La capital de Estonia, Tallin, más allá del casco antiguo

Texto por
Tatyana Leonov, autora de Lonely Planet
Casco antiguo de Tallin, Estonia
SeanPavonePhoto / iStockphoto / Getty Images

Tallin, Best in Travel 2018

El tremendamente pintoresco casco antiguo de Tallin, la capital estonia, es una de las principales atracciones de la ciudad. Iglesias con agujas que dibujan el perfil urbano, plazas animadas, calles sinuosas y bonitas casas de mercaderes compiten con las murallas medievales de la ciudad por la atención del visitante. 

Puntos de interés como la Plaza del Ayuntamiento, el Castillo de Toompea (hoy sede del parlamento estonio), y la catedral ortodoxa Alexander Nevsky son indispensables, pero si uno se aleja de los confines del trillado casco antiguo, descubrirá que en Tallin hay mucho más por explorar.

 

Estonia

 

Divertirse con los lugareños en Kalamaja

Antiguo barrio obrero lleno de casas históricas de los años veinte y treinta, Kalamaja se ha reinventado por completo. Hoy sus casas bien conservadas se codean con bares bohemios, cafés de diseño, boutiques y acogedoras galerías. La Telliskivi Creative City –el núcleo artístico de Tallin– está aquí. Lo que antaño fuera una colección de edificios maltrechos se ha restaurado para transformarse en un conjunto de tiendas y galerías de arte, restaurantes y locales de ocio.

 

Telliskivi Creative City, en Kalamaja © Andrew Bain / Getty Images Telliskivi Creative City, en Kalamaja © Andrew Bain / Getty Images

De paseo en Kadriorg

Kadriorg es un bonito barrio al este del centro que destaca por su bello palacio y su parque. Los días soleados uno podría pasar horas paseando por el cuidado parque Kadriorg antes de visitar el palacio Kadriorg, construido por Pedro el Grande para Catalina I. Es buena idea aprovechar para pasear por el resto del barrio y admirar las magníficas villas de madera de los ss. XIX y XX, o ir a ver la gran colección de arte estonio del excelente museo de arte Kumu.

 

Bajo tierra en Tallin

Por debajo del cerro Harju y el cerro Linda, en la linde de Toompea, se halla un mundo oculto, los Bastion Passages. Estos túneles subterráneos se construyeron durante la década de 1670, cuando Tallin estaba bajo dominio sueco, para proteger la ciudad de los ataques rusos. Quedaron abandonados hasta la II Guerra Mundial, cuando se usaron como refugios antiaéreos, y hoy pueden visitarse como parte de un circuito (reservas en Kiek in de Kök). Lo más fascinante es que no son los únicos túneles de Tallin: hay otros por toda la ciudad, y uno de ellos fue descubierto en el 2003.

 

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Alquilar una bicicleta

Si al viajero le gusta pedalear, en Tallin abundan los carriles-bici, y es bastante fácil desplazarse por la ciudad en bicicleta. Los circuitos ciclistas ofrecen un itinerario estructurado, con paradas en puntos de interés que, de visitarse a pie, consumen mucho tiempo. Algunos de estos puntos son el parque Kadriorg y el palacio Kadriorg, la antigua prisión de Patarei (pero solo el exterior, ya que el recinto de la prisión ya no se puede visitar), la playa de Pirita y el palacio Presidencial. Si uno prefiere ir por su cuenta, puede conseguir planos y detalles de la ruta en cualquier punto de información turística.

 

Ciclistas en la playa de Pirita, Tallin © robertharding / Getty Images Ciclistas en la playa de Pirita, Tallin © robertharding / Getty Images

De bares por Tallin

Al caer la noche, Tallin cambia de personalidad. En la ciudad hay muchos bares, pero merece la pena alejarse de la turística plaza del Ayuntamiento. Aunque es bastante conocido, Koht bien merece una visita por su selección de cervezas artesanales, mientras que Tops, en Kalamaja, es un bar moderno y un buen sitio para saciar el hambre con auténtica comida estonia, como ensaladas de patata y sándwiches de espadín, servidos a diario. Para escuchar jazz blues en directo se puede ir a Philly Joe’s Jazz Bar. Que nadie se corte para iniciar una conversación, un tercio de los estonios aseguran hablar inglés con fluidez.

 

Un safari gastronómico

Que el viajero se prepare para una aventura gastronómica, porque Tallin ofrece mucho más que la comida típica estonia. Si uno se mezcla con los lugareños, alejándose de las zonas más turísticas, podrá gozar de un brunch de domingo en cafés como NOP y Boheem. La cocina nórdica moderna de restaurantes como Ö y Noa atrae a la clientela más moderna, mientras que F-Hoone eleva la comida de pub a otro nivel. Sean cuales sean las particularidades dietéticas de cada uno, siempre habrá un sitio en el que estará bien atendido: Kivi Paber Käärid (piedra, papel, tijeras), por ejemplo, sirve comida sin gluten. Y quien desee probar los contundentes platos típicos estonios encontrará carne a la parrilla, sedosos patés, panes negros y abundantes patatas en casi todos los locales del casco antiguo.

 

Un filete tártaro en F-Hoone © ERaySnaps / Shutterstock Un filete tártaro en F-Hoone © ERaySnaps / Shutterstock

La costa de Tallin

La costa de Tallin está salpicada de playas y paseos, y cada rincón de su tramo panorámico merece una visita. La playa de Pirita es la más grande y popular de Tallin, mientras que la de Russalka es un apacible enclave de arena próximo al monumento al Russalka en Kadriorg. Por otra parte, la playa de Stroomi suele ser popular entre las familias.


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Cómo llegar a Tallin

A Tallin se llega fácilmente en avión desde casi todas las capitales europeas, con aerolíneas como airBalticeasyJet y Ryanair. El aeropuerto internacional Lennart Meri está a solo 4 km del centro de la ciudad; en taxi se tardan 10 min. La estación principal de trenes y el puerto de Tallin están ambos a un paseo del casco antiguo de la ciudad.

 

 

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