Boise, EE UU

Texto por
Lex Nelson, autor de Lonely Planet
Boise Farmers Market.
© Darwin Fan/Getty Images

Por qué visitar Boise

Boise es una ciudad de tamaño mediano que ha sabido conservar la seguridad, el encanto y el orgullo local de un pueblo agrícola, incluso tras una década de auge demográfico explosivo. Es posible disfrutar de una buena excursión y un buen guiso de cordero un día y, al siguiente, de la ópera y los bares de vinos más urbanitas. Tanto si se visita con la idea de recorrer las montañas en bicicleta, esquiar o asistir al Jaialdi (uno de los festivales vascos más grandes del mundo), aprender un poco de la historia de la ciudad realzará aún más su atractivo. 

Cuándo ir

Primavera/otoño (Abr-may y sep-oct) 

  • Es cuando hace mejor tiempo, con máximas de 15-26°C en ambas estaciones. 
  • Se evitan las multitudes –y los precios disparados– que implican el esquí en invierno y el festival Treefort Music Fest en marzo.
  • Se encuentran ricos productos locales de temporada (deliciosas ensaladas verdes en abril, los últimos melocotones jugosos en septiembre y buena carne de cordero, ternera y alce todo el año) en el Boise Farmers Market, el Capital City Public Market y en las cartas de los restaurantes. 
  • Se esquiva el humo de los incendios forestales del verano y del esmog de la inversión térmica del invierno. 
  • En otoño destacan el festival Art in the Park del Boise Art Museum, el Flipside Fest (el hermano pequeño del Treefort) y el Boise Brewing’s Hoptober Freshtival

 

Presupuesto diario 

  • Habitación doble en hotel de precio medio: 115-200 €
  • Cena en un restaurante local: 20-50 €
  • Entrada a un museo: 5-18 €
  • Copa de vino: 10 €    
  • Pinta de cerveza: 6,50 €

 

Itinerarios perfectos

Itinerario para un día perfecto

Mañana

8.00 – El día empieza en el coche, rumbo al inicio de la ruta Camels Back, situada al final de la 9th St, al pie de la montaña. Por el camino se contemplan las casas del North End, un batiburrillo de mansiones históricas de finales del s. XVIII y principios del s. XIX, hasta llegar al aparcamiento improvisado y lleno de polvo. Es hora de mover el cuerpo con una buena excursión por la Florence’s Trail (#43). Al llegar a lo alto de la cresta, corta pero empinada, se admiran las vistas de los bungalós y las casas de estilo reina Ana que se extienden por debajo. 

La ruta Camels Back. © Tamara Kenyon/Lonely Planet

La ruta Camels Back. © Tamara Kenyon/Lonely Planet

A juzgar por las vistas de este mirador, Boise está a la altura de su apodo: «la ciudad de los árboles». En otoño el valle se convierte en un mar de colores rojos y dorados salpicado por los edificios de oficinas del centro y la cúpula del Idaho State Capitol Building. Tras seguir la Camels Back Trail (#40) al otro lado de la cresta para disfrutar de las mejores vistas, se puede retroceder o bajar las escaleras hasta el parque y rodear la colina para volver al aparcamiento. 

8:45 – Se sigue por 9th St hasta el centro y se aparca en ParkBOI 9th & Front Garage (3 €/h o 15 €/día) para evitarse el trajín de ir echando monedas al parquímetro, y después se da un corto paseo por 8th St hasta llegar a Slow by Slow Coffee. Al entrar se aprecian el aroma de la cafeína y las suaves melodías del tocadiscos, y es que en este local sirven el mejor café de Boise. También hay que pedir uno de los cruasanes artesanales de Gaston’s Bakery (a mí me vuelve loco el de almendras). Es buena idea sentarse en las mesas de la acera a disfrutar del desayuno y dedicarse a ver pasar a trabajadores de restaurantes, ciclistas y lugareños que pasean el perro por el llamado restaurant row, un apodo muy acertado.

10.00 – Se pasea por Boise mientras la ciudad se despierta y se curiosea en las tiendas locales. En Idaho Made and Mixed Greens venden recuerdos hechos a mano, desde bisutería hasta artículos de cuero, láminas artísticas y productos para el cuidado de la barba. En BANANA Ink disponen de ropa y accesorios decorados con la iconografía de Idaho, mientras que The Record Exchange es ideal para comprar discos de segunda mano (entre ellos, los de los hijos predilectos de Boise, Built to Spill) y artículos del Treefort Music Fest.

Conviene visitar el campus de Jack’s Urban Meeting Place (JUMP), un espacio comunitario y de oficinas que parece un montón de bloques de un juego de construcción infantil, pero de cristal. Se puede ver la colección de tractores y dejar que nuestro niño interior corretee por el enorme patio de recreo, que tiene una estructura escalable de tres plantas y un tobogán de cinco pisos (el tobogán abre los sábados a las 10.00 y de martes a viernes a las 12.00).

 

Mediodía

12.00 – Desde JUMP, se usa Broad St para cruzar 9th St, luego se tuerce a la izquierda por 8th St y se va a almorzar a Warehouse Food Hall. Es un local muy concurrido que también funciona como incubadora de restaurantes, con puestos que sirven desde tacos de panceta coreanos (Wok N’ Roll) hasta carnes al estilo tejano (Neighbor Tim’s BBQ) y pizza tailandesa (Anzalone Pizza). Es ideal para sentarse en una mesa comunitaria y entablar conversación con algún lugareño. 

JUMP. © Tamara Kenyon/Lonely Planet

JUMP. © Tamara Kenyon/Lonely Planet

13.00 – Después de almorzar se descarga la app Vall-eBike, se va a por una bicicleta en el puesto más cercano, o un patinete eléctrico Lime, Bird o Spin en cualquier esquina, y se pone rumbo al sur. En el Idaho Anne Frank Human Rights Memorial se descubrirán figuras como la del senador Frank Church, activista por los derechos humanos. Luego se sigue la ruta por el Boise River Greenbelt, un carril bici de 40 km junto al río que une Boise con el barrio de Garden City, que se está aburguesando rápidamente, y la exclusiva comunidad de Eagle. Si se pedalea hacia el oeste siguiendo el río 4 km más, se llega a Esther Simplot Park, desde donde se cruza el puente de la izquierda hacia Garden City. 

13:20 – Se sigue en el Greenbelt 1,6 km más, pero se abandona a la altura de 43rd St para pedalear entre los pintorescos estudios de arte y tiendas de reparaciones del Surel Mitchell Live-Work-Create District hasta llegar a West Chinden Blvd, el núcleo del panorama cervecero y vinícola de Garden City. Se aconseja disfrutar de una cata de vinos en Par Terre Winery o en Cinder Wines, o recorrer un par de manzanas de vuelta a Boise para pasar la tarde lanzando hachas en Section 37 Axe Room (25 US$/h por persona). 

15.00 – Se regresa al centro con la bici de Vall-eBike o el patinete. Se sigue por 8th St hasta River St, se tuerce a mano derecha y se pasa por South Capitol Blvd para contemplar el Boise Art Museum (BAM) y el Idaho State Museum, a la derecha, hasta llegar al Basque Block. En este punto se devuelve la bici o el patinete. Un consejo: los amantes de las artes visuales deberían dedicar al menos 1 h otro día a ver el BAM. Este museo sin ánimo de lucro alberga exposiciones itinerantes de diversos medios y cuenta con una colección permanente de 4000 obras. No hay que perderse el jardín de esculturas al aire libre.

 

Tarde

15.15 – En Boise viven casi 16 000 vascos, una comunidad que mantiene vivas sus raíces por medio del Basque Museum and Cultural Center y el Basque Market. El museo alberga fotografías; objetos auténticos, como los vagones de ovejas; narrativa oral y exposiciones itinerantes, a menudo interactivas, como Estereoskopiko, una colección de fotos que se contemplan con gafas 3D. Tras sumergirse en la historia vasca, se puede ir al otro lado de la calle y degustar tres pintxos por 5 € en el mercado, donde se pueden probar especialidades como las albóndigas vascas o la sobrasada balear con miel. 

Comiendo en el barrio vasco. © Tamara Kenyon/Lonely Planet

Comiendo en el barrio vasco. © Tamara Kenyon/Lonely Planet

17.30 – Para continuar con la experiencia vasca, se recomienda ir a cenar al Bar Gernika, que sirve chorizo, croquetas y guiso de cordero a precios asequibles, además de cerveza local de Mad Swede Brewing. Al salir se admira el Mural Vasco del edificio vecino. Gracias al Museo Vasco se reconocen varios de los detalles presentes en el mural, incluidos el Árbol de Gernika, la casa de huéspedes Uberuaga/Aguirre que se conserva en el Basque Block y los bailarines del grupo de danzas vascas Oinkari Basque Dancers en acción. 

18.30 – Después de cenar se andan seis manzanas hacia el suroeste hasta el Boise Contemporary Theater, sin ánimo de lucro, para asistir a una actuación. Si antes del teatro todavía hay hambre y tiempo, se puede ir a STIL a tomar un helado. 

 

Noche

20.00 – Se vuelve al coche y se conduce durante varias manzanas hasta el Modern Hotel & Bar para tomar una copa. Se pide mesa en el patio y se saborea el cóctel de whisky Highfalutin’ Home Talk bajo las románticas lucecitas mientras se pone el sol. Resulta práctico reservar una habitación en el minimalista Travelodge convertido en hotel-boutique y justo al lado del bar. 

Un consejo a tener en cuenta: si es posible, conviene no alojarse en un Airbnb por respeto a la crisis de vivienda que sufre la ciudad. Los precios de las casas en Boise se están disparando (entre febrero del 2021 y febrero del 2022 el precio medio subió un 21,5%), así como la construcción para mantener la demanda. Los inversores que compran casas familiares para convertirlas en alojamientos de Airbnb limitan todavía más las opciones para los residentes.

22.00 – Boise se acuesta temprano, pero si el viajero aún no tiene sueño y no está cansado, puede ir a tomarse un trozo de tarta en Pie Hole (abre hasta las 3.00 casi todas las noches, los fines de semana hasta las 4.00). 

 

El autor

Lex Nelson

No nací en Boise, pero es mi hogar desde el 2004 y escribo desde el 2016 sobre su panorama culinario, artístico y de sostenibilidad. Cuando más feliz soy es bajo el sol de Idaho, ya sea explorando las montañas, a la caza de exquisiteces en el Boise Farmers Market o saboreando un buen cabernet a lo largo de la Sunnyslope Wine Trail. 

Encuéntrala en Facebook o en su web: lexnelsonwrites.com.

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