Extremo Norte de Escocia

Texto por
Autores de Lonely Planet
Admirando las ruinas de un castillo escocés.
© Aumphotography/Getty Images
En Escocia las multitudes se congregan, casi de forma instintiva, en las almenas del castillo de Edimburgo, las orillas del Loch Lomond y los picos de Glencoe, pero hay un goteo de viajeros hacia el norte, al Flow Country: una extensión acuática más allá de las cordilleras más altas de las Highlands. Cabe esperar que el 2024 traerá un nuevo reconocimiento a esta región, que aspira a ser Patrimonio Mundial de la Unesco. Ahora es el momento ideal para visitar esta región y explorar su interior pantanoso y su costa, de una belleza desgarradora.

¿Qué no te puedes perder?

  • Subir al Ben Hope, el Munro más septentrional de Escocia, con grandes vistas del Flow Country.

  • Explorar el castillo de Dunrobin y descubrir su oscuro papel en las Highland Clearances.

  • Recorrer el espectacular tramo de la North Coast 500 al sur de Durness, que cruza el magnífico puente de Kylesku.

  • Observar las distintas aves en la Reserva Natural de Forsinard Flows, frecuentada por curiosas especies.

El puente Kylesku

Puente en la costa norte 500 © Helen Hoston/Shutterstock 

 

Flow Country

En la parte más alta de Escocia hay una región llamada Flow Country, uno de los ecosistemas más desoladoramente bellos de Europa. Es una de las regiones menos pobladas de todo el continente, un lugar tan alejado de la frontera inglesa como los fiordos noruegos. Precisamente fueron los vikingos quienes le dieron nombre: Flow proviene del nórdico antiguo y significa "húmedo", y es que los 3885 km2 de ciénagas reflejan la intrincada interacción del agua y la tierra, con turberas cavadas en un laberinto de canales que brillan como espejos las largas tardes de verano y que se cubren de hielo las largas noches de invierno. Si el viajero busca un espacio de silencio y contemplación, este podría ser su destino.

El 2024 será el año en el que el Flow Country compita por ser Patrimonio Mundial, no solo por su rico ecosistema de flora y fauna, también por estar en primera línea de la crisis climática, ya que la turba actúa de sumidero gigante del carbono, que de otro modo penetraría en la atmósfera terrestre. Este terreno pantanoso suele ser traicionero e impracticable a pie, pero una pasarela de madera se adentra por la Reserva Natural de Forsinard Flows de la RSPB hasta el mirador de Flows, una torre de curioso diseño desde la cual se pueden ver mirlos acuáticos y correlimos, archibebes claros y chorlitos dorados revoloteando en el horizonte.

Duncansby Stacks

Duncansby Stacks cerca de John O'Groats © Pablo Fernandez Villoch/Shutterstock 

 

El mar

Quien prefiera el mar verá que la costa del Flow Country es maravillosa, y está bordeada por la popular carretera North Coast 500. Dornoch es una ciudad catedralicia acunada por una playa de arena dorada, y al norte se halla el pueblo pesquero de Helmsdale, rodeado por un grupo de colinas cubiertas de tojo.

Un poco más allá comienza la zona de faros: desde el faro de Dunnet Head –el punto más septentrional de Gran Bretaña continental– hasta el de Cape Wrath, al oeste y azotado por las tormentas, una secuencia de torres blancas emite luz parpadeante sobre las olas. Thurso es la capital del surf escocesa y su mejor momento siempre es en pleno invierno; por suerte es posible contratar clases de surf con un grueso traje de neopreno y calentarse después con un whisky.
​​Ganado bovino de montaña

Ganado bovino de montaña © Mariusz Olszak

 

La tranquilidad

La gastronomía de la región es cada vez más interesante y el marisco de los lagos marinos de la costa noroeste es mítico. Lo más probable es que, en algún momento, el clima del Atlántico recluya al viajero en un café, salón de té o bar donde saborear una comida caliente en compañía de los lugareños; pero el encanto de este rincón de Escocia para muchos viajeros radica en los momentos de soledad absoluta. Por la región hay cámaras funerarias neolíticas y casas de campo abandonadas de la época de las Highland Clearances, lugares donde los fantasmas del pasado casi se pueden palpar. La sensación de amplitud de la región es tan desconocida como preciada en una isla abarrotada.

Las caras del Castillo Dunrobin

Las caras del Castillo Dunrobin © Gimas

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