Lo mejor de los desiertos de California: Palm Springs, el valle de la Muerte y más allá
Los desiertos de California siempre han sido abrasadores, pero hoy, de Palm Springs al valle de la Muerte, se percibe cierto frescor de la época del Rat Pack, ya que están siendo transformados por una nueva cosecha de hipsters, artistas y aventureros.
Zabriskie Point es uno de los puntos destacados del valle de la Muerte, a su vez uno de los desiertos más destacados de California © Thierry Hennet / Getty Images
Apetece vaguear junto a una piscina rodeado de atemporal arquitectura de estilo Mid Century Modern en la retro-chic Palm Springs, o admirar las eternas maravillas de belleza sobrenatural de los parques nacionales, desde el Joshua Tree hasta el Valle de la Muerte.
Los desiertos salpicados de palmeras, música de calidad, festivales artísticos y enclaves curiosos aguardan a la nueva generación de fiesteros; y toda la diversión empieza a apenas dos horas de Los Ángeles.
Palm Springs y Valle de Coachella
Si la arquitectura de Palm Springs no interesa, uno siempre está a tiempo de zambullirse en la piscina © Moodboard / Getty Images
Cuesta imaginar un sitio con mejor pedigrí que Palm Springs, el patio de recreo del Rat Pack. Sinatra, Sammy, Lucy, Dino y Elvis colocaron la ciudad en el mapa en los años cincuenta y sesenta, disfrutando la vida en sus residencias veraniegas de estilo Mid Century Modern. Así, Palm Springs y el valle de Coachella se convirtieron en refugio de jubilados y golfistas (no muy cool), pero hoy, redescubierto su encanto retro y con entusiastas de las actividades al aire libre y un notable contingente LGTB, se ha convertido en la zona de ocio del desierto.
Todavía se conserva mucho glamour del Rat Pack en hoteles vintage Del Marcos, casas de época de alquiler y tiendas de segunda mano de ropa y muebles donde recuperar aquel estilo. Mientras, una nueva ola de alojamientos (el Ace y el Parker), restaurantes y locales nocturnos aportan su dosis de ‘hipsterismo’ chic del s. XXI; por no mencionar el inspirado Coachella Music & Arts Festival, que se celebra cada abril, y su homólogo en versión rock clásico, el Desert Trip, en octubre, unos 40 km ‘valle abajo’, en Indio.
En medio la zona está repleta de senderos de altura sobre el Palm Springs Aerial Tramway o en los montañosos Cahuilla Indian canyons, y moda de alta calidad a lo largo de El Paseo (la Rodeo Drive del desierto), en Palm Desert. El valle de Coachella es la capital de los dátiles americana (el 90 % de la cosecha de dátiles del país se cultiva aquí); hay campos y tiendas donde catar la mercancía, incluso en forma de espeso batido.
Joshua Tree National Park
Los curiosos árboles de Josué y el espectáculo de los cielos nocturnos estrellados ofrecen inspiradoras visitas al Joshua Tree National Park © Brad Goldpaint / Getty Images
Al noreste de Palm Springs los desiertos de Mojave y Colorado convergen en el Joshua Tree National Park, que debe su nombre a los singulares y ubicuos árboles que allí viven, una variedad de yucas altas con púas que los pioneros mormones identificaron con el profeta Josué señalando la Tierra Prometida.
Para los visitantes de hoy es un lugar igual de inspirador. Los escaladores disfrutan con los espectaculares salientes, los senderistas cruzan oasis y lechos secos de lagos, y el viajero de a pie se maravilla ante Wonderland of Rocks, los campos de árboles de Josué de Covington Flats, las vistas desde el elevado Keys View, que llegan hasta México, o el sinfín de estrellas del cielo nocturno. Los U2 titularon su clásico álbum The Joshua Tree, y, al norte del parque, la ciudad epónima es un reducto hippy y artístico.
Pioneertown
Al norte de Palm Springs, Pioneertown parece el escenario de un antiguo western, y lo fue. Construida en 1946 por Roy Rogers, Dale Evans y Gene Autry, alberga espectáculos de tiroteos en Mane Street (¿se pilla?). Pappy & Harriet’s Pioneertown Palace, apto para hipsters, acoge actuaciones musicales de estrellas internacionales y sirve comida tex-mex, barbacoas al estilo Santa María y cerveza barata.
El mar de Salton y Salvation Mountain
Las aves, como estos pelícanos, vuelan a las aguas salobres del mar de Salton © Kip Evans / Getty Images
El mar de Salton sorprende por partida doble; primero, por su improbable presencia en medio del desierto, con 56 km de largo por 24 km de ancho; y segundo, por su historia. A mitad del s. XIX se desvió agua del río Colorado para regar cultivos de esta zona; todo iba bien hasta que el agua superó los diques en 1905, en una inundación masiva, creando el lago.
Hoy en día hay tres formas de ver el lago. Una: es un sitio divertido para navegar, pescar y ver aves marinas (águilas calvas, gansos blancos, patos tepalcates, pelícanos y halcones peregrinos); dos: las algas generan un hedor perjudicial; y tres: drenarlo podría ocasionar un desastre todavía peor, si el polvo y los contaminantes de décadas de fertilizantes se liberan en el aire.
Cerca de allí, Salvation Mountain no tiene nada que ver con ninguna otra montaña. Es la obra de un único artista, Leonard Knight (1931-2014), quien, a lo largo de más de 30 años, se dedicó a cubrir cada centímetro de terreno pintando franjas de colores, flores, un corazón gigante, colocando objetos abandonados y mensajes bíblicos como “Dios es amor”. La montaña ha aparecido en varias películas (Hacia rutas salvajes) y vídeos musicales (Birds, de Coldplay), y el Senado de EE UU la ha declarado “tesoro nacional”.
Anza-Borrego Desert State Park
Uno no espera encontrar flores de vivos colores en el desierto, pero con las lluvias, Anza-Borrego florece © Sam Antonio Photography / Getty Images
Por si Palm Springs, Joshua Tree o el mar de Salton no fueran lo suficiente remotos, ¿qué hay del mayor parque estatal fuera de Alaska? Con 2430 km2, 12 zonas salvajes y 800 km de pistas de tierra, Anza-Borrego vive su momento álgido a finales de invierno, cuando sus llanuras y laderas estallan en una sinfonía de color con las flores silvestres, sobre todo si el invierno ha sido lluvioso. El resto del año, un puñado de opciones de alojamiento y restauración en la apacible Borrego Springs son la base para disfrutar de los senderos que rodean el centro de visitantes del parque y otras rutas que conducen hasta rarísimos árboles elefante e inquietantes y bellas cuevas del viento. Los veranos deben evitarse porque la temperatura llega a alcanzar los 51 grados.
Death Valley National Park
Badwater Basin es el punto más bajo de Norteamérica © Robert Alexander / Getty Images
Parece apropiado terminar la escapada al desierto en el valle de la Muerte, un territorio de extremos: es el lugar más caluroso, seco y bajo de EE UU, y el segundo parque nacional más grande del país (fuera de Alaska), con 12 950 km2. Death Valley puede parecer yermo, pero si uno se deja llevar por su capacidad de observación, los sentidos se disparan. Puede que recorra dunas que parecen infinitas, que cruce las salinas de Badwater Basin (el punto más bajo del hemisferio occidental, a 85,5 m por debajo del nivel del mar), se maraville ante la paleta de colores de las laderas de Artists Drive, y disfrute de una merecida margarita de nopal en la veranda de la histórica Inn at Furnace Creek de 1927, viendo como el sol se pone tras la Panamint Range.
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