Aunque la parte oeste de Oslo, con el suelo más caro del país, sea ante todo un sector residencial, sus arboladas calles con villas señoriales y edificios de pisos del s. XIX desplegados en abanico desde detrás del Palacio Real hasta Frognerparken son una auténtica delicia. La zona reúne además unos cuantos puntos de visita obligada y varios sitios nuevos e interesantes para comer y beber.
Se toma el T-bane o el tranvía hasta Vigelandsanlegget, una instalación de esculturas donde es fácil sentirse abrumado. Para recuperarse, nada como tumbarse sobre la hierba en el bucólico Frognerparken.
También en el parque, se visita el Vigeland Museum para conocer los métodos de trabajo del escultor y ver su casa-estudio. Después se puede comer en plan pícnic bajo los árboles antes de dirigirse al Museo de la Ciudad de Oslo, frente a la entrada sur del parque.
Se regresa a la ciudad por las calles de Frogner, con sus edificios notables, visitando de paso la Nasjonalbiblioteket y el Instituto Nobel. Se entra en Oslo Contemporary, con interesantes exposiciones conceptuales en un antiguo garaje, y después cabe poner rumbo a Fyr Bistronomi para cenar.