Sintra, el destino perfecto para hacer una excursión de un día desde Lisboa
Conocida como la Ciudad de los Palacios, Sintra es sin duda uno de los lugares más bellos de Portugal.
Situada a unos 30 kilómetros al noroeste de Lisboa, es un rincón en el que parece que el tiempo se hubiera detenido, un escenario perfecto para ambientar cualquier cuento de hadas; y una escapada perfecta para hacer cuando se visita Lisboa dada la facilidad de acceso y la cercanía a la capital portuguesa, desde la que se puede llegar en apenas 45 minutos en tren.
Este recorrido de Sintra en un día es bastante intenso y está pensado para empezar la visita por la mañana y partir hacia Lisboa a última hora de la tarde y como no podía ser de otro modo, comienza con un delicioso tentempié en una de las pastelerías más conocidas de la villa, la Casa das Queijadas, ubicada en la misma estación de tren. Es obligatorio probar sus famosas queijadas (pastelitos hechos a base de requesón) junto a un buen café para comenzar la jornada con energía.
Después del desayuno, lo mejor es dirigirse al centro histórico y tomar el autobús 434 para llegar hasta el Palacio da Pena y el Castelo dos Mouros lo antes posible para evitar las molestas colas que suelen formarse en la taquilla (mejor antes de las 10 de la mañana).
El lugar más visitado es sin duda el Palacio da Pena, una imponente edificación, uno de los máximos exponentes del estilo romántico y una de las principales residencias de la familia real portuguesa durante el siglo XIX. Este palacio, que ya forma parte del Patrimonio de la Humanidad protegido por la Unesco, parece estar flotando sobre enormes peñascos y a primera vista, llama la atención su colorido y su original mezcla de estilos arquitectónicos que se debe a la mentalidad romántica de la época, enormemente fascinada por todo lo exótico. Además de las estancias y el bello jardín que separa las taquillas del palacio, uno de sus mayores atractivos son sus miradores sobre toda la sierra de Sintra.
Una vez visitado el palacio, merece la pena perderse por el singular jardín, que incluye toda una serie de elementos paisajísticos curiosos, como el Templo de las Columnas o la Mesa da Rainha, además de agradables sendas entre los árboles y especies vegetales autóctonas y exóticas.
Cerca de la entrada al Palacio da Pena se sitúa el Castelo dos Mouros, al que se puede llegar a pie a través de un espectacular paseo entre promontorios rocosos cuyas vistas se extienden prácticamente hasta el Océano Atlántico. Esta fortificación fue construida en el siglo IX tras las invasiones musulmanas a la Península Ibérica, aunque ha sido ampliado varias veces con el paso de los siglos, de ahí su configuración irregular. Hay que tener en cuenta que está en ruinas y tiene muchas escaleras y subidas para llegar a las diferentes zonas, aunque verdaderamente merece la pena acceder a la Torre Real (la más alta) para disfrutar de unas maravillosas vistas sobre las montañas y el Palacio da Pena.
Después de visitar el castillo y admirar las inigualables panorámicas sobre la sierra, es momento de visitar el centro de Sintra y hacer una parada para comer. Se recomienda evitar los restaurantes turísticos que están en pleno casco histórico, porque suelen ser bastante más caros que los de las calles aledañas. Una buena alternativa parado que quieran comer bien, rápido y barato es A Tasca do Manel (Largo Dr Virgilio Horta, 5).
Muy cerca de la estación, se sitúa el Palacio Nacional de Sintra, construido en el siglo XVI y perteneció a la familia real portuguesa. Destacan sus enormes chimeneas y sus diferentes estilos decorativos, aunque la zona más llamativa es la que está totalmente forrada con azulejos de estilo manuelino, original de la época de construcción del mismo. El recorrido dura aproximadamente una hora y es posible visitar las estancias reales, los salones, las cocinas…
En la parte baja de Sintra se sitúa también el Museu do Brinquedo, un museo dedicado al juguete que recopila juguetes tradicionales como muñecas, coches, trenes o soldaditos de plomo.
Quizá el lugar más sorprendente de la villa sea la Quinta de la Regaleira, que aunque se ubica a unos dos kilómetros del centro histórico, se puede llegar andando o en autobús. Esta finca mandada construir a principios del siglo XX, es conocida por sus extraordinarios jardines repletos túneles subterráneos, murallas, capillas, esculturas, cascadas, cuevas y un impresionante pozo iniciático, la atracción estrella de la quinta (no olvidar llevar una linterna). Entre el jardín y el interior del palacio, que ofrece unas buenas vistas desde su piso superior, se puede tardar fácilmente unas dos horas en recorrerla entera.
Otras dos visitas recomendadas para hacer durante la visita a Sintra es el Convento dos Capuchos y el Palacio de Monserrate, aunque están bastante alejados y es necesario tomar el coche o el autobús en el centro para llegar hasta ellos. Lo más llamativo del convento es su emplazamiento, en mitad del Parque Natural de la Sierra de Sintra, sencillo y sobrecogedor a la vez, hay que visitarlo para descubrir cómo vivieron los monjes capuchinos que lo habitaban hace siglos.
El Palacio de Monserrate es un lugar especialmente bonito: su mezcla de elementos árabes y góticos rodeado por un impresionante jardín con especies procedentes de todo el mundo, desde donde admirar un atardecer inolvidable.
Para los que vuelvan a Lisboa en coche, se recomienda hacer una parada en el Cabo da Roca, el punto más occidental de Europa y el lugar ideal para ver anochecer con los colores del sol reflejados sobre el mar. Y para aquellos que prefieran el tren como medio de transporte, pueden parar a cenar en Cascais, un encantador pueblo costero con un ambiente muy agradable.
Texto: Beatriz Gómez