La identidad de Borgoña: gastronomía y vitivinicultura
Desde fincas históricas que atesoran chateaux legendarios a montes de color esmeralda envueltos en viñedos que encandilan a los amantes del vino de todo el mundo, la región es, en pocas palabras, la belle France: buenos vinos y comida, paisajes bucólicos y patrimonio cultural sin parangón.
Tierra de 'Grand Cru'
Desde que los celtas plantaron vides, el vin francés ha sido más que una bebida. Es un poderoso reflejo del terroir ("la tierra"), la cultura y la historia de sus productores, de ahí que recorrer con calma los pueblos medievales de la Borgoña rural, sus rústicas bodegas familiares, sus inmaculadas vides y sus amarillos campos de mostaza sea tan embelesador.
Los viñedos de Borgoña se extienden unos 250 km desde Chablis, en el norte, hasta casi Beaujolais, en el sur. Desde los perfumados pinot noirs a los refrescantes chablis con una mineralidad equilibrada, aquí es donde los vinos franceses más preciados del mundo han sido perfeccionados por generaciones de vignerons ("viticultores").
Aquí es posible visitar una sala de prensas de uva medieval, una bodega cisterciense y las cocinas originales del Château du Clos de Vougeot, del s. XVI, actividades que se pueden rematar con un apetitoso almuerzo y cata de vinos en un chateau renacentista. Buenos ejemplos de cómo los vitivinicultores de Borgoña se esfuerzan por crear experiencias atractivas para atraer a una nueva generación de entusiastas del vino.
Historia de varias ciudades
Con semejante acervo, los vitivinicultores de Borgoña son innovadores por naturaleza. Las técnicas vitivinícolas han abrazado rápidamente el cultivo ecológico y biodinámico generalizado, y el actual compromiso de la región con la viticultura responsable queda demostrado por un explosivo aumento de viñedos con el certificado medioambiental.
La primera parada obligada es la capital, Dijon, heredera de un glorioso patrimonio arquitectónico que se remonta a la antigüedad galo-romana y celta. Al oeste, junto al lugar donde la bucólica carretera de la Route des Grands Crus enfila hacia el sur por un glorioso laberinto de viñedos, un orfanato del s. XIII convertido en hospital ha sido transformado en La Cité Internationale de la Gastronomie et du Vin (CIGV). Este impresionante complejo de 250 millones de euros, que da a conocer la gastronomía y los vinos franceses, incluye una escuela de cocina, otra de vinos, restaurantes, tiendas, espacios expositivos y laboratorios.
En verano del 2022 también alzará el telón La Cité des Vins et des Climats de Bourgogne, con un enfoque ecológico en la vitivinicultura sostenible y en la diversidad y tradición borgoñesas. Un espectacular panorama de viñedos de Côte d’Or pone la corona al edificio contemporáneo y eco-sostenible, una torre de 24 m que recuerda el zarcillo ensortijado de una vid. La exposición permanente del interior desvela un acervo vinícola lo suficiente valioso para ser declarado Patrimonio Mundial.
Siete grands crus crecen en solo 1 km2 de ladera en la pintoresca Chablis. Aquí, los jardines contemporáneos y las pasarelas formarán una exposición viviente sobre los ritmos estacionales del año vitivinícola, desde la quema de la poda hasta la vendimia. Mâcon, a orillas del río Saona, alberga la tercera sede, donde un eufónico paisaje de melodías y sonidos de la naturaleza acompañará al visitante. Las actividades multisensoriales –talleres, clases, circuitos, catas y maridajes– en las tres sedes prometen una generosa joie de vivre a la francesa.
