La capital de Azerbaiyán es un cruce arquitectónico entre París y Dubái, aunque con genes soviéticos agazapados en derredor. Bakú ha transformado rápidamente su perfil con aportaciones de la nueva arquitectura más audaz y espectacular del mundo. En contraste con su casco medieval, hay tres rascacielos de 190 m con forma de llamas de cristal gigantes, que realmente parecen arder por la noche cuando comienza el notable espectáculo de luces. Las majestuosas curvas blancas del Centro Cultural Heydar Aliyev, de Zaha Hadid, también son un espectáculo excitante. Y a orillas del mar Caspio, una serie de proyectos pretenden crear un megahotel de ciencia ficción.