Bañada en la cálida luz de una puesta de sol veraniega o envuelta en las neblinas del invierno, Trujillo puede resultar realmente mágica. El centro histórico de esta ciudad es uno de los cascos antiguos medievales mejor conservados de España. Comenzando por la Plaza Mayor, su esplendor se extiende subiendo por la ladera hasta un laberinto de mansiones, patios frondosos, huertos, plazas tranquilas, iglesias y conventos, todo ello rodeado por 900 m de murallas que circundan la parte alta de la ciudad. Esta parte de Trujillo es del s. XVI, cuando los hijos pródigos de la ciudad regresaron a casa procedentes de las Américas y convertidos en conquistadores ricos. El legado que aportaron a su ciudad natal pervive hoy de modo solemne y bello.