15 lugares para entender la historia de Malta

Escrito por
Lonely Planet España

4 Diciembre 2023
13 min de lectura
© Karina Movsesyan/Shutterstock
Mdina.

En medio del Mediterráneo, en un paso obligado para todas las culturas que han surcado este mar, este archipiélago tiene una historia de más de cinco milenios a sus espaldas. Quedan impresionantes muestras de arquitectura prehistórica, huellas de fenicios, romanos, árabes, normandos, franceses, británicos e incluso españoles, que también dejaron marca en estas islas. 

Pobladas desde al menos el año 5000 a.C., las islas maltesas poseen una historia apasionante e impresionantes muestras de construcciones prehistóricas. La geografía ha marcado el destino de Malta: sus puertos naturales y su privilegiada ubicación atrajeron olas de invasores, entre ellos fenicios, romanos, árabes, normandos, franceses y británicos. 

Se cree que los primeros habitantes llegaron desde Sicilia, a unos 80 km por mar. Mil años antes de que los egipcios construyeran sus pirámides, en Malta ya se construían megalitos gigantes. Con el auge de la navegación, hacia el año 1900 a.C., empezaron las invasiones, primero de los fenicios, a los que siguieron cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, suevos, angevinos y aragoneses. 

Pero, sin duda, los más influyentes fueron los caballeros de la Orden de Malta, que llegaron en 1530 tras recibir las islas del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a cambio del pago anual de un halcón maltés. Los caballeros llevaban más de 200 años en la isla de Rodas y pasaron de ser un ejército terrestre a la fuerza naval de combate más formidable de la época. Siglos después su poder se diluyó, llegó Napoleón y los franceses se quedaron la isla varios años hasta que cedieron su control a los británicos. Finalmente, el país logró la independencia en 1964. 

El resultado de esta ajetreada historia son los muchos lugares históricos y huellas arquitectónicas que hoy se pueden visitar, conformando un destino cultural único, que es como un resumen en miniatura de toda la historia del Mediterráneo. Estas son 15 visitas que nos ayudarán a comprenderla. 

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Centro de La Valeta. MTA ©

Centro de La Valeta. @visitmaltaes © 

1. Cueva de Għar Dalam: 500.000 años de prehistoria

La cueva-museo de Għar Dalam está 500 m al norte de Birżebbuġa, en la carretera principal desde La Valeta. Għar Dalam (“cueva de la oscuridad”) es una gruta de 145 m de largo en Lower Coralline Limestone. Hay un pequeño y anticuado museo que alberga la magnífica colección de fósiles encontrados en la zona, desde elefantes pigmeos hasta cisnes gigantes. 

Un sendero desciende entre jardines hasta la entrada de la cueva, donde una pasarela se adentra 50 m en la oscuridad de la caverna. La larga cueva subterránea alberga distintos estratos de fósiles: en los estratos más bajos de la caverna, con más de 500 000 años de antigüedad, se encuentran restos de hipopótamos, micromamíferos y aves. También es donde se han hallado los primeros indicios de presencia humana en la isla, con restos de cerámica que se remontan al año 5200 a.C.

2. Ġgantija: templos de gigantes (Gozo)

Sobre la cresta de la colina al sur de Xagħra, los impresionantes templos megalíticos de Ġgantija ofrecen grandes vistas de casi todo el sur de Gozo. Como dice su nombre (ġgantija significa “giganta”), son los más grandes de las islas maltesas: tienen muros de 6 m de altura y juntos abarcan más de 40 m. Los habitantes locales creían que estaban construidos por gigantes, de ahí su nombre. 

Aunque existen estructuras megalíticas en otros lugares, como Stonehenge (Inglaterra), su nivel de complejidad no es comparable al de las construcciones de las islas maltesas. Sigue siendo un misterio por qué y cómo un lugar tan aislado pudo mantener una cultura tan elaborada durante más de mil años.

El yacimiento tiene un magnífico centro de visitantes, con exposiciones que contextualizan los templos y muestran muchas de las extraordinarias tallas descubiertas en ellos, incluidas las famosas damas orondas, representaciones de diosas de la fertilidad. Junto con los de Ta’Ħaġrat y Skorba en Malta, están considerados los templos más antiguos del archipiélago maltés, datando de entre los años 3600 y 3000 a.C.

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Templos de Ġgantija. RobNaw/Shutterstock ©

Templos de Ġgantija. RobNaw/Shutterstock ©

3. Hipogeo de Ħal Saflieni, una maravilla neolítica

En la pequeña localidad de Paola hay dos extraordinarios enclaves Patrimonio Mundial de la Unesco. Bajo tierra está el hipogeo de Ħal Saflieni (“bajo tierra”), una necrópolis subterránea considerada la estructura neolítica mejor conservada del mundo. Parece que fue utilizado como lugar de culto y, posteriormente, como sitio de enterramiento, con unas 7000 tumbas. Fue descubierto en 1902 y lo más sorprendente es que estas estructuras parecen haber sido construidas como réplicas de las que hay en la superficie, tan erosionadas que apenas se distinguen. El hipogeo muestra la habilidad artesanal de hace más de 5000 años, e incluso conserva restos de pintura en sus muros. Son la prueba de lo desarrollada que estaba la sociedad. 

Es esencial reservar previamente en línea, conviene hacerlo con unos tres meses de antelación, pues se regula el número de visitantes para preservar la zona. Cerca están los templos de Tarxien, con enormes bloques de piedra decorados con dibujos en espiral, donde se han hallado muchos objetos que ahora se exponen en el Museo Nacional de Arqueología de La Valeta. 

4.  Huellas fenicias en las catacumbas de San Pablo

Los fenicios, los grandes comerciantes y navegantes del mediterráneo, estuvieron en Malta casi cinco siglos. Sin embargo, quedan pocos restos. Como gran muestra está el complejo de catacumbas de San Pablo, en Rabat, una red de sepulcros subterráneos excavada primero por los fenicios y utilizada después por romanos, cristianos y judíos. 

Explorar las catacumbas de San Pablo (llamadas así por su proximidad con la iglesia) es como una aventura. Cada pequeña zona de túneles tiene su propio punto de acceso, de modo que se puede entrar y salir como se desee.

Una huella de la civilización púnica perdura en la isla en los ojos pintados de las proas de los barcos de pesca tradicionales, los luzzu, para ahuyentar el mal de ojo. Los púnicos bautizaron su asentamiento como Maleth, la actual Mdina.

5. La Domus Romana de Rabat, sofisticación de una época de oro

En las afueras de Rabat, frente a la panadería Crystal Palace, se encuentran los restos de una villa cuyos finos mosaicos y varios utensilios dan fe del próspero y sofisticado período romano. La gran cantidad de estatuas halladas indica que su propietario fue un personaje relevante. Entre los mosaicos, destacan los del centro del peristilo original, que representan las Palomas bebedoras de Soso, un motivo romano de moda. 

Los romanos se expandieron por todo el Mediterráneo tras las Guerras Púnicas y tomaron el control de Malta hacia el año 218 a.C. Cicerón mencionó el templo de Juno en la actual Melita, y Diodoro Sículo describió Melita hacia el año 40 a.C. destacando sus excelentes puertos, grandes artesanos y fastuosas casas. 

6. La Cueva de San Pablo y el naufragio que trajo el cristianismo

Bajo la basílica de San Pablo en Rabat hay una oscura caverna iluminada por faroles y decorada con un barco plateado. Es un lugar importante en la historia de Malta: aquí, en el año 60, san Pablo naufragó en sus costas de camino a Roma. El apóstol tuvo una cálida acogida y se instaló en esta cueva, donde se cree que predicaba el evangelio. 

Publio, el gobernador romano, dio la bienvenida al santo, se convirtió al cristianismo y llegó a ser el primer obispo de Malta. Este fue el primer territorio romano en convertirse y desde entonces ha sido un país cristiano. Actualmente es una caverna oscura y escarpada, con poca luz y brillantes lámparas de plata. La estatua de san Pablo la incorporaron los caballeros en 1748, mientras que el barco de plata se añadió en 1960 para conmemorar el 1900 aniversario del naufragio del santo. 

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Mdina. Audrius Venclova/Shutterstock ©

Mdina. Audrius Venclova/Shutterstock ©

7. Mdina, el recuerdo de los árabes

Junto con La Valeta, Mdina es la gran visita que ningún turista deja de ver en su viaje a Malta. El nombre y el trazado de esta ciudad son árabes. La expansión islámica desde el siglo VII llevó a los árabes a conquistar Malta en el año 870 y Sicilia poco después. Ambos territorios estuvieron bajo dominio musulmán hasta el siglo XI, cuando muchos invasores terminaron por convertirse al cristianismo. 

Hay pocos vestigios de aquella época, pero sí topónimos de origen árabe, como Marsa (“puerto”; también Marsaxlokk, Marsalforn y Marsaskala), Mdina (“ciudad”), Rabat (“campo”), Għarb (“oeste”) y Għar (“cueva”). La lengua maltesa deriva en parte del árabe, igual que algunos platos de la cocina local, como los pastizzi y algunos dulces.

A Mdina se entra a lo grande por la puerta de Vilhena, a la que se accede por un puente con arcos de piedra, que sustituyó al antiguo puente levadizo de madera. Tras cruzarla, se puede deambular por el laberinto interior, una magnífica ciudad de piedra color miel que invita a retroceder en el tiempo.

8. Palazzo Falson (Mdina): de los normandos a los españoles

Para conocer cómo era la vida aristocrática tras las elegantes y sobrias fachadas de las mansiones de Mdina se puede visitar este palacio. El edificio, en el que han vivido varias generaciones de la familia Falson, Es la segunda casa más antigua de Mdina y refleja cómo las islas cambiaron de manos tras la conquista normanda de Malta y Sicilia (1090-1091). 

Comenzó como una casa medieval más modesta, después se reconstruyó como mansión normanda y se fue ampliando por sucesivas familias nobles. Tras perderlo los Falson en 1927 fue comprado por el artista y filántropo Olof Gollcher (1889-1962) y actualmente su visita ofrece una curiosa visión de un lujoso mundo privado con una curiosa colección particular de obras de arte y objetos decorativos. 

9. El Fuerte de San Telmo y los caballeros de Malta

El magnífico fuerte de San Telmo, una imponente masa que protege los puertos, ocupa la punta de la península de Sciberras y fue construido por los caballeros de la Orden de Malta en el año 1552 en tan solo cuatro meses. 

Malta pertenecía entonces al vasto Imperio español, en tiempos de Carlos V, quien cedió Malta a los caballeros como puesto de defensa estratégico en el Mediterráneo oriental ante el avance turco. Así, Malta se convirtió en escenario de una de las mayores contiendas entre Oriente y Occidente, que marcaría el futuro del país.

Más adelante, los británicos ampliaron el fuerte. La primera planta alberga el National War Museum, que evoca el Gran Sitio de Malta con un documental de relatos contemporáneos y frescos que ilustran aquella batalla.

10. La Valeta y el gran sitio de Malta

El lugar más impresionante de Malta es sin duda La Valeta, la diminuta capital maltesa, construida por los caballeros de la Orden de Malta en una península de tan solo 1 km x 600 m. Cuando la Unesco la declaró Patrimonio Mundial la describió como “una de las zonas de mayor concentración histórica del mundo”. 

La Puerta de la Ciudad, el edificio del Parlamento y la Ópera, diseñados por Renzo Piano, y la conversión de algunas de las casas más bellas de la localidad en preciosos hoteles-boutique, restaurantes y bares, ha redefinido el bonito perfil urbano y le ha dado nueva vida. Además de sus monumentos históricos, La Valeta está rodeada casi por completo por las aguas del Mediterráneo. 

El gran hecho histórico de La Valeta fue el asedio turco en mayo de 1565, cuando una flota otomana de 30 000 hombres atacó la ciudad, y el gran maestre Jean Parisot de la Valette dirigió un ejército de 700 caballeros y 8000 malteses hacia una victoria como la de David contra Goliat. Agradecidas, las potencias católicas donaron dinero a raudales y el resultado fue esta magnífica capital.

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La Valeta. MTA © 

La Valeta. @visitmaltaes © 

11. Teatru Manoel: buenos tiempos para los caballeros

Tras la victoria en el Gran Sitio, una remesa de nuevos caballeros llenó las arcas del tesoro de la prestigiosa Orden de Malta. El gran maestre Jean de la Cassière (1572-1581) mandó construir la Sacra Infermeria (hospital) y la magnífica concatedral de San Juan. En años posteriores, ya sin la amenaza turca, los caballeros cambiaron su función militar y monacal por la piratería y el comercio. 

En 1731, António Manoel de Vilhena, gran maestre portugués, mandó construir el bello Teatru Manoel para distraer a los caballeros y evitar que se metieran en líos. Su construcción, en un fastuoso estilo barroco, duró hasta el siglo XVIII, es uno de los más antiguos de Europa. Se puede visitar en interesantes circuitos guiados (con previa reserva).

12. El Palazzo Parisio y la llegada de Napoleón

Durante seis días de junio del 1798 el palazzo fue residencia de Napoleón durante la ocupación francesa. A finales del siglo XVIII casi todos los ingresos de la Orden provenían de Francia, y cuando las propiedades galas fueron confiscadas a raíz de la Revolución francesa, la Orden se vio en la ruina. 

En 1798, de camino a Egipto para luchar contra los británicos, Napoleón hizo escala en Malta para abastecer sus barcos. Los caballeros se negaron; los franceses desembarcaron de todas formas y conquistaron la isla casi sin oposición el 11 de junio de 1798. Abolieron la aristocracia, borraron escudos de armas, desacralizaron iglesias y cerraron monasterios. Hoy es la sede neoclásica y barroca del Ministerio de Asuntos Exteriores.

13. Las Líneas Victoria, un toque británico

Las Líneas Victoria, construidas para proteger los puertos del sur de Malta, son uno de los vestigios más espectaculares de la época británica. Como una pequeña Gran Muralla, estas líneas van de norte a sur del centro de Malta y ofrecen un magnífico paseo. Los británicos las construyeron a finales del siglo XIX para dividir el sur, de mayor importancia estratégica, y el norte, más vulnerable a los ataques. No obstante, nunca tuvieron función militar. Su nombre es un homenaje al jubileo de diamante de la reina Victoria.

La primera incursión británica en Malta fue para apoyar la rebelión local contra los franceses. Durante las Guerras Napoleónicas Malta fue un próspero enclave comercial, y en 1814 pasó a ser colonia bri-tánica. Tras una breve depresión, fue base naval durante la Guerra de Crimea y, con la apertura del canal de Suez, en 1869, pasó a ser un puerto clave en la ruta de los barcos de vapor entre Gran Bretaña y la India. 

Las líneas recorren 12 km por un escarpado de roca caliza de Fomm ir-Riħ a Baħar iċ-Ċagħaq. Tres fuertes (el de Madliena, el de Mosta y el de Binġemma) quedan unidos por una serie de murallas y baterías de cañones. El tramo mejor conservado, las Líneas de Dwejra, queda al norte de Mdina.

14. Refugios antiaéreos de Mellieħa: la isla fortaleza de la II Guerra Mundial

Durante la II Guerra Mundial los lugareños cavaron túneles en todas las islas, como en Mellieħa, para protegerse de los ataques aéreos de las fuerzas del Eje y los bombarderos Stuka. 

Mellieħa es uno de los refugios más grandes y evocadores de Malta, de 12 m de profundidad y unos 500 m de longitud. Transmite una sensación inquietante de cómo era refugiarse bajo tierra. Como importante base militar aliada, Malta fue uno de los enclaves más bombardeados durante el conflicto, con una ofensiva especialmente feroz en 1942, conocida como el Sitio de Malta. De 1941 a 1942 hubo más de 3000 bombardeos sobre el país. En todas las islas, la población se refugió bajo tierra para sobrevivir.

Estos túneles, lejos de ser simples, forman un complejo que incluye un pequeño hospital con una zona de maternidad, habitaciones privadas para familias y una sala vigilada para los tesoros nacionales. El 15 de abril el rey Jorge VI concedió la Cruz de San Jorge, la mayor condecoración británica al valor civil, a toda la población de Malta. Tras la guerra, la isla se independizó. 

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La Valeta desde el puerto. MTA © 

La Valeta desde el puerto. @visitmaltaes © 

15. El edificio del Parlamento, un símbolo de la Malta moderna

La adhesión a la Unión Europea y al euro a principios de los 2000 atrajo mucha inversión. El edificio del Parlamento, construido por Renzo Piano en el 2015 representa la nueva imagen de La Valeta, el símbolo de una nación consolidada y próspera. Es espectacular, con dos enormes bloques de piedra que parecen suspendidos en el aire, pero sostenidos por pilotes. 

El primer ministro maltés de 1955 a 1984 (con un paréntesis de una década entre 1964- 1974) fue el laborista Dominic (Dom) Mintoff, que supervisó la conversión de Malta en república en 1974, expulsó a los servicios armados británicos en 1979. En los últimos años continúa el crecimiento, pero con una preocupación creciente por la inmigración descontrolada, el sobredesarrollo y la corrupción.

 

Para más información: Visit Malta - El sitio oficial de turismo de Malta, Gozo y Comino - Visit Malta.

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