Bienvenidos a Irlanda
Un pequeño país con una gran reputación: paisajes imponentes y un pueblo fascinante y amable, cuya naturaleza lírica se expresa en la calidez de su acogida.
Un maravilloso paisaje
Todos los rumores son ciertos: Irlanda es una preciosidad. Los irlandeses necesitan poco para proclamar su tierra la más bonita del mundo, y respaldan dicha afirmación con la inquietante soledad de Connemara, la espectacular naturaleza de Donegal o el famoso paisaje de los condados de Kerry y Cork. Irlanda del Norte está en otro país, sí, pero es más o menos la misma tierra y la belleza lo inunda todo, desde las montañas de Mourne hasta los lagos de Roscommon, y su paisaje estrella en la costa de Antrim.
Rico patrimonio histórico
La historia está por doquier, desde los imponentes monumentos de la Irlanda prehistórica en Brú na Bóinne, Slea Head en Kerry y Carrowmore en Sligo, hasta las fabulosas ruinas del rico pasado monástico irlandés en Glendalough, Clonmacnoise y Cashel. La iniciativa turística más reciente, Ireland’s Ancient East, se basa en el rico patrimonio del país. Capítulos más recientes son la Titanic Experience de Cobh y la cárcel de Kilmainham, en Dublín. Existe además un pasado que aún se considera presente y puede experimentarse en una excursión en un taxi negro por el oeste de Belfast o con un paseo por los murales políticos de Derry.
Un pozo cultural
Afirmar que Irlanda tiene un excedente cultural resulta casi manido. Sus fuertes están en los ámbitos de la literatura y la música, en los que Irlanda se ha superado a sí misma, pero el país cuenta con representación en muchos otros campos. Vaya donde vaya, el viajero descubrirá abundantes expresiones culturales. Podrá asistir en Dublín a representaciones de la obra de un literato, presenciar una ‘sesión’ de música tradicional en un pub del oeste o bailar electrónica en una discoteca de Belfast. En verano hay festivales de todo tipo.
Un cálido recibimiento
En el avión y durante los desplazamientos es fácil oírlo: tá Fáilte romhat (“muy bienvenido”), o el más famoso céad míle fáilte(“cien mil veces bienvenido”). La cordialidad irlandesa es un cliché, una simplificación a de un carácter infinitamente complejo, pero los autóctonos son, no obstante, cariñosos y acogedores. No es solo altruismo, ya que la comodidad que buscan es la propia: un irlandés no puede estar tranquilo en compañía de quien no lo está. “Cien mil veces bienvenidos” parece excesivo, pero en Irlanda se fomenta el exceso, practicado con moderación.
Por qué me gusta Irlanda
Fionn Davenport, autor
Me gusta mucho esa informalidad sin adornos de Irlanda, basada en la suposición implícita de que la vida es una batalla confusa en la que todos, sin importar nuestro origen ni nuestro credo, tenemos que manejarnos como mejor podamos. Todos estamos en el mismo barco, contra viento y marea, así que lo mejor es ser civilizados y compartir, siempre que se pueda.