A pesar de ser una tierra tan agreste y maravillosa, la mayor parte de Islandia es muy compacta. La clásica ruta por la carretera de circunvalación pasa por los puntos de interés más populares y con un poco de tiempo extra se le puede añadir un sinfín de aventuras.
Se empieza en Reikiavik, la animada capital, y después se sigue la ruta en el sentido de las manecillas del reloj. Se para en Borgarnes, con su Settlement Centre, sus puntos de interés y deliciosos restaurantes. Se sigue hasta Stykkishólmur, una adorable aldea con vistas a una bahía salpicada de islotes. Si se dispone de más tiempo, desde aquí se puede hacer un desvío a la península de Snæfellsnes. En cualquier caso, hay que reincorporarse a la carretera de circunvalación, de la que se vuelve a salir para explorar los bonitos pueblos y los paisajes costeros de la península de Tröllaskagi antes de llegar a Akureyri, la capital oficiosa del norte del país. La región de Mývatn es un tesoro geológico y en Dettifoss se siente el poder de la naturaleza. En dirección este, un desvío lleva a Borgarfjörður Eystri, donde en verano abundan los frailecillos. Se descansa en Seyðisfjörður y luego se continúa el largo trayecto por el este entre fiordos de ensueño.
Se para en Höfn a comer cigalas y montar en motonieve para descubrir el extenso campo de hielo Vatnajökull. Visítese la laguna glaciar de Jökulsárlón o la vecina Fjallsárlón, donde gigantescos témpanos se desprenden de los glaciares y flotan hasta el mar. Skaftafell invita a una excursión; después se puede ir al sur, cruzando los campos de lava llenos de musgo y grandes deltas fluviales hasta Vík, con su fantástica playa de columnas basálticas y sus acantilados llenos de frailecillos. La excursión de Skógar a Þórsmörk visita un verdísimo valle interior. O continúese hacia el oeste por la carretera de circunvalación para ver las cascadas de Skogafoss y Seljalandsfoss y recorrer el Círculo Dorado: Gullfoss, Geysir, la grieta continental y la antigua sede del Gobierno en el Parque Nacional de Þingvellir. De regreso a Reikiavik se pasa el resto de los días charlando con lugareños, ya sea en las piscinas de aguas calientes o en los bares.