Polonia occidental es una región que a lo largo de los siglos ha sido objeto de acaloradas disputas territoriales entre Polonia y Alemania. Wrocław, con su eficiente red de transportes, es un buen punto de partida. Es la antigua ciudad alemana de Breslau, cuya arquitectura conserva un gusto germánico con un toque polaco. Tras la II Guerra Mundial, Wrocław fue repoblada con refugiados provenientes de los territorios de Polonia oriental, lo que dotó a la ciudad de una mayor dimensión étnica.
Desde aquí, vale la pena continuar hasta Poznań, un próspero enclave comercial con una embriagadora mezcla de negocios y placer, esto último acentuado por su numerosa población universitaria. Fue aquí donde un milenio atrás se forjó el Reino de Polonia.
Tras visitar Poznań, la deslumbrante localidad gótica de Toruń espera al viajero. Se llega hasta ella tras un breve trayecto en autobús o en tren, y es conocida por su bellas estructuras de ladrillo rojo y sus galletas de jengibre. La ruta concluye en Gdańsk o Szczecin (esta última en claro contraste con la belleza arquitectónica del resto de las ciudades visitadas).