Lima, entre la bruma del acantilado

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Plaza de Armas en Lima, Perú

"En el bordillo del Malecón, sobre el acantilado, de donde subía, sincero, profundo, el sonido del mar". Son las palabras de Mario Vargas Llosa para describir el malecón de Lima donde pidió a Julia que se casara con él y dónde acordaron sus planes de fuga. Porque Julia Urquidi, la primera esposa del escritor, era también su tía política y 14 años mayor que él. En "La tía Julia y el escribidor" el Nobel de literatura recrea esa escena de 1955 en los acantilados del distrito limeño de Miraflores, con el océano Pacífico como telón de fondo, después de haberse ido enamorando, sin darse cuenta, "en los humosos cafés del centro de Lima".

Mucho antes , en septiembre de hace 500 años, y bastante más al norte, el español Vasco Núñez de Balboa descubría el océano Pacífico. Conmemoramos esa gesta asomándonos al más grande océano del planeta desde tres paisajes americanos. Hoy, Lima, donde llegarían los españoles en 1535 tras batallar con los pueblos incas.

Lima es una ciudad dura, agreste, polvorienta, gran parte del año bajo la bruma y la garúa, una llovizna suave. El centro acoge la historia, las magníficas iglesias, la plaza de Armas. Y el distrito de Miraflores es donde la ciudad aparece más amable, asomada al océano desde lo alto de los acantilados. Pero los limeños apenas disfrutan del mar, sus playas no invitan al baño. Es más un telón de fondo para los paseos de parejas y familias, para los cebiches, el lomo saltado o las papas rellenas que podemos tomar en alguna de las terrazas colgadas como balcones al océano del centro comercial Larcomar.

En los años 50, cuando Vargas Llosa propuso la fuga a su amada para poder casarse, esta zona era la preferida por los enamorados para sus castos encuentros. Hoy, deben buscar jardines como el Parque del Amor en alguno de los recodos que deja libre el intenso tráfico de la avenida que bordea el acantilado. Hay quienes aprovechan el enorme desnivel hasta el mar para emular a los cóndores volando en parapente gracias a las corrientes que llegan del océano. La vista del Pacífico desde aquí es inmensa, aunque no invita precisamente al baño.

A falta de monasterios, casonas o palacios, Miraflores ofrece la vida de los limeños como atracción, las tiendas, algún mercadillo y el mejor restaurante de Perú. "Astrid y Gastón" tiene fama internacional e, incluso, sucursal en Madrid. Lleva 20 años innovando la gastronomía peruana, con sugerentes fusiones en su carta y una sorprendente presentación. "Poder contar historias a través de la cocina", es una de sus señas de identidad. Pese a ser un restaurante de lujo, sus precios son razonablemente accesibles para un español.

Comida y literatura. Lima se enorgullece de sus escritores, aunque sean de Arequipa y vivan en medio mundo, como Vargas Llosa. Las autoridades del distrito de Miraflores han organizado un pequeño recorrido literario por el barrio, con los escenarios donde se ambiente la obra del Nobel. Literatour da la pistas para que sus lectores puedan alimentar sus recuerdos. Aunque tendrán que escaparse también al centro de Lima para encontrar otros escenarios de sus novelas.

Atrás dejarán los distritos de Miraflores y Barranco, aquellos en los que mejor se refleja la ciudad en las aguas del Pacífico. Porque Lima es la única capital de un país andino construida junto al mar.

Texto y fotos: Marino Holgado