Justo cuando uno ya piensa que le ha cogido el truco al Oeste –majestuoso, sublime, estimulante– aparece Las Vegas contorneando sus encantos como una showgirl en busca de problemas. Bajo las luces de neón de la Strip se entrega a un espectáculo cautivador: fuentes danzantes, un volcán en erupción y la Torre Eiffel. Pero sus cartas más pecaminosas se las guarda para los locales de juego. Quien pueda apartarse, que opte por los buenos restaurantes, el Cirque du Soleil, Slotzilla y el Mob Museum.