Desde el extremo norte hacia el sur, viajando hasta la mitad de las islas, he aquí una muestra de lo mejor de Nueva Zelanda.
Se empieza en Auckland, con sus restaurantes y bares, galerías y boutiques, playas y bahías. Para los menos urbanitas, a pocas horas hacia el norte está la bahía de las Islas, donde se pueden pasar un par de días de descanso y diversión.
Se va al sur a Rotorua, un rincón geotermal único: géiseres, pozas de barro, fumarolas volcánicas y cultura maorí estimulan todos los sentidos. Más al sur, Taupo cuenta con cráteres irregulares y los lagos Emerald del Tongariro National Park en las cercanías. Se puede practicar excursionismo, ciclismo de montaña o paracaidismo y bajar después a Wellington, pequeña y moderna ciudad con un desbordante panorama artístico.
Se cruza el estrecho de Cook para comprobar la fama de la región vinícola de Marlborough. Cerca están las silenciosas e hipnóticas ensenadas, las montañas y canales del Marlborough Sounds. Siguiendo hacia el sur, se puede llegar hasta Christchurch y disfrutar de la hospitalidad sureña en una ciudad que se ha reinventado a sí misma.