Uzbekistán

Texto por
Autores de Lonely Planet
Plaza Registan en la ciudad de Samarcanda, Uzbekistán. © Dudarev Mikhail/Shutterstock
Plaza Registan en la ciudad de Samarcanda, Uzbekistán. © Dudarev Mikhail/Shutterstock
De oasis a oasis por Uzbekistán, por las arenas de los desiertos de Kyzyl Kum y de Karakum, el turismo moderno recorre las redes comerciales de siglos pasados. Aunque el tren de alta velocidad y una práctica red de vuelos nacionales sustituyen a las caravanas de camellos de antaño, las antiguas Samarcanda, Bujará y Jiva evocan la época de la Ruta de la Seda. Al norte, en los montes Nuratau, una iniciativa de turismo comunitario acoge a viajeros que quieren conocer un ritmo de vida más local entre comunidades de pastores que viven bajo fortalezas en ruinas.

¿Qué no te puedes perder?

  • Visitar las madrazas del Registán en Samarcanda.

  • Tomar el té en las teterías de Lyabi Hauz o regatear con los comerciantes de los bazares.

  • Subir al minarete Islom Hoja de Jiva y contemplar las vistas del Ichon Qala y los desiertos.

  • Ir de excursión a los montes Nuratau, explorar senderos de pastores y cenar en pensiones familiares.

 

Ciudades de la Ruta de la Seda

Desde la seda china y los dátiles iraníes hasta las hordas de mercaderes que los transportaban, las ciudades de la Ruta de la Seda uzbekas han sido núcleos comerciales y culturales de Asia central durante miles de años. Desde el s. IV a.C. en adelante las ciudades oasis de Samarcanda, Bujará y Jiva florecieron como imperios medievales gracias a los tributos, el comercio y los botines de guerra para convertirse en potencias dominantes de Asia central, definidas como emiratos independientes hasta que pasaron a formar parte del Imperio ruso a finales del s. XIX. 

Plaza Registan en la ciudad de Samarcanda. © monticello/Shutterstock

Plaza Registan en la ciudad de Samarcanda. © monticello/Shutterstock

Cada una de estas tres ciudades posee un carácter único y todas ellas son accesibles en tren o avión desde la capital, Taskent. Samarcanda se caracteriza por su plaza central, el Registán, y las tres imponentes madrazas que la rodean, pero también por los mosaicos del mausoleo Gur-e-Amir de Tamerlán, fundador del Imperio timúrida, que abarcaba desde la actual Turquía hasta la India; en la necrópolis de Shah-i-Zinda yacen los parientes y consejeros del propio Tamerlán. 

Complejo de Lyabi Hauz en Bujará. © saiko3p/Shutterstock

Complejo de Lyabi Hauz en Bujará. © saiko3p/Shutterstock

Bujará integra la historia en la vida moderna de forma más directa. Desde los estanques de la plaza Lyabi-Hauz salen calles medievales hacia barrios residenciales salpicados de mezquitas, madrazas y populares salones comerciales, cada uno de ellos dedicado a un oficio (cambistas, sombrereros, joyeros y tejedores de alfombras) pero hoy llenos de tiendas de souvenires: la mercancía ha cambiado, pero el espíritu comercial y la clientela internacional siguen la tradición de la Ruta de la Seda.

Fortaleza de Ichon-Qala, Jiva. © Daniel Prudek/Shutterstock

Fortaleza de Ichon-Qala, Jiva. © Daniel Prudek/Shutterstock

Jiva, la más pequeña y remota de las tres ciudades, cuenta con el casco antiguo y la fortaleza de Ichon-Qala, muy bien conservados, y desde hace poco atrae casi tanto turismo como las otras dos. Se la ha descrito como un museo al aire libre, por su escala y nivel de conservación, y ha sido declarada Capital del Turismo del Mundo Islámico 2024. Si a ello se le suma la finalización prevista de las líneas de tren de alta velocidad desde Bujará, recibirá más visitantes que nunca.

 

Vida tradicional y fortalezas antiguas

Lejos de las antiguas rutas comerciales y de miradas indiscretas, los pequeños pueblos de montaña permanecieron ocultos en los valles bajos de los montes Nuratau. Los que están al norte de las grandes ciudades de la Ruta de la Seda cuentan con fortalezas abandonadas y senderos de pastores que los unen, usados ahora tanto por aldeanos como por turistas. 

Montañas negras de Nuratau. © Nadezhda Bolotina/Shutterstock

Montañas negras de Nuratau. © Nadezhda Bolotina/Shutterstock

Aunque los habitantes de las Nuratau fueron colectivizados en época soviética, la independencia supuso un retorno a las viejas costumbres, y a medida que el gobierno de Uzbekistán sigue liberalizándose desde el cambio de liderazgo del 2016, las facilidades para abrir pequeños negocios se han traducido en un aluvión de hospedajes familiares para alojar senderistas que exploran la región. 

Sea cual sea el itinerario por Uzbekistán, el acceso al país hoy es mucho más fácil que en la época de las caravanas. Ciudadanos de más de 80 países (incluidos toda la UE y el Reino Unido) pueden entrar en el país sin visado durante al menos 30 días, y 75 países que requieren visado (incluido EE UU) pueden solicitarlo a través de un visado electrónico.

Nuestras guías

Un recorrido por más de 200 libros de viaje para descubrir todos los países del mundo.