Los tres volcanes activos de Sicilia, el Etna, el Vulcano y el Estrómboli, son el espectacular telón de fondo de esta ruta por el noreste de la isla. Se parte de Catania, construida sobre la lava de la erupción de 1669. La primera parada lógica es el volcán que causó el desastre, el Etna. Según cuenta la Odisea, desde lo alto de él, los cíclopes lanzaron piedras a Ulises durante su huida, que aún pueden verse en la Riviera Dei Ciclopi, donde los pueblos pesqueros tradicionales se han convertido en destinos de veraneo. Desde allí hay que rodear el lado oeste del Etna pasando por Paternò, Biancavilla, Bronte y Randazzo, y seguir en dirección norte hacia Milazzo, donde se toma un ferri a Lipari, la mayor de las Eolias. Tras descubrir el ardiente pasado del archipiélago en el Museo Archeologico de Lipari se puede ir a la verde isla de Salina, cuyos conos volcánicos gemelos (y extinguidos) conforman uno de los paisajes más armónicos de Sicilia. Quienes busquen algo más activo pueden subir a la humeante Fossa di Vulcano, con un cráter que emana vapores de azufre y burbujeantes lodos, o bien escalar el “faro del Mediterráneo”, el Estrómboli, una lámpara de lava eterna cuyas erupciones iluminan continuamente la noche.
Humo y fuego: la Sicilia volcánica
