La rica gastronomía callejera de Baja California

Texto por
Ray Bartlett, autor de Lonely Planet
Comida callejera, Baja California, México
mdurson_Shutterstock

Baja California, Best in Travel 2018

Todos hemos visto puestos de comida callejeros (y olido sus deliciosos aromas), pero hay que ser valiente para plantarse ante uno y pedir algo; unas veces porque vamos tan directos a nuestro destino que no apreciamos lo que tenemos delante, y otras porque dudamos de si la comida es segura, de si estará rica o de si huele mejor de lo que sabe. El truco está en saber qué se busca y comprarlo donde lo compran los lugareños.

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Baja California ofrece uno de los mejores viajes por carretera del mundo, y parar a comprar comida de calle puede hacerlo todavía más sorprendente:

 

Comprar churros en la frontera

Churros, Baja California, México © VVDVVD / Shutterstock Churros, Baja California, México © VVDVVD / Shutterstock

Tanto si se llega a Baja California, Méxicodesde San Isidro o si se está a punto de regresar a San Diego con el viaje tocando a su fin, no hay que pasar por alto la frontera como uno de los sitios donde comer bien. Se puede comprar de todo —desde enormes estatuas de la Virgen María hasta coloridas máscaras de lucha libre–, pero lo mejor son los churros: esos sabrosos cilindros crujientes que se venden rellenos de crema, caramelo o chocolate. A diferencia de los que se compran en las tiendas, estos se rellenan al momento y uno puede comérselos, todavía humeantes, en el coche.

 

Guía México

 

Almejas Pismo al sur de San Quintín

Almejas Pisco, Baja California, México © Lindsay Lauckner Gundlock / Lonely Planet Almejas Pisco, Baja California, México © Lindsay Lauckner Gundlock / Lonely Planet

A tres horas de la frontera de California con México hay un pequeño pueblo llamado San Quintín. Es fácil pasar de largo, y mucha gente lo deja atrás después de pernoctar en Ensenada; pero los más avispados se desvían hacia el sur, donde unos treinta chiringuitos pequeños flanquean la carretera. Cada uno de ellos es diferente: hay uno con dibujos carnavalescos en la fachada y otro decorado con los huesos de una ballena; algunos son solo carritos, pero todos cocinan algo mágico en su interior: almejas Pismo al vapor. Estos grandes moluscos son de lo más fresco que hay, ya que los han recogido los maridos o los hermanos de las cocineras a primera hora de la mañana. Los abren, les echan jugo de lima y un picadillo de cebolla, tomate y aguacate, los envuelven en papel de aluminio y los asan al punto. Se sirven muy calientes y son un gran tentempié o incluso una comida a cualquier hora del día.

 

Guía Best in Travel 2018

 

Tacos de pescado en Baja

Tacos de pescado, Baja California, México © Paul Brighton / Shutterstock Tacos de pescado, Baja California, México © Paul Brighton / Shutterstock

En restaurantes de todo el mundo se sirven “tacos de pescado de Baja”, pero no hay nada como comérselos en la misma Baja, y quizá el mejor sitio para hacerlo sea un humilde carrito ambulante que hay en La Paz llamado Hermanos Gonzalez. Se halla al final de la Calle Madero con Degollado, y los lugareños lo frecuentan por sus camarones y pescado, rebozados y crujientes, servidos con tortitas de maíz o de harina en platos de plástico tapados con una bolsa. Se puede elegir entre una increíble selección de salsas y condimentos, casi todos ellos picantes, y comerse los tacos sentado en uno de los taburetes (si hay alguno libre). Los tacos cuestan un par de dólares y es difícil no comerse unos cincuenta…

 

Tamales en Todos Santos

Tamales mexicanos, México © AGCuesta / Shutterstock Tamales mexicanos, México © AGCuesta / Shutterstock

Hay gente con la misma pasión por los tamales que por la religión o la política; y con razón, porque un tamal perfecto es algo casi divino. Lo que no admite discusión es la textura: los tamales tienen que ser húmedos, suaves, blandos y casi pringosos; no pueden ser secos, hojaldrados o quebrarse cuando se les retira la cascarilla del maíz (la cascarilla es imprescindible). Pueden tener rellenos muy variados, desde queso y chile hasta pollo o ternera. La pequeña localidad turística de Todos Santos tiene dos puestos estupendos para comer tamales si uno es un fan acérrimo de este tentempié. El primero está en el extremo norte de la ciudad y es un mercado callejero con una larga hilera de puestos. Uno de los puestos (hay que preguntar) sirve magníficos tamales de ternera que se agotan tan rápido que cuesta creer que realmente los vendan. Si se prefiere pollo, hay que pedir indicaciones para llegar al mercado El Rey Sol II, donde un tipo (el “tamale guy”) llega montado en bicicleta con un carrito y una hielera. Con un poco de suerte, suele aparecer por la tarde. Si el viajero no llega a tiempo, tendrá que regresar al día siguiente porque él ya los habrá vendido todos.

 

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Un sorbo de arcoíris

'Aguas' de hibisco, México © MarieKaz / Shutterstock 'Aguas' de hibisco, México © MarieKaz / Shutterstock

Una de las delicias secretas de las calles de México es tan sencilla que mucha gente la pasa por alto, incluso a pesar de tenerla ante las narices: las ‘aguas’ de sandía, melón cantalupo, hibisco, piña, limonada y demás que se venden en bolsas de plástico selladas con una goma elástica para beberlas con una pajita. Estas bebidas llamadas ‘aguas' se elaboran mezclando fruta fresca, hielo y una pizca de azúcar si es necesario, y después se les añade más hielo. La ambrosía resultante es tan deliciosa que uno se siente como si estuviera bebiéndose uno de los colores del arcoíris. Cuando el calor aprieta, no hay nada mejor que dar con un vendedor de ‘aguas’; seguro que el viajero se termina la bebida enseguida y repite en un abrir y cerrar de ojos.

 

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