesa © © Mlenny Photography / Getty Images Fakarava, Archipiélago Tuamotu, Polinesia Francesa © © Mlenny Photography / Getty Images

Para los submarinistas, Fakarava es pura leyenda, como visitar un parque de safaris submarino. Con sus impresionantes inmersiones sin rumbo y su fabulosa vida marina, el Garuae Pass (Paso del Norte) es un enclave prototípico. Si al viajero le apetece una experiencia más sobrenatural, que se sumerja en el Tumakohua Pass (Paso del Sur), donde podrá ver cientos de tiburones grises (hasta 400 ejemplares en una inmersión). Un operador fiable es Dive Spirit, con servicio personalizado.

2. Ahe

Espectaculares arrecifes de coral, islotes prístinos rodeados de arena blanca y un ritmo de vida pausado hacen de Ahe el destino ideal para quienes busquen una experiencia local muy auténtica. Solo hay dos alojamientos y un pueblo, y relajarse es bastante fácil.

Archipiélago Tuamotu, laguna de Ahe, Polinesia Francesa © Sebastien Joly / Getty Images Laguna de Ahe, Archipiélago Tuamotu, Polinesia Francesa © Sebastien Joly / Getty Images

Ir de crucero por la laguna de Ahe es una de las mejores experiencias de Tuamotu y, además, se puede nadar y practicar buceo con tubo en lugares que de otro modo son inaccesibles. Solo hay que ponerse unas gafas de buceo, desplazarse suavemente sobre el coral de mil colores y prestar atención para ver algún pez ángel delicado, alguna tortuga curiosa o imponentes mantarrayas. De vuelta a tierra firme, es buena idea visitar Motu Manu, el único bosque nativo que queda en Tuamotu, aprender a cultivar perlas negras de Tahitó en la granja de perlas o relajarse en la terraza del bungaló con un cóctel. Quien ya sienta la tentación puede reservar su estancia en Cocoperle Lodge, con una impresionante ubicación en la playa.

3. Tikehau

El encantador y apacible Tikehau es un paraíso sencillo. Nadar y tomar el sol en una playa de tonos rosados y dorados quizá sea suficiente para la mayoría de viajeros, pero los más intrépidos pueden practicar submarinismo, kayak y buceo con tubo. Submarinistas avezados y principiantes tienen a su disposición excelentes zonas de buceo cerca del extraordinario Tuheiava Pass, a unos 30 minutos de Tuherahera, el único pueblo del atolón. Diving Safari Tikehau es un operador de submarinismo recomendable.

La laguna ofrece excelente buceo con tubo y submarinismo en La Ferme aux Mantas, una estación de limpieza donde los pececillos desparasitan a las mantarrayas.

Archipiélago Tuamotu, Tikeau, Polinesia Francesa © Max shen / Getty Images Tikeau, Archipiélago Tuamotu, Polinesia Francesa © Max shen / Getty Images

Si el viajero desea visitar Tuamotu con estilo, Tikehau es su destino. Cuenta con una buena oferta de alojamiento y un par de resorts selectos. Se puede reservar un bungaló en Ninamu o en Tikehau Pearl Beach Resort, ambos con vistas a preciosas aguas turquesas. Todos los alojamientos organizan circuitos en barco a parajes idílicos de la laguna, incluido Motu Puarua (una isla de aves), parques de peces y playas de arena rosada.

4. Mataiva

El cautivador atolón de Mataiva tiene todos los prerrequisitos de una escapada idílica, con un bonus extra de cultura. Con tan solo un pueblo, dos pensiones familiares y una infraestructura limitada este pequeño atolón es un sueño hecho realidad para quienes busquen tranquilidad. La fina playa que bordea la laguna regala una imagen espectacular: las aguas, de color turquesa y verde esmeralda, acarician una playa coralina de arena blanca en forma de una medialuna perfecta. Es ideal para tomar el sol, ir de pícnic y nadar.

Archipiélago Tuamotu, Mataiva, Polinesia Francesa © julien boissieres / 500px Mataiva, Archipiélago Tuamotu, Polinesia Francesa © julien boissieres / 500px

Las pensiones ofrecen actividades que van desde cruceros por los motu (islotes) y buceo con tubo, kayak y pesca. También es posible hacer submarinismo a pequeña escala con Mataiva Plongee. Quienes disfruten con la cultura pueden visitar Marae Papiro, uno de los pocos yacimientos arqueológicos de Tuamotu. Cuenta con una plataforma sagrada tradicional construida sobre un bloque de coral en una zona de cocoteros junto a un bonito tramo de playa.

5. Makemo

Cuando la avioneta se aproxima a la laguna turquesa y a la pista de aterrizaje del diminuto aeropuerto, el viajero sabe que ha llegado a uno de los destinos más vírgenes e incomparables de Tuamotu. Makemo no tiene hoteles ni resorts, tan solo una sencilla pensión, Relais Scuba Makemo, en la linde sur de Pouheva, el único pueblo del atolón. La regenta un instructor de submarinismo que, además, organiza inmersiones personalizadas cerca del Arikitamiro Pass, a un corto trayecto en barco desde Pouheva.

Archipiélago Tuamotu, Makemo, Polinesia Francesa © © Bildagentur Zoonar GmbH / Shutterstock Makemo, Archipiélago Tuamotu, Polinesia Francesa © © Bildagentur Zoonar GmbH / Shutterstock

Los marineros de agua dulce no deberían perderse los paseos en barco a Motu Napahere. Este islote desierto es ideal para organizar un pícnic con barbacoa. En la punta este del atolón está Pohue, una zona de la laguna que debe de ser el enclave más paradisíaco de la Polinesia para nadar y practicar buceo con tubo (¡y eso es decir mucho!). En este lugar la laguna brilla con todos los tonos del azul, del lapislázuli al turquesa; pura maravilla.

6. Aratika

Si el viajero siente la necesidad de vivir aventuras fuera de los circuitos más turísticos, que viaje a Aratika, un lugar donde los visitantes son una rareza. Este precioso atolón posee todo lo que uno imagina en una isla paradisíaca, y sigue siendo uno de los secretos mejor guardados de la Polinesia Francesa.

Archipiélago Tuamotu, Aratika, Polinesia Francesa © Jean-Bernard Carillet / Lonely Planet Aratika, Archipiélago Tuamotu, Polinesia Francesa © Jean-Bernard Carillet / Lonely Planet

El buceo con tubo es la actividad número uno. La prístina y extensa área marítima ofrece oportunidades incomparables para ver tiburones, mantarrayas y una sorprendente variedad de peces tropicales. La pesca es otra actividad con mucho éxito. Muchos viajeros la visitan para jugar al escondite en la playa de coral que hay frente a los bungalós donde se alojan. Es posible reservar plaza en la Pension Oterekia, el único alojamiento de la isla. Sus sombreadas terrazas tienen bonitas vistas a la arena blanca y a la laguna turquesa. Los bungalós son sencillos, están construidos con hojas de cocoteros y otros materiales naturales. La guinda del pastel son los kayaks y las bicicletas que los clientes tienen a su disposición.

 

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