El mundo a bordo de una bicicleta de montaña
Los aficionados al ciclismo se preparan a fondo para la gran cita del verano: un buen sillón o una hamaca, una televisión, cuanto más grande mejor, refrescos, copas o cafés, buenos amigos para comentar los mejores momentos… y ya se está preparado para seguir la Vuelta ciclista a España, un clásico de las siestas de cada verano. Para quienes no se conformen con “practicar” el ciclismo en la tele, tal vez sea el momento de preparar un buen viaje deportivo sobre dos ruedas.
1. Los Borders, Escocia
Los 7stanes (“siete piedras”, en gaélico) son siete estaciones de bici de montaña en territorios de la Forestry Commission repartidas por los Scottish Borders. De Kirroughtree, con vistas al mar de Irlanda, a Glentress e Innerleithen, al sur de Edimburgo, pasando por Glentrool, Mabie, Dalbeattie, Ae y Newcastleton, las 7stanes son mundialmente famosas por sus rutas, aptas para cualquiera y clasificadas según el nivel de dificultad. Tras acostumbrarse al clima y al acento, el viajero puede ir a las Tierras Altas y sacar partido a la ley escocesa del libre acceso a los espacios naturales.
Glasgow y Edimburgo son las puertas de entrada a este recorrido.
2. Los Alpes, Francia
Las colinas cobran vida con el chirrido de los frenos; en verano las estaciones de esquí de la Alta Saboya abren los remontes a los ciclistas de montaña y las pistas de la mayor cordillera de Europa se convierten en territorio de corredores con protección y cascos integrales. Las estaciones de la amplia región de Portes du Soleil, como Les Gets, tienen áreas para bicicletas, bike parks con zonas de salto, bajadas y wall-rides, mientras que en Verbier se pueden recorrer estrechos senderos en compañía de un guía local.
En las cotas altas hay nieve todo el año, y para disfrutar de ellas se puede partir de Ginebra o Grenoble.
3. Isla Norte, Nueva Zelanda
Nueva Zelanda, país de grandes aficionados a las actividades al aire libre, fue pionera en ciclismo de montaña. En sus parques nacionales están prohibidas las bicicletas, pero en la isla Norte hay varios Mountain Bike Parks, ideales para los que buscan rutas exigentes. Makara Peak, a pocos minutos del centro de Wellington, acoge a 100 000 ciclistas cada año. Más al norte, cerca de las aguas termales de Rotorua, el bosque de Whakarewarewa ofrece 70 km de rutas entre pinos, eucaliptos y helechos. En la Isla Sur van más a lo grande: ciclistas y bicicletas pueden subir en helicóptero a la estación de esquí Coronet Peak, en las Remarkables Mountains.
El invierno (junio-agosto) es frío y nieva en las alturas; es mejor ir en verano (septiembre-mayo).
4. Whistler, Columbia Británica, Canadá
En Whistler Bike Park la temporada de ciclismo empieza en mayo: se guardan las tablas de snowboard y se ponen a punto las bicis. La mayor estación de esquí de la Columbia Británica abrió por primera vez sus remontes a los ciclistas en 1999 y hoy tiene más de 200 km de rutas con una inclinación de 1500 m verticales. Si uno se cansa de que le adelanten niños de diez años en pistas como A-line o Freight Train, que se aventure por las rutas campo a través. Otras estaciones de Columbia Británica, como Sun Peaks y Silver Star, también abren sus puertas a los ciclistas de montaña.
Whistler está situado a unas 2 h en automóvil desde Vancouver.
5. Las Rocosas, Colorado, Estados Unidos
Por algo a Denver, la capital del estado, la llaman Mile-High City, por sus 1609 m de altitud (una milla), una experiencia de alto vuelo. Los ciclistas del llano tardan unos días en aclimatarse a la altura entre los majestuosos parajes de la parte occidental del estado. En Durango, Crested Butte, Leadville, Telluride, Fruita y Boulder los ciclistas son parte del paisaje; incluso la cervecera New Belgium, de Colorado, tiene una llamada Fat Tire Ale, en recuerdo de un viaje en bicicleta por Europa. Hay rutas, como la 401, que sale de Crested Butte, que cubren distancias épicas por remotos prados y cañones.
6. Himalaya, Nepal
Los alpinistas llegaron primero, pero por fin las bicis de montaña tienen su sitio en la cordillera más espectacular que existe. En lugar de caminar montaña arriba entre yaks y sherpas, es mejor montar en bicicleta y rodar por las colinas del valle de Katmandú y los alrededores de Pokhara hacia el noroeste de la capital. Una bici de montaña siempre ha sido un pasaporte a la aventura pero aquí es también una máquina del tiempo; por los senderos menos trillados se descubren pueblos ocultos, con sus pagodas y ruedas de oración.
En Nepal hay pocos guías de bici de montaña, pero en el centro de Katmandú se puede encontrar una agencia.
7. Marin County, California, Estados Unidos
Este es un homenaje a la cuna del ciclismo de montaña moderno. A mediados de los años setenta, en los cortafuegos del monte Tamalpais, un puñado de entusiastas melenudos con camisas de franela corrían cuesta abajo con bicicletas cruiser de rugosos neumáticos. A las autoridades no les gustó la idea y equiparon a los guardias forestales con radares de velocidad. Tras pedalear por el ‘Tam’, se puede cruzar el Golden Gate e ir a Downieville, en Gold Country, California: allí fue donde el invento de aquellos pioneros alcanzó su máximo potencial.
La puerta de entrada es San Francisco. Se puede ir de abril a octubre, pero teniendo cuidado con la nieve en las cotas más altas.
8. Finale Ligure, Italia
Para los aficionados al ciclismo de montaña, las vacaciones perfectas incluyen sol, mar y una buena ruta polvorienta. Finale Ligure, una ciudad entre Niza y Génova, en la Riviera italiana, lo tiene todo. Los recolectores de castañas abrieron las primeras rutas por las colinas y cabos de la zona; hoy son los ciclistas quienes ruedan entre los árboles de este terreno calizo y lleno de polvo. La recompensa tras tantas horas sobre el sillín es comer mozzarella, tomate fresco y aceite de oliva de la región con vistas al Mediterráneo.
Los aeropuertos de Niza y Génova están a 1 h de distancia. En verano hace mucho calor y la mejor época es primavera y otoño.
9. North Shore, Columbia Británica, Canadá
“Sígueme”, dirá el guía. Y el viajero contestará “¿En serio?”. Los circuitos de North Shore, en Vancouver, son el lugar donde uno explora sus propios límites. En las Coastal Mountains los ciclistas locales montaron puentes con troncos y escaleras de madera (ruedan sobre enormes rocas, no alrededor de ellas). De este a oeste, los picos clave son el monte Seymour, el Fromme y Cypress. Las rutas que serpentean entre tsugas y cipreses son cortas, empinadas e intensas; muchas no son aptas para quienes sufran de vértigo, pero otras, como Pangor en el monte Seymour y Lower Oil Can en el Fromme, son recomendables para quienes tengan un nivel intermedio.
Más información en la North Shore Mountain Bike Association.
10. Hurricane, Utah, Estados Unidos
El océano ocre de rocas que rodea Moab, al este de Utah, atrae a multitudes y a las revistas deportivas, pero si se va a las ‘mesas’ (mesetas) y llanuras que rodean Hurricane y Virgin se descubre una nueva dimensión del mountain bike. En Gooseberry Mesa las rutas singletrack abrazan bordes de acantilados y trazan un recorrido por campos de rocas parecidos al paisaje marciano (se necesita un mapa y buenas indicaciones para dar con el comienzo de las rutas). Al norte, la ciudad de Virgin es el escenario del evento más extremo: el Red Bull Rampage.
El aeropuerto más cercano es el de St. George.