Australia Occidental

Texto por
Ronan O’Connell, autor de Lonely Planet
Excursionista por el Bibbulmun Track.
© Shutterstock / Dylan Alcock

Por qué visitar Australia Occidental

El antídoto a los años de asfixiante vida pandémica es una visita a uno de los lugares más serenos y menos poblados del planeta. Australia Occidental comprende más territorio que Inglaterra, España, Francia, Italia y Alemania juntas, pero alberga a menos del 1% de la población de todos esos países junta.

Pero eso no significa que el estado esté vacío. Australia Occidental posee bosques tan altos como rascacielos, arrecifes tan largos como países, monolitos tan grandes como aeropuertos, playas tan extensas como ríos, cráteres tan anchos como provincias, desfiladeros tan profundos como océanos y lagos tan grandes como algunos países.

Perth, la capital, extraordinariamente verde y espaciosa, está encajonada entre espesos bosques y una costa prístina, atravesada por un río lo suficientemente limpio como para nadar en él y bordeada por parques interminables. Espacio, serenidad y paisaje conforman la santísima trinidad de Australia Occidental.
 

Cuándo ir

Temporada media (sep-nov y feb-abr)         

  • Al evitar los meses de diciembre y enero se esquivan las multitudes de turistas locales en el suroeste del estado durante las vacaciones escolares.
  • Otoño y primavera son geniales para encontrar ofertas de alojamiento.
  • En primavera el estado se cubre de flores silvestres y los árboles se llenan de frutas.
  • Otoño promete tiempo cálido y seco, ideal para nadar en el océano e ir de excursión a los bosques.

 

Presupuesto diario   

  • Habitación doble en hotel de precio medio: 120-180 €
  • Cena en un restaurante local: 20-40 €
  • Entrada a un museo: 5-10 €
  • Copa de vino: 7 €    
  • Pinta de cerveza: 6 €

 

Itinerarios perfectos

Itinerario increíble por Australia Occidental

Día 1: Perth

Todas las mañanas, los animales autóctonos de Australia retozan en una zona natural a tan solo 600 m de los rascacielos de Perth. Es buena idea unirse a ellos con un paseo por una de las zonas verdes más grandes del interior de la ciudad, Kings Park, y admirar cocaburras, quendas, zarigüeyas australianas, pogonas y 3000 especies de flora.

La población aborigen de Australia Occidental coexistió con toda esta riqueza natural durante 60 000 años antes de que los británicos colonizaran Australia, como se aprende en el nuevo y flamante WA Museum Boola Bardip de Perth. Su gran atracción es la exposición permanente Ngalang Koort Boodja Wirn, dedicada a la sabiduría, tradiciones e historia de los más de 100 grupos lingüísticos de la comunidad aborigen de Australia Occidental. Este estado es, y siempre será, tierra aborigen; hay que visitarlo para entender lo que eso significa.

Pareja visitando el WA Museum Boola Bardip. © Ronan O'Connell/Lonely Planet

Pareja visitando el WA Museum Boola Bardip. © Ronan O'Connell/Lonely Planet

Por la tarde se aconseja unirse a la algarabía de los 50 000 espectadores que asisten a un partido de fútbol australiano en el Optus Stadium de Perth. A medio camino entre el rubgi, el fútbol y el baloncesto, este deporte local es rápido, duro y de puntuaciones altas, y ofrece un espectáculo en directo impresionante. Después del partido, para bajar la adrenalina, se puede ir a cenar en la orilla sur del plácido río Swan, con el perfil urbano de Perth brillando al fondo. Esa es la acogedora ubicación del Boatshed Restaurant, cuyos barramundi a la parrilla y panceta cocinada a fuego lento son tan memorables como las vistas.

Se toma el ferri South Perth, cerca de allí, para cruzar el río y luego se camina por el centro de la ciudad hasta un mural de 27 pisos que retrata la comunidad multicultural de Australia. El mural decora la fachada del hotel Adnate Perth, del grupo hotelero Art Series, un nuevo hotel de cinco estrellas en el centro de la ciudad con una gran piscina exterior, algo casi obligatorio en una ciudad tan soleada.

 

Día 2: Fremantle

Fremantle (o «Freo», como se la conoce en Australia Occidental) es la prima bohemia y algo desaliñada de Perth. En esta ciudad portuaria situada 25 min al suroeste del centro de Perth los rascacielos y los trajes dejan paso a la arquitectura patrimonial y a las tiendas de ropa de segunda mano. Para sumergirse en su ambiente se recomienda alojarse en el Warders Hotel, un nuevo alojamiento de estilo boutique construido en una instalación de guardias de prisiones del s. XIX. Está junto a los mercados de Fremantle, donde por la mañana se pueden comprar sombreros de cuero Akubra (como los que usan los granjeros australianos desde hace generaciones), jugosas nectarinas y ciruelas en los puestos de productos frescos, y ver a un músico callejero entonando canciones populares australianas.

A continuación se camina hasta la cercana prisión de Fremantle, que, con 167 años de historia y declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, refleja las raíces convictas de Australia Occidental. En las décadas de 1850 y 1860 más de 10 000 presos fueron enviados a esta zona de Australia para trabajar en la construcción de infraestructuras, y muchos de ellos vivían en esta prisión. Aunque hace más de 30 años que no alberga ningún preso, se ha convertido en una atracción turística y está muy bien conservada. Se aconseja unirse a uno de los circuitos para visitar sus celdas oscuras y estrechas, sus vetustos pasillos y sus escalofriantes túneles subterráneos.

Entrada a la prisión de Fremantle. ©Joshua Hawley/Shutterstock

Entrada a la prisión de Fremantle. ©Joshua Hawley/Shutterstock

Por la tarde, en el moderno WA Maritime Museum de Fremantle se pueden ver fotografías de los barcos en los que llegaron los convictos. El museo también ilustra la larga tradición de esta ciudad como puerto principal de Australia Occidental. Su costa tiene fama de ser peligrosa para la navegación y el Shipwrecks Museum de Australia Occidental, en Fremantle, cuenta las historias de los peores naufragios acaecidos en este estado.

Por la noche se pueden reponer fuerzas con un buen plato de mejillones recién capturados en el océano Índico. En Cicerellos, el restaurante más antiguo de Fremantle, los cocinan con chile. Este restaurante sencillo, con vistas al puerto de la ciudad también es famoso por su reconfortante fish and chips.

 

Día 3: Busselton 

Por la mañana, un trayecto en coche de 2½ h hacia el sur de Fremantle lleva hasta el altísimo Tuart Forest National Park, en Ludlow. Para subir las pulsaciones se pueden escalar los majestuosos árboles tuart, de hasta 400 años de antigüedad y 33 m de altura, en Forest Adventures South West. Esta es tan solo una de las 77 intrépidas actividades del parque, que también ofrece saltos base, tirolinas, monociclo sobre cuerda y escalada en tela de araña.

En solo 15 min en coche se llega al muelle de madera más largo del hemisferio sur, Busselton Jetty, con 1,8 km de longitud y 155 años de historia. Se puede recorrer a pie o tomar el tren que funciona con energía solar en uno de sus extremos, donde un observatorio submarino muestra más de 300 especies marinas y de coral en las cristalinas aguas de la bahía del Geógrafo. Para ver de cerca toda esta vida marina, se puede alquilar el equipo de esnórquel en Busselton Dive Shop y pasar la tarde entre el maravilloso mundo acuático que rodea el muelle. 

Playa de Busselton. ©loneroc/Shutterstock

Playa de Busselton. ©loneroc/Shutterstock

Como esta actividad provocará hambre, se puede ir a cenar a Shelter Brewing Co., junto al muelle. Esta enorme estructura metálica alberga una cervecería y un amplio restaurante especializado en pizzas al horno de leña y pescado de temporada frito.

La costa de Busselton es tan impresionante que apetece tenerla a la vista todo el tiempo. Por eso es buena idea alojarse en el Broadwater Resort Busselton, un extenso complejo playero con bar y restaurante, dos piscinas y amplias habitaciones que van desde estudios hasta villas de una, dos y tres habitaciones con jardín.

 

Día 4: Margaret River

Para empezar el día de buen humor no hay nada como ir a caminar por una de las mejores playas del estado, Eagle Bay, con una arena tan fina y un agua tan transparente que casi parecen un sueño generado por ordenador. Se vuelve al mundo real para conocer la cultura aborigen: se asiste a una actuación de didyeridú y se cocina comida australiana autóctona, como canguro y bayas de emú, durante un circuito (2,5 h) de Koomal Dreaming en la cueva de Ngilgi, en Yallingup, 25 min en coche al oeste de Busselton. 

Esta enorme cueva también puede visitarse por cuenta propia. Está llena de estalactitas y estalagmitas, y es accesible por escaleras y pasillos. Tras cuidar del espíritu, hay que hacer lo propio con las papilas gustativas y para ello nada mejor que visitar una de las grandes regiones vitinícolas del mundo, a tan solo 20 min en coche en dirección sur. El antiguo suelo margoso de Margaret River y su clima mediterráneo están hechos a medida para los viñedos, entre los más antiguos de los cuales se encuentra Vasse Felix. 

Estalactitas y estalagmitas en las cuevas Ngilgi. © Ronan O'Connell/Lonely Planet

Estalactitas y estalagmitas en las cuevas Ngilgi. © Ronan O'Connell/Lonely Planet

Por la tarde se pasea por sus cuidados terrenos y se disfruta de catas guiadas de varios vinos, incluido el galardonado Heytesbury Chardonnay del 2019 y el Tom Cullity Cabernet Sauvignon Malbec del 2017. Cuando el sol se esconda, es buena idea ir a cenar al restaurante Vasse Felix, que tiene vistas al viñedo y usa ingredientes locales únicos como el emú y el quandong. 

Un buen sitio para dormir es el Heritage Trail Lodge, acurrucado entre altos árboles a pocos minutos andando desde el centro de la ciudad de Margaret River. Es un hotel-boutique de cuatro estrellas con grandes habitaciones: muchas de ellas dan directamente al bosque y otras disponen de baños amplios con spa, un lugar privilegiado desde donde tomarse una última copa de vino antes de acostarse.

 

Día 5: Pemberton

La naturaleza salvaje aguarda al viajero a 1 h de trayecto en coche en dirección suroeste desde Margaret River, en el Greater Beedelup National Park. Se podría andar durante días por este bosque protegido sin encontrarse con otro ser humano, a menos que se siga la popular Bibbulmun Track, de 1000 km de longitud, que tiene un tramo panorámico que pasa por este lugar. 

Cuanto más se conduce hacia el suroeste, más altos parecen ser los karris: a veces cuesta ver el cielo a través del parabrisas, porque queda escondido tras el dosel arbóreo. Cuando se llega por la tarde a la antigua localidad maderera de Pemberton, algunos de estos colosales karris alcanzan ya los 80 m de altura, casi como la estatua de la Libertad.

El viajero se puede poner en la piel de un bombero de los años treinta y trepar por las más de 100 clavijas metálicas que están clavadas en el lateral de dos enormes árboles cerca de Pemberton. Así se sube a las antiguas plataformas que servían para vigilar la zona ante el peligro de incendios, a más de 50 m de altura, entre el Gloucester Tree y el Dave Evans Bicentennial Tree, desde las copas de los cuales se contemplan kilómetros de bosque.

Después se puede imitar a aquellos bomberos y dormir y comer en el centenario Pemberton Hotel. Con su fachada de ladrillo rojo, sus balaustradas blancas y sus amplias verandas, es un pub australiano tradicional. Sin embargo, no ha quedado anticuado gracias a los 30 modernos alojamientos (incluidas dos habitaciones especialmente diseñadas para viajeros con discapacidades) incorporados a la finca en los últimos años. En el antiguo comedor del hotel se puede degustar el tipo de comida contundente por la que son conocidos estos pubs, como el scotch fillet y el pollo a la parmesana. 

 

Día 6: Bunbury 

En el viaje de vuelta a Perth, el amante del buen comer disfrutará en el siguiente destino. Hace solo 25 años Manjimup era una anodina ciudad de madereros y ganaderos de vacas, hasta que los lugareños plantaron robles y avellanos, de cuyas raíces surgió un manjar irresistible. Eso convirtió a esta ciudad en un centro mundial de la trufa, y chefs de todo el mundo galardonados con estrella Michelin sirven ahora platos con trufas de las granjas de Manjimup, incluidas las de la finca donde todo empezó, Truffle Hill

Durante la temporada de trufas (jun-sep), los turistas pueden acompañar a los perros rastreadores que van en busca de trufas en Truffle Hill, a unos 25 min en coche en dirección norte desde Pemberton. Durante todo el año Truffle Hill ofrece circuitos por su granja a demanda, y en su enorme tienda vende una gran cantidad de productos con trufa, desde aceites hasta salsas, miel, sal e incluso risotto. Después se puede ir a conocer mejor las raíces de esta ciudad con un paseo por el Timber and Heritage Park, que cuenta con casas de campo históricas y máquinas vintage, además de una herrería, un museo maderero y un centro de actividades infantiles basado en la naturaleza.

Los niños también disfrutarán en el que está considerado el mayor parque infantil gratuito del país, Apple Fun Park, en Donnybrook, a 1 h en coche hacia el norte desde Manjimup. El nombre hace referencia a las manzanas, deliciosas y típicas de la zona. Algunos de los campos de manzanas permiten visitar (previo pago) sus bonitos terrenos y recoger algunas manzanas directamente de los árboles. Se puede parar en la tienda de Donnybrook’s Fruit Barn a comprar manzanas crujientes, peras jugosas y ciruelas riquísimas, y después visitar el huerto. 

La ruta gastronómica continúa con una cena a base de risotto de cangrejo y cangrejos de río a la parrilla en Vat 2, un restaurante de moda que se sitúa sobre la arena de la playa de Jetty Baths en el centro de Bunbury. Se puede beber con tranquilidad, ya que está a 10 min a pie del Hotel Lord Forrest, un buen alojamiento; las habitaciones que dan al este ofrecen amplias vistas del océano Índico.

 

Día 7: Rockingham

A estas alturas el viajero ya habrá visto un montón de animales australianos en libertad, aunque quizá no haya visto bien a los canguros, wómbats, ualabíes, quokkas, emús y dingos. Todos ellos esperan para darle los buenos días en el Bunbury Wildlife Park, un zoo diferente donde los animales viven en recintos muy amplios.

Canguro en el Bunbury Wildlife Park. © Ronan O'Connell/Lonely Planet

Canguro en el Bunbury Wildlife Park. © Ronan O'Connell/Lonely Planet

La comunión con la naturaleza puede completarse admirando el brillo creativo de los pintores aborígenes en la Bunbury Regional Art Gallery. Distribuida en dos niveles de un bonito edificio patrimonial, esta galería muestra las obras de varios artistas locales, incluidos los pintores aborígenes que se dedican a la pintura de puntos y cuyas obras se inspiran en la antigua tradición de sus tierras ancestrales.

Desde allí hay un trayecto de 90 min en coche hasta Rockingham, un lugar que muchos habitantes del estado consideran un destino turístico a evitar. Ignore su esnobismo y aproveche la oportunidad para conocer a la especie de pingüinos más pequeña del mundo y divisar leones marinos australianos en peligro de extinción. Todas estas majestuosas criaturas están protegidas por la bahía resguardada del impresionante Shoalwater Islands Marine Park de Rockingham. Desde mediados de septiembre hasta principios de junio, los visitantes pueden trasladarse en ferri (5 min) a la diminuta Penguin Island y ver a los guardas alimentando a estos simpáticos pingüinos, que solo miden 40 cm de altura.

El día termina en los restaurantes del paseo marítimo de Rockingham, con vistas a la hermosa bahía Mangles. Junto a un extenso parque con múltiples zonas de juego, esta hilera de restaurantes incluye locales como el restaurante Latitude 32. Se recomienda sentarse a pocos metros de la arena para saborear filetes de lomo, colas de langosta y gambas al ajillo al lado del muelle. El hecho de que Rockingham esté infravalorado en Australia Occidental –pese a sus magníficas playas y su singular parque marino– es indicativo de la gran calidad de la variada oferta de este enorme estado en el que abundan los paisajes exquisitos

 

El autor

Ronan O’Connell

Nací y me crié en Perth, Australia Occidental, y trabajé como reportero de un periódico local de la zona durante nueve años. Desde entonces he pasado 10 años viajando por el globo como periodista de viajes y fotógrafo, y he vivido principalmente en Europa y Asia. Todo ese tiempo en el extranjero no ha hecho más que realzar mi aprecio por el esplendor natural y el ambiente cautivador de Australia Occidental.

Instagram: @ronan_o_connell
Twitter: @ronanoco

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