El Albayzín es un pueblo dentro de la ciudad, un escenario atemporal donde leyenda e historia se dan la mano. Laberínticas y enrevesadas, sus callejuelas se abren de pronto en minúsculas plazas como privilegiados miradores a la Alhambra. De piso empedrado y fatigosas pendientes, conserva un ambiente bohemio donde visitantes y nativos se mueven por su blanco entramado de aire morisco.

Lo mejor en un día

Un paseo por la calle Santa Isabel la Real permite ver su convento homónimo y el palacio de Dar al-Horra, la casa de la madre de Boabdil. Desde aquí, tras ver la Casa Museo Max Moreau, se llega a la Puerta Nueva, conocida también como arco de las Pesas, una de las puertas de la muralla del s. XI.

Tras un tentempié en Bar Aixa, se puede curiosear por el mercado de verduras de la Plaza Larga. Desde la plaza de Aliatar, se llega a la parroquia del Salvador y a la actual mezquita, con vistas a la Alhambra.

En el callejón de las Tomasas, se encuentra el aljibe del mismo nombre. Solo unas escaleras lo separan del mirador de San Nicolás, punto de encuentro al atardecer y preámbulo de una cena temprana en Las Estrellas de San Nicolás, desde cuyos balcones se domina la Alhambra iluminada. Si aún quedan fuerzas, los Jardines de Zoraya programan excelentes espectáculos de flamenco.