Experiencias a ritmo de vals
Viena ha sabido combinar los dorados palacios de los Habsburgo con los cafés modernistas iluminados por lámparas de araña y la elegancia de su tradición musical con el arte más innovador y una sofisticada vida nocturna. Algunas experiencias de un viaje a esta ciudad, no se pueden olvidar.
Estos son algunos de los hitos que harán sacar la cámara de fotos y que nunca podrán olvidarse:
Catedral de San Esteban
Es el corazón de la ciudad: una catedral gótica que representa ocho siglos de historia viva. Los vieneses la llaman por su diminutivo: Steffi. Cautiva sobre todo por su tejado y su suelo de azulejos, pero no hay que perderse el Púlpito de las ranas de A. Pilgram, del siglo XV.
© Pepe Barrios
Palacio de Schönbrun
Fue la respuesta de los Habsburgo a Versalles. Aunque solo están abiertas al público 40 de las 1441 salas de este palacio, los circuitos guiados transmiten muy bien el ambiente opulento de la era barroca. En una de estas salas, la de los espejos, un Mozart de 6 años tocó su primer concierto para la emperatriz en 1762.
MuseumQuartier
El Barrio de los Museos presume de estar entre los 10 mayores complejos culturales del mundo: 60 000 m2 de exposición repartidos entre edificios barrocos y modernos. Aquí hay pesos pesados como el Leopold Museum, lleno de arte de los siglos XIX y XX, el Museo Moderner Kunst (MUMOK), el mayor museo de arte moderno del país, y la sala de exposiciones temporales Kunsthalle. Todo ello rodeado de elegantes cafés y restaurantes.
Kunsthaus y la Hundertwasser House
El universo pictórico de este artista austríaco (Hundertwasser) se aplica a la arquitectura en dos edificios complementarios. El primero es una casa llena de cerámica, sin una línea recta y cubierta de azulejos. No hay que perderse la azotea, donde hay una franja de hierba bajo una arboleda. El segundo es un fantástico bloque de viviendas.
Cementerio Central
Salvo Mozart, prácticamente todos los grandes músicos, filósofos, escritores y políticos de Austria están enterrados en este grandioso cementerio. Tiene 2,5 millones de tumbas, pero no hay que agobiarse: hay un buen sistema para orientarse y tampoco es necesario verlas todas.
La noria gigante del Prater
Un excelente mirador pero también un lugar emblemático en la historia de la ciudad que nos recuerda películas como El Tercer Hombre. Es uno de los símbolos de la moderna Viena y una visita casi imprescindible. Tarda unos veinte minutos en dar un giro completo, lo que nos dará tiempo a sacar fotos de la ciudad y saborear el viaje.
Ópera del Estado
Uno de los escenarios con más solera del planeta que se merece al menos una noche. Fue construida entre 1861 y 1869 y al principio no gustó mucho a los Habsburgo. Ahora es el símbolo de la ciudad. En el intermedio se aconseja pasear por el foyer y las salas de descanso para apreciar su interior de oro y cristal.
Musikverein
Conocido por sus populares conciertos de Año Nuevo, es también sede de la Filarmónica de Viena. Ostenta con orgullo el título de tener la mejor acústica de las salas de conciertos de Austria. Su interior es suntuoso y puede visitarse en algunos circuitos guiados, pero lo mejor es escuchar un concierto. Merece la pena.
Hermes Villa
Fue el palacio favorito de Sissi en Lainzer Tiergarten, en los bosques de Viena. Es tan lujoso como se espera (uno de sus decoradores de interior fue Klimt), con un dormitorio que es toda una locura, con los techos y paredes cubiertos de motivos de “El sueño de una noche de verano” de Shakespeare. Pese a su lujo, a Sissi nunca le terminó de gustar del todo, aunque le dio el nombre en honor a su dios griego favorito.
Karlskirche-San Carlos Borromeo
Es la gran iglesia barroca de Viena y una de las obras maestras de los arquitectos Fischer von Erlach, padre e hijo, en el siglo XVIII. Es para muchos la iglesia más bella de la ciudad. Los pilares gemelos de la fachada se hicieron a imagen y semejanza de la Columna de Trajano, en Roma, y muestran escenas de la vida de San Carlos Borromeo.
La Secesión
Un edificio de Joseph Olbrich, levantado en 1896. Es el emblema del estilo Jugendstil (modernismo), más importante por lo que representa que por sus dimensiones. La Secesión de Viena fue un movimiento creado por 19 artistas en 1897 que decidieron romper con el conservadurismo artístico. Entre ellos estaban Gustav Klimt, Joseph Olbrich o Josef Hoffman. Olbrich diseñó este centro de exposiciones que combina la funcionalidad austera con motivos estilísticos. Lo más llamativo es su cúpula dorada a la que los vieneses llaman “la col dorada”.
Loos Haus
Fue el edificio que abrió Viena a la arquitectura contemporánea. Levantado por Adolf Loos en 1909, es una auténtica joya del modernismo. Ofendió tanto al emperador Francisco José que mandó correr todas las cortinas de las ventanas de palacio que dieran al edificio.
Café Sacher
Es la cafetería que visita uno de cada dos turistas, para tomarse un café pero sobre todo para probar su célebre Sachertorte de chocolate con mermelada de albaricoque.
Hofburg
La última muestra del antiguo poder imperial de Austria es el Hofburg, un complejo de palacios que abarca varios siglos de arquitectura, desde el siglo XIII hasta el XIX. Aquí están, por ejemplo, la Escuela Española de Equitación, las antiguas estancias de la emperatriz Sissi o la Schatzkammer Josefsplatz, bautizada en honor al emperador.
Naschmarkt
El súmmum culinario de los mercados de agricultores de Viena es esta enorme franja de puestos y restaurantes que se extiende a lo largo de más de 500 m por Linke Wienzelle, entre Kettenbrückengasse y Kaarlsplatz. Entre puesto y puesto, encontraremos algunos de los restaurantes más modernos de Viena.