La fiebre del oro está viva en la ciudad más floreciente deNigeria, puntal económico y cultural del país gracias a los ingresos del petróleo. La escena artística y musical se prolonga hasta después del alba; imprescindible zambullirse en ella si se visita Nigeria.
Cuesta creer que la tercera ciudad más grande de África fuera en su día una aletargada aldea de pescadores yoruba sita en un sistema de lagunas, de ahí que los portugueses la llamaran Lagos cuando llegaron a la zona.