Polonia es un país enorme con mucho para ver, de modo que los viajeros con tiempo limitado tendrán que configurar su itinerario cuidadosamente. Quienes visiten el país por primera vez, no deben perderse la capital, Varsovia, ni Cracovia. Para un viaje de una semana, se pueden dedicar tres días a cada una y un día para desplazamientos.
Varsovia es una espléndida mezcla donde confluyen el estilo soviético de posguerra y la arquitectura barroca y renacentista de su casco antiguo, hoy restaurado.
Se recomienda reservar como mínimo un día para visitar museos, en concreto el del Levantamiento de Varsovia, el de Chopin o el de la Historia de los Judíos Polacos.
Varsovia es el polo opuesto de Cracovia, antigua capital real de Polonia. Si la primera es una urbe moderna revestida de elementos antiguos, la última es justo lo contrario. Se puede pasar un día visitando el casco antiguo y el castillo de Wawel, dedicar el segundo al antiguo barrio judío de Kazimierz y el tercero hacer una excursión a las minas de sal de Wieliczka (si se viaja con niños) o al museo y monumento conmemorativo de Aschwitz-Birkenau.