Nové Město es un barrio largo de formas arqueadas que bordea Staré Město por sus extremos este y sur. El nombre se traduce como “Ciudad Nueva”, algo no del todo apropiado, pues la zona surgió hace 700 años por encargo del emperador Carlos IV. Al contrario que Staré Město o Malá Strana, carece de encanto histórico, sobre todo debido a la profusa labor de reconstrucción que experimentó en el s. XIX.
El día comienza con un café en el Kavárna Slavia, mejor en una mesa con vistas al castillo de Praga. Recorriendo la orilla hacia el sur se llega a la isla Eslava, para alquilar una barca de pedales y disfrutar de unas vistas del puente de Carlos desde el agua. Más al sur, está la Casa Danzante, diseñada por Vlado Milunić y Frank Gehry, uno de los pocos edificios modernos de Praga en dejar huella en los círculos arquitectónicos. Al este, se ubica la iglesia de San Cirilo y San Metodio, escenario del dramático enfrentamiento entre los nazis y un grupo de valientes paracaidistas checoslovacos durante la II Guerra Mundial.
Al norte, por Na Zderace, se va a una zona más tranquila de Praga, situada al sur de Národní třída, para almorzar comida tailandesa en el Lemon Leaf o una sopa y un bocadillo en el Globe Bookstore & Cafe.
De noche, lo mejor es ir al ballet o la ópera en el precioso Teatro Nacional o disfrutar del jazz del Reduta. Los niños pasarán una buena noche en el Laterna Magika. El Cafe Louvre, aunque solo sea una cafetería, sirve una cena checa genial y con estilo.