Pǔdōng es uno de esos sitios que los visitantes ya conocen de nombre antes de poner el pie en Shanghái. En solo 25 años, el barrio ha pasado de ser unas tierras de cultivo pantanosas a convertirse en el centro neurálgico de la economía china, donde los trenes Maglev se deslizan hacia un universo de rascacielos y gente trajeada. Los altísimos miradores y buenos museos hacen que la visita merezca la pena.

Lo mejor en un día

No hay mejor forma de empezar el día en Pǔdōng que en el Museo de la Historia de Shanghái, que explora el pasado de la ciudad de forma amena e interactiva. Tras empaparse de historia, hay que almorzar en el cercano South Beauty.

A tres paradas de metro (línea 2) está el Museo de Ciencia y Tecnología. A los niños les interesará el museo, pero la mayoría de la gente va hasta allí por el mercado de moda y regalos AP Xīnyáng, el mercado más grande de la ciudad, que también tiene perlas y una sección de telas y sastrería.

Hay que subir a un mirador antes del anochecer. Los hay en lo alto de varios rascacielos; los mejores son la torre de Shanghái, el Shànghǎi World Financial Center y la torre Jīnmào. Otra opción es tomar una copa con vistas impresionantes en Flair.