Botsuana celebra el 50º aniversario de su independencia

Texto por
Paula Hardy, autora de Lonely Planet
Un paseo en barco por el delta del Okavango, Botsuana
PlusONE / Shutterstock

Botsuana, TOP 1 país  #BestinTravel 2016

Democrática, progresista, culta y, sobre todo, estimulantemente salvaje. La inspiradora historia de Botsuana es un viaje desde la pobreza hasta convertirse en una de las sociedades más estables y prósperas de África. El país conmemorará en el 2016 el 50º aniversario de su independencia y tiene mucho que celebrar, también la forma en la que ha equilibrado su crecimiento económico con la protección de sus riquezas naturales. Que el viajero se prepare: es un viaje que le dejará boquiabierto.

En el 2016 Botsuana celebrará sus 50 años de independencia. “¿Y es para tanto?”, puede pensar el lector. Pues sí, es para mucho: no solo se trata de la democracia multipartidista más longeva del continente; además, tiene una política social progresista (fue uno de los primeros países en ofrecer medicamentos antirretrovirales a sus ciudadanos, en el 2002), índices mínimos de corrupción, una industria turística saludable y cultivada y una economía que no deja de crecer desde la independencia del país. La evolución de Botsuana desde la pobreza más abyecta en 1966 hasta convertirse en una de las sociedades más estables y prósperas del continente es de lo más inspirador y, sin duda, merece todos los elogios. 

Pero eso no es todo. Botsuana es un destino único: una inusual combinación de desierto y delta que atrae a una inmensa concentración de fauna. Es salvaje, prístino y extenso. Un 17% del país está dedicado a parques nacionales, muchos de los cuales se extienden hacia los vastos parques transfronterizos del Kavango-Zambezi y el Kgalagadi. Esta dedicación por conservar algunas de las últimas zonas salvajes del planeta fue reconocida en el 2014, cuando la joya de la corona de la conservación en Botsuana, el delta del Okavango, se convirtió en el sitio número 1000 de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. A pesar de tanto elogio, Botsuana sigue fuera del mapa para muchos viajeros. La impresión es que parece un lugar remoto y no apto para familias; pero no es verdad. ¡Hay que ir ya! En avión, en automóvil o en mokoro (canoa); en la temporada fértil o en la seca, siempre es genial; al Vumbura Plains Camp o al Jao Camp, si hay dinero, para hacer el viaje de una vida, o a tomar parte en los proyectos comunitarios de Tsabong Camel Park o Moremi Gorge si el presupuesto es más ajustado; de luna de miel de ensueño a la laguna Zibandianja, en Linyanti, o de aventura a caballo por la Reserva de Mashatu; a ver elefantes en el mini Serengeti de Savuti o suricatas en los salares de Makgadikgadi; solo, para estudiar en la Okavango Guiding School, o con los niños para disfrutar del premiado safari familiar de Ker & Downey (Safari Awards 2015). Sea como sea, nadie se arrepentirá del viaje. Palabra de honor. 

Botsuana ofrece tantas experiencias que le cambian a uno la vida que sería más fácil listar las que no lo hacen. Su naturaleza primigenia permite vivir emociones muy intensas, ya sea a bordo de una mokoro con un remero africano entre manadas de hipopótamos al sol en el delta del Okavango, descubriendo el espíritu de los primeros humanos en el arte rupestre milenario de Tsodilo, o en la belleza fantasmal de los antiguos baobabs de isla Kubu iluminados por las constelaciones de un cielo nocturno inmenso.

El “botellón de aparcamiento”. Gracias a la tasa del 30% sobre las bebidas alcohólicas y la nueva regulación de horarios, que obliga a los locales nocturnos a cerrar a las 2.00, la fiesta en Gaborone se ha trasladado al aire libre, apoderándose de los aparcamientos suburbanos. Allí pinchan DJ improvisados para que baile el personal, bien equipado con minineveras y tumbonas de camping.

Los vuelos directos. Durante años el Gobierno ha pedido vuelos directos internacionales y la reubicación, en el 2013, de la oficina de ventas de De Beers de Londres a Gaborone (que mueve 6500 millones de dólares estadounidenses al año en venta de diamantes) subraya dicha petición. El aeropuerto y la pista de Gaborone se han reformado hace poco y hay previstas reformas para Maun y Kasane. Con tanto movimiento, se espera poder contar con los ansiados vuelos directos en los próximos 6 o 12 meses.

 

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