Una pequeña ciudad de postal que da la bienvenida en Cayo Elbow, con un faro de 37 m, a rayas rojas y blancas, en la colina que se alza al este de su espléndido puerto. Al llegar al muelle se ven las casitas en tonos pastel y blanco, con jardines repletos de buganvillas y flores que se derraman sobre vallas y muros, mientras los peatones deambulan por las dos estrechas calles que rodean el pueblo.