Lincoln da la talla: 6 grandes experiencias en Nebraska
Que los campos de maíz y las praderas no engañen a nadie: Lincoln es más moderna de lo que parece. Mitad capital de estado, mitad ciudad universitaria, deja huella con sus senderos ciclistas, sus cervecerías y su arquitectura bajo un cielo inmenso. Lo que sigue es un despliegue de lo mejor que la ciudad ofrece a quien planee una escapada a las Grandes Llanuras.
1. De galerías y mercados en Haymarket District
A finales del s. XIX la zona más próxima a la linde oeste del centro era un mercado al aire libre de ganado y heno (de ahí su nombre). Después fue una zona industrial cuyo legado son seis manzanas de antiguos almacenes de ladrillo que hoy albergan galerías modernas y tiendas especializadas. El espíritu del barrio lo definen Rocketship Gallery, con láminas, cerámica y piezas de madera originales y coloridas; y Licorice International, la mayor tienda de EE UU dedicada al regaliz, dulce y salado (la versión favorita de los países nórdicos). Los First Friday Artwalks, aderezados con vino, concentran mucho público con sus fiestas callejeras hasta tarde. Y el mercado agrícola del sábado, con todo tipo de productos, desde chips de tomate hasta pastelitos de frutas checos o mesas de madera reciclada de graneros, también es un éxito de convocatoria.
Galerías modernas y tiendas especializadas sustituyen a los comerciantes de ganado de otra época en Haymarket District © John Coletti / Getty Images
2. Comer y beber fuera de la norma
Rollitos de canela, guisos de verduras, hamburguesas y sándwiches de carne de cerdo componen la compacta carta de Bread & Cup en Haymarket. Este acogedor café apuesta por los ingredientes locales y los platos sencillos (es ideal visitarlo durante el brunch con copas). Unos cuantos metros hacia el oeste, los fans de la cerveza tienen Zipline Brewing Co. Por fuera este almacén bajo de metal blanco parece muy desabrido, pero sus mesas de madera y la pizarra que lista 15 cervezas invitan a entrar. Su tostada Copper Alt es un clásico, y el local elabora todo tipo de elixires de temporada a pequeña escala, como la Chocolate Double Stout, envejecida en barril. Para comer platos más atrevidos se puede ir a los locales de pho y banh mi vietnamita de las calles N 26th y 26th W. Lincoln tiene una amplia comunidad vietnamita gracias a su larga historia como ciudad de acogida de refugiados.
3. El ‘pene de la pradera’ y otros puntos de interés curiosos
El capitolio del estado de Nebraska, de 122 m de altura, conjura una imagen fálica que le ha valido su soez e inevitable apodo. En teoría, es visible a 50 km de distancia. En su interior, de estilo art deco y clásico, se puede disfrutar de las vistas desde el mirador de la planta 14ª. Destaca también el National Museum of Roller Skating, en la parte trasera de la oficina de una asociación de comercio; no hay otro sitio en el mundo donde uno pueda ver patentes de patines del s. XIX y dejar volar su fantasía musical a lo Xanadu. Lincoln también alberga el International Quilt Museum. El edificio, moderno y de cristal, ofrece exposiciones periódicas de los tejidos de su colección, de 3500 piezas. Son telas de varias épocas (se remontan a principios del s. XVIII) y múltiples países.
Imposible no sonreír ante su apodo, pero el edificio del capitolio de Nebraska es el elemento más singular del perfil urbano de Lincoln © sframephoto / Getty Images
4. En bicicleta
Más de 200 km de senderos surcan la ciudad. El mejor, el MoPac, una vía de tren reconvertida, sale de la universidad y recorre 43 km al este hasta Omaha. Se vuelve más interesante a partir de la calle 84th, cuando se adentra en un paisaje de bosques y praderas llenas de flores silvestres, un remanso de paz solo interrumpido por el canto de los pájaros. El universitario Outdoor Adventures Center alquila bicicletas y está a tan solo unas manzanas del sendero. Un paseo urbano diferente es el que ofrece la Lincoln Hustle. Se supone que es una carrera, con paradas y retos a lo largo del recorrido, pero se convierte en una caravana cervecera. Se celebra el último jueves de cada mes; la web indica la ubicación y el tema de la noche.
5. Vivir la vida universitaria
Los 25 000 estudiantes de la Universidad de Nebraska son aire fresco para Lincoln. El campus principal, en el centro, da vida a la economía local gracias a los cafés, librerías y tiendas de segunda mano. Si se visita la ciudad un sábado de otoño y se ven 80 000 personas vestidas de rojo, señal de que el equipo de fútbol americano de la universidad tiene partido en el Memorial Stadium. Los Cornhuskers han vendido todas las entradas de sus partidos en casa desde 1962, un récord nacional. Conseguir una es difícil, pero la recompensa a la perseverancia puede ser un perrito caliente lanzado desde un cañón (un curioso artilugio llamado Der Viener Schlinger).
El Memorial Stadium es un lugar que todo fan del fútbol americano debería visitar al menos una vez, si logra conseguir una entrada © John Coletti / Getty Images
6. Música en directo
El panorama musical de Lincoln emerge con fuerza gracias al público universitario. El Bourbon Theatre es el sitio con más marcha. Este cine reformado de los años veinte acoge actuaciones de bandas indie, raperos, DJ, cantantes de soul, músicos de bluegrass y otros. Suele haber concierto todas las noches. Más pequeño y con bandas más vanguardistas, Vega es conocido por su excelente acústica y su ambiente recogido; y quien quiera picar algo puede elegir entre una selección de hamburguesas gourmet (con, por ejemplo, macarrones con queso y bacón ahumado). Zoo Bar es el más veterano, un local alargado y estrecho con suelos de madera desgastados y pósters viejos en las paredes que ofrece conciertos de blues desde 1973. Por allí han pasado músicos de la talla de Buddy Guy, Bo Diddley y Magic Slim a lo largo de los años, pero incluso cuando actúan bandas menos conocidas, Zoo conserva toda su magia.