Esta ruta que atraviesa la zona de los fiordos y se desvía hasta llegar al techo del país es una de las más pintorescas de Europa. Hay que llevar vehículo propio y dedicarle el máximo de tiempo posible.
Se parte del extremo sur, en Stavanger. Tras pasar allí un día o dos, puede hacerse una excursión de un día a Lysefjord, que incluye el ascenso a pie al emblemático mirador de Preikestolen (el Púlpito). Una jornada por carretera hacia el norte conduce al Hardangerfjord y unos pueblos que uno nunca querrá abandonar, como Utne y Eidfjord. Se puede pernoctar en este último y seguir hacia Flåm; si queda gasolina, en la encantadora Aurland pueden pasarse un par de noches en un paraje extraordinario. Se continúa hacia el norte hasta la bonita Solvorn, en el Lustrafjord, y después por la carretera de Sognefjellet, que cruza el Parque Nacional de Jotunheimen. Se pasa la noche en Lom, con su iglesia de madera. Luego se cruza el incomparable Geirangerfjord, donde se asciende por una impresionante carretera de montaña (la Trollstigen), se baja a Åndalsnes y se sigue la costa hasta la apacible Ålesund.