Explorar el patrimonio cultural de Dominica
Cambiando playas blancas y fiestas cargadas de ron por tupidos bosques tropicales y cascadas ocultas, Dominica, apodada con razón ‘la isla de la naturaleza’, atrae a los ecoaventureros con el Boiling Lake, el arrecife de Champagne Beach, un volcán envuelto en selva pluvial y otras maravillas naturales. Y si apetece una pausa tras tanta ruta y tanta agua, hay un montón de opciones para conectar con la cautivadora historia y la cultura contemporánea de la isla.
Patrimonio: conectar con el pasado en el territorio kalinago
La montañosa Dominica, a medio camino entre Guadalupe y Martinica, posee un patrimonio cultural extenso y fascinante. El pueblo indígena kalinago se instaló en esta isla mucho antes de que Colón la ‘descubriera’ en 1493. Ellos la llamaban Wai’tukubuli (que significa “alto es el cuerpo de ella)”). A su llegada, cientos de años después, Colón decidió bautizar la isla como el último día de la semana en latín, ya que había llegado en domingo. Sin embargo, la resistencia de los kalinago hizo que Dominica fuera la última isla caribeña en ser colonizada –por los británicos–, en 1763.
Dominica, territorio kalinago © bowers8554 - www.flickr.com/photos/45969207@N06/15199853430
En Dominica todavía viven unos 3000 kalinagos, los últimos descendientes de los pueblos precolombinos que quedan en el este del Caribe. Ocupan el territorio kalinago, una extensión de 1500 Ha a lo largo de la costa entre Bataca y Sineku, establecido en 1903. La mejor manera de conocer a los kalinago es alojándose con una familia local, para aprender sus tradiciones antiguas y modernas, sus remedios herbales, sus delicias culinarias y su artesanía.
Si no hay tiempo para tanto, se puede visitar el Kalinago Barana Aute, centro cultural y aldea-museo. Un sendero circular pasa ante pequeñas cabañas (ajoupas) donde los lugareños a veces organizan exhibiciones de fabricación de cestas, tallado de calabazas y construcción de canoas. Las ajoupas rodean un edificio comunitario grande, el karbet, que acoge actuaciones musicales y de danza. Siguiendo el sendero se llega a la impresionante cascada Isulukati, que se precipita por la campiña y desemboca en el mar.
Música: seguir el ritmo del World Creole Music Festival
Durante tres días a finales de octubre, Roseau se deja llevar por los ritmos frenéticos e intensos del zouk, la compa, la soca, el bouyon, el afro beat, el calypso y el reggae durante el anual World Creole Music Festival (WCMF). Creado en 1997, es el único festival de la región que palpita al ritmo franco-caribeño.
Dominica, World Creole Music Festival © www.dominicafestivals.com
Algunas grandes estrellas de ediciones anteriores son Kassav, Wyclef Jean, Third World y Tito Puente Jr., junto a celebridades locales como Gordon Henderson, que revolucionó la música caribeña en los años setenta. La fiesta arranca de día, con bandas, comida y un montón de actuaciones de música y baile por las estrechas calles del centro de Roseau antes de que los afortunados que consiguieron entrada accedan al Windsor Park Sports Stadium. El espectáculo inaugural, con tambores y danzas, activa al público antes de que la primera gran estrella pise el escenario. ¿Y el segundo día? Más de lo mismo. ¿Y el tercero? Igual. Después, a descansar.
Arte: descubrir el alma de Dominica en sus galerías
Dominica cuenta con un pequeño pero dinámico panorama artístico, con varias galerías situadas en Roseau. En Independence St se halla Art Asylum, el espacio de Earl Etienne, el artista más destacado del país. Sus lienzos de intenso color reflejan temas arraigados en la tradición, la cultura y los paisajes locales, y a menudo muestran su técnica especial, el bouzaille, un método que emplea el humo de las llamas para pintar en los lienzos. Ellingworth Moses, otro artista dominicano, tiene una galería en Hillsborough St; si bien sus obras anteriores se inspiraban en la naturaleza y el juego de la luz, ahora busca capturar la universalidad de la experiencia humana a través de una aproximación abstracta, y a menudo emplea hilos para representar la conexión entre los humanos y el entorno.
Dominica, pintura local © Mickaël T. - www.flickr.com/photos/mickaeltr/26351028016
Al norte de Roseau se puede visitar Canefield e ir a ver la última exposición de la galería del Old Mill Cultural Center, un centro artístico comunitario que es la sede de la Dominica Cultural Division. Desde este punto y hacia el interior de la isla, cerca de Imperial Rd, se halla el Antrim Valley Sculpture Studio de Roger Burnett, un británico que, hace 50 años, abandonó su trabajo como ingeniero para dedicarse a la escultura y las acuarelas, marchándose al Caribe en los años setenta. Se puede visitar su estudio y sus jardines tropicales de ensueño llamando con antelación, e incluso disfrutar de una comida casera cocinada por su esposa, Denise.
Historia: revivir la historia militar de Dominica en Fort Shirley
El lugar histórico más importante de Dominica es este fuerte, parcialmente restaurado. Fort Shirley, fuerte del s. XVIII, se construyó para que 600 soldados británicos pudieran repeler los ataques navales en la isla. Situada en un cabo estratégico unos 50 km al norte de Roseau, forma parte del Cabrits National Park desde 1986. En 1802, soldados esclavos africanos se amotinaron contra el 8th West India Regiment, una revuelta que, cinco años después, consiguió la emancipación de todos los soldados esclavos del Imperio británico.
Dominica, Fort Shirley © Mickaël T. - www.flickr.com/photos/mickaeltr/25774106793
Abandonado en 1854, el fuerte fue engullido poco a poco por la jungla, hasta que, en 1982, el historiador local Dr. Lennox Honychurch promovió un colosal esfuerzo de restauración. Hoy hay senderos que atraviesan tupidos bosques tropicales, pasando por las estancias de los oficiales, los barracones de los soldados, el polvorín y las murallas, todo restaurado. De camino se puede ver la Prince Rupert Bay, donde la armada británica venció a la flota francesa en la Batalla de Saintes, una de las contiendas más importantes de la historia caribeña.
De copas: avivar el ánimo con Macoucherie Rum
El ron Macoucherie Rum ya existía antes de que las bebidas artesanales se pusieran de moda. Esta pequeña gran marca de Dominica es un potente brebaje que lleva elaborándose más de 50 años en Shillingford Estates (o Macoucherie Estate), una pequeña destilería de la costa oeste. Durante los circuitos por la finca se descubre que la empresa cultiva su propio azúcar, y que continúa utilizando un molino de agua tradicional para moler la caña, un proceso de lo más auténtico y clásico. Conviene reservar plaza porque es un circuito muy popular.
Es buena idea probar los cuatro tipos de ron que se elaboran en la finca: el ron blanco, con base de caña de azúcar; el ron oscuro; el ron especiado Bois Bandé (que los lugareños llaman ‘la viagra natural’); y el ron dulce Prime Star, con base de melaza. Si al viajero le gusta este ron, tendrá que comprarlo aquí, ya que no se vende fuera de Dominica. También es buena idea probar otras bebidas de la isla: la cerveza Kubuli, elaborada con agua de manantial por Dominica Brewery cerca de Loubiere, al sur de Roseau; además del ‘musgo de mar’, un tipo de algas comestibles mezcladas con azúcar y especias.
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