Gracias a su patrimonio romano y vikingo, a su muralla antigua y a la maraña de calles empedradas, York es un escaparate viviente de la historia de Inglaterra. Lo mejor es unirse a un circuito guiado a pie por el centro y sumergirse en su red de pasadizos, en cada uno de los cuales subyace un relato de fantasmas o un personaje histórico. También se impone explorar el laberinto de York Minster, la catedral medieval más grande del norte de Europa, y admirar las muestras de épocas más recientes en el Museo Nacional del Ferrocarril, la mayor colección de locomotoras antiguas del mundo.