Manaos, Brasil

Texto por
Autores de Lonely Planet
Representación tradicional.
© Reuben Reynoso / Alamy Stock Photo
Manaos es un choque poético entre el espectáculo vaporoso y la aventura ecoturística. La ciudad más grande de la región amazónica se halla en la curiosa confluencia del río Negro con el parduzco río Solimões, como llaman aquí al curso superior del Amazonas, rodeada de la mayor selva tropical del mundo donde viven incontables especies únicas y en peligro de extinción.

¿Qué no te puedes perder?

  • Revivir el boom del caucho en el Teatro Amazonas, la ópera de Manaos.

  • Probar los ingredientes locales en los platos del Restaurante Banzeiro.

  • Tomar el sol en la Praia da Lua, una playa hermosísima que solo es accesible en barco.

  • Ver como se encuentran los ríos Negro y Solimões en Encontro das Águas. 

 

La rica biodiversidad de la selva amazónica rodea Manao. © Travel Stock/Shutterstock

La rica biodiversidad de la selva amazónica rodea Manaos. © Travel Stock/Shutterstock

En Manaos reina la emoción ahora que la Amazonia se prepara para albergar, en el 2025, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Junto con Belém, la otra metrópolis amazónica, la ciudad más poblada de la jungla es desde hace tiempo un foco clave en la actual lucha por salvar la selva amazónica. Mientras las ONG, incansables, trabajan para limpiar los igarapés (arroyos y pequeños ríos) de la ciudad y combatir la deforestación, la capital del Amazonas brasileño está en condiciones de librar justa batalla junto al turismo sostenible y las iniciativas indígenas. 

 

Lodges ribereños sostenibles 

Casas en la orilla del río Amazonas, Manaos. © Deborah Sheppard/Shutterstock

Casas en la orilla del río Amazonas, Manaos. © Deborah Sheppard/Shutterstock

Cuanto más se aleja uno de Manaos, más exclusivo y remoto se vuelve el alojamiento (dos de los mejores lodges ribereños, Anavilhanas y Uakari, están a varios cientos de kilómetros de distancia), pero la ciudad y sus alrededores ofrecen opciones para visitar la selva de forma sostenible. En Uiara Lodge guías indígenas dirigen rutas a pie por la selva y excursiones nocturnas por el lago Salvador, a 8 km de Manaos, e inspiran a los ecoturistas con historias de generaciones que han vivido de la tierra.

Barca de madera en el Amazonas, Manaos. © Anna ART/Shutterstock

Barca de manera en el Amazonas, Manaos. © Anna ART/Shutterstock

Marilia Costa, anfitriona cabloca (término que designa a una persona de ascendencia indígena-europea) de Manatí Lodge, pasó su niñez viajando por la "tierra del guaraná", en lo más profundo del Amazonas, en Maués. Su lodge apuesta por la autenticidad rústica y el ecoturismo de bajo impacto (no se interacciona con animales salvajes ni se nada con delfines rosas), y el tambaqui y el tucunaré pescados con métodos ecológicos realzan las recetas caseras del chef local. En Juma Lodge la arquitectura sostenible usa las técnicas empleadas en las casas indígenas. El 90% del personal procede de pueblos vecinos de la jungla y el lodge funciona con energía solar fotovoltaica y cuenta con biodigestor, planta de tratamiento de aguas residuales y centro de reciclaje y de residuos.

En la ciudad, la Reserva Forestal Adolpho Ducke protege el bosque urbano más grande del mundo y, al otro lado del río negro, el Parque Ecológico Janauari tiene más de 126 km2 de bosque inundado, con nenúfares gigantes y fauna poco común. Ambos son un buen aperitivo de los 6,7 millones de km2 de selva que los rodea. 

Un tucán salvaje en la Amazonia brasileña. © Fedor Selivanov/Shutterstock

Un tucán salvaje en la Amazonia brasileña. © Fedor Selivanov/Shutterstock

 

Cocina y restaurantes nativos 

La riqueza del Amazonas ofrece una enorme variedad de sabores, texturas y experiencias culinarias, casi todas ellas nuevas para la mayoría de paladares. Conocemos el açaí, antioxidante y rico en hierro, que se puso de moda en todo el mundo, pero nada más, y un paseo por el mercado municipal Adolpho Lisboa es como una cabalgata de sabores y aromas nuevos: copos afrutados de tucumá, pimiento picante murupi, harina crujiente ovinha (se usa para rellenar pescado, hacer farofa o cuscús) y tucupí, un caldo amarillo que se extrae de la mandioca y que se usa en muchos platos regionales. La carta del primer restaurante indígena de Brasil, Biatüwi, incluye estas revelaciones gastronómicas de la cuenca del Amazonas (destacan la sopa picante de pescado sateré-mawé de la chef Clarinda Ramos, con tucupí negro, y el tambaqui asado sobre hojas de coco). Y que nadie se pierda el sándwich típico de la ciudad: el x-caboquinho (queso en grano, banano pacovã frito y virutas de tucumã). 'Bom apetite!'

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