La última cena de Leonardo da Vinci y la Basilica di Sant’Ambrogio son los atractivos de estas arboladas calles, pero hay mucho más. La bolsa de Milán está en Piazza degli Affari, de ahí las tiendas de lujo de Corso Magenta. Al sur y al oeste el ambiente es más informal con los estudiantes de la Università Cattolica.

Una pasta en el histórico Marchesi señala el inicio de la jornada. Luego se va al Museo Nazionale Scienza e Tecnologia para admirar maquetas de artefactos bélicos de Leonardo. Es hora de hacerse con un panino gourmet en De Santis mientras se decide la próxima parada: la tumba de san Ambrosio en la basílica más importante de Milán o los divinos frescos de Bernardino Luini en la Chiesa di San Maurizio. Con la entrada vespertina para La última cena a buen recaudo, se puede saborear una copa de vino en Ricerca Vini o Bottiglieria Bulloni antes de admirar el magistral mural de Leonardo da Vinci en el refectorio de la Basilica di Santa Maria delle Grazie.