San Sebastián es una ciudad entregada a los placeres de la vida. Se empieza con un poco de cultura matutina en el San Telmo Museoa, que muestra la identidad vasca a través de exposiciones a veces poco cohesionadas pero siempre fascinantes. Si no, se puede visitar el excelente acuario de la ciudad. A continuación, se sube hasta la cima del cercano monte Urgull para disfrutar de unas vistas panorámicas memorables.
Para almorzar se puede disfrutar de copioso pescado frito junto al puerto u otra vez de los legendarios pintxos de la Parte Vieja. Si el calor aprieta, es hora de ir a la playa. Si se busca glamour, hay que ir a la playa de la Concha, y si se buscan olas, a la de Gros.
Para cenar hay que ponerse elegante (y reservar con mucha antelación) para una comida inolvidable en el Arzak, que, con tres estrellas Michelin, es uno de los mejores restaurantes del mundo.