Burdeos, TOP 1 del 'ranking' de ciudades Best in Travel 2017

Texto por
Helen Elfer, autora de Lonely Planet
Place de la Bourse, Burdeos, Francia
Justin Foulkes / Lonely Planet

Vacaciones para los amantes del vino en Burdeos

Hay muchas razones para visitar la preciosa Burdeos: los paseos junto al sinuoso río Garona, su majestuosa arquitectura y un delicioso panorama gourmet en el cual destacan las ostras frescas y los filetes suculentos; pero una atracción destaca sobre el resto: el vino.

 

Al fin y al cabo, la clave está en el nombre. Expertos y aficionados visitan la ciudad de Francia por los embriagadores aromas y los complejos sabores que flotan en una copa de Burdeos: tabaco, moras, cuero, picotas, almizcle, regaliz…

Bordeaux a menudo está considerada como el estándar de oro de la producción vinícola, y no es de extrañar. Los bordeleses se toman muy en serio su fama, ofreciendo circuitos por los chateaux, catas especializadas, maridajes, visitas a los viñedos y un enorme museo dedicado al vino; por no decir que siempre parecen estar a punto de abrir una botella. En resumen, los viajeros que visiten la ciudad dispuestos a sumergirse en la embriagadora cultura del vino lo tendrán fácil, como demuestran las siguientes propuestas.

Visitar la Cité du Vin

Burdeos, La Cité du Vin, Francia © patrick janicek / www.flickr.com/photos/marsupilami92/25914887622 La Cité du Vin, Burdeos,Francia © patrick janicek / www.flickr.com/photos/marsupilami92/25914887622

El tema de este bonito museo no admite dudas: La Cité du Vin tiene la forma del vino al precipitarse en la copa, con paneles dorados que atrapan la luz como el sauvignon blanco atrapa el sol. Si esta imagen no invita a tomarse una copa, el resto de la visita lo hará: exposiciones diversas y, a menudo, de alta tecnología sumergen al visitante en todos los aspectos de la cultura vinícola. Hay pantallas interactivas para ‘conocer’ a los viticultores de bodegas de todo el mundo y vídeos de famosos bebedores a lo largo de la historia, charlando achispadamente. Una de las exposiciones más sensoriales permite oler el aroma de moras, de virutas de lápiz, guantes de cuero y otros elementos. Para quienes busquen una perspectiva más racional, el museo también explora de forma fascinante la influencia del vino en la historia, la poesía, el amor y la religión. Después de tanta información, sería cruel no ofrecer al menos una copa a los visitantes; por suerte, la entrada incluye una copa de vino, servida en el Belvedere, un bar situado en la 8ª planta con vistas panorámicas.

Conocer el paisaje

Burdeos, Gironda, Francia © Jean-Bernard Nadeau / 500px Paisaje de la Gironda, Burdeos, Francia © Jean-Bernard Nadeau / 500px

A menudo se habla de la importancia del terreno en el vino; el suelo, la lluvia, el sol (entre otros factores) afectan el crecimiento de la uva y el potencial sabor del vino; y en Burdeos es especialmente significativo. La región queda dividida por el estuario de la Gironda, cuya orilla izquierda cuenta con suelo de gravilla, ideal para cultivar uva cabernet sauvignon; y la derecha, con un terreno rico en arcilla y roca caliza, perfecto para la uva merlot.

No hay mejor forma de comprender cómo el vino de Burdeos refleja su entorno que ir a explorar el paisaje. Al ver los viñedos creciendo entre trozos de tiza blanca, entornar los ojos ante la brillante luz del sol o sentir la fresca brisa atlántica en la piel, uno descubre cómo todos estos elementos habrán dado forma a la próxima botella de vino que abra, y beberlo será todavía más satisfactorio.

El ex viticultor y verdadero enófilo Pascale Larroche ofrece placenteros circuitos en bicicleta por la campiña bordalesa que recorren viñedos panorámicos para ver crecer las vides, visitar chateaux y aprender sobre el terreno cómo se elabora el vino.

Visita a un 'chateau'

Burdeos, St. Emilion, Francia © www.hacienda-la-colora.com / www.flickr.com/photos/xavier33300/13912949930 St Emilion, Burdeos, Francia © www.hacienda-la-colora.com / www.flickr.com/photos/xavier33300/13912949930

La mayoría de los chateaux de Burdeos son de una majestuosidad incomparable. Construidos con roca caliza de color pergamino, rodeados por campiñas prístinas y flanqueados por hileras de vides impolutas, nada más verlos uno percibe la historia y el prestigio de estas grandes mansiones. Casi todas las fincas aceptan visitas: muchas de ellas son gratuitas o de bajo coste, con circuitos y catas informales, mientras que otras ofrecen comidas largas y fabulosamente decadentistas, con maridajes de sus mejores vinos reserva. A menudo es posible conocer a los viticultores en persona, y visitar los chateaux por cuenta propia. Se puede consultar los chateaux visitables de Burdeos aquí, y en regiones particulares como el Medoc o St Emilion aquí.

Sin embargo, si por razones obvias el viajero necesita un conductor, es buena idea reservar una excursión guiada. Suelen incluir el transporte, el circuito de los chateaux, las catas y el almuerzo. La oficina de turismo de Burdeos ofrece una amplia selección de circuitos, que incluyen las bodegas de Pomerol, el maridaje de vinos con una cena de cuatro platos en Pessac-Léognan, o un circuito rápido en Margaux.

Saborear la cocina local con una copa de vino (o dos)

Burdeos, Francia © www.hacienda-la-colora.com / www.flickr.com/photos/xavier33300/8711261578 Restaurante en Burdeos, Francia © www.hacienda-la-colora.com / www.flickr.com/photos/xavier33300/8711261578

Como cabe esperar en una ciudad de bon viveurs, los restaurantes de Burdeos suelen ser fantásticos. Las estrechas calles que rodean Place du Parlement están llenas de locales donde se come bien, con mesas y sillas ocupando las aceras. Es más difícil comer mal que bien, así que el viajero puede elegir restaurante a ciegas. El pescado y marisco frescos del océano Atlántico aparecen en casi todas las cartas locales, pero el sencillo Le Petit Commerce ofrece lubina, rodaballo, lenguado de Arcachon y otros platos perfectos. Se puede pedir consejo al personal para elegir vino según el plato escogido. Para comer platos típicos del suroeste, uno de los mejores locales de la ciudad es La Tupina, que sirve comida contundente, como pichón asado, confit de ganso y costillas de cerdo negro. Para comer muy bien por poco dinero, se puede ir a uno de los puestos de marisco del Marché des Capucins, con platillos de ostras de Arcachon y una copa de vino por unos 7 €.

 

Helen viajó a Burdeos con el apoyo de Atout France y la Oficina de Turismo de BurdeosLos autores de Lonely Planet aseguran su integridad y su independencia editorial siguiendo su propio criterio al margen de las instituciones que han prestado algún tipo de colaboración y nunca prometiendo nada a cambio como, por ejemplo, reseñas positivas. 

 

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