Cultura

Nativos americanos

Hay más de tres millones de nativos americanos de 500 tribus, que hablan unas 175 lenguas y residen en todas las regiones de EE UU.

Hawái

No es difícil entender por qué Hawái se ha convertido en sinónimo de paraíso de vacaciones. Con playas blancas, cascadas cristalinas y volcanes, el viaje no puede merecer más la pena.

El panorama musical en los Estados Unidos de América

El alma indomable y el corazón de Estados Unidos laten al ritmo de su música popular. Son los gruñidos profundos de John Lee Hooker y los torrentes apasionados de John Coltrane. Es el yodel de Hank Williams y el mohín de Elvis. Son Beyoncé y Bob Dylan, Duke Ellington y Patti Smith. Es el sonido del corazón de Janis Joplin al romperse, el grito torturado de Kurt Cobain y el estribillo hipnótico de Johnny Cash de walk the line (portarse bien).

No hay ningún otro arte estadounidense tan influyente. Blues, jazz, country, rock and roll, hip-hop: la banda sonora musical de EE UU, su evolución durante el s. XX y el actual. El resto del mundo también la ha hecho suya y ahora es una fiesta multicultural, alegre y espontánea, en la que géneros y estilos se mezclan y confunden. En cuanto parece que la música pop ya no se puede reinventar (basta con ver a Gwen Stefani, Britney Spears o a Lady Gaga remendando el estilo pionero de Madonna pero de una forma nueva y audaz), funde géneros, desafía las expectativas y rompe las reglas una vez más.

‘Blues’

La madre de la música estadounidense es el Sur, que tiene muchas raíces en las relaciones raciales entre negros y blancos. El blues nació después de la Guerra de Secesión, a partir de las canciones de trabajo o shouts (gritos) de los esclavos negros y de las canciones espirituales negras y de su pauta “llamada-y-respuesta”, ambos adaptaciones a su vez de la música africana.

Intensamente personal y lleno de improvisaciones, el blues sale del corazón, expresa el dolor, el sufrimiento, la esperanza, el deseo y el orgullo individuales. Casi toda la música posterior de EE UU ha bebido de ese pozo profundo.

A finales del s. XIX y principios del s. XX, los músicos de blues ambulantes, y las cantantes sobre todo, consiguieron fama y empleo por todo el Sur. Entre los pioneros se cuentan Robert Johnson, W. C. Handy, Ma Rainey, Huddie Ledbetter (alias Lead Belly) y Bessie Smith, a quien muchos consideran la mejor cantante de blues de la historia. Simultáneamente, la música coral cristiana afroamericana fue evolucionando hasta llegar al góspel, cuya mayor cantante, Mahalia Jackson, triunfó en la década de 1920.

Después de la II Guerra Mundial, el blues de Memphis y del delta del Misisipi se dispersó hacia el norte, especialmente a Chicago, de la mano de una nueva generación de músicos como Muddy Waters, Buddy Guy, B. B. King, John Lee Hooker y Etta James.

‘Jazz’

En Nueva Orleans se localiza la cuna del jazz: Congo Sq, donde se reunían los esclavos para cantar y bailar desde el s. XVIII. Allí los ex-esclavos adaptaron los instrumentos de viento y de cuerda que usaban los criollos multirraciales de la ciudad, a menudo francófonos y que preferían la música formal europea, para tocar su propia música de influencias africanas. Esta fructífera fusión producía una corriente constante de sonidos innovadores.

La primera variedad fue el ragtime, así llamado por sus ritmos africanos sincopados. Desde la década de 1890, el ragtime se fue difundiendo gracias a músicos como Scott Joplin, las partituras impresas y los rollos de pianolas.

Pronto apareció el jazz de Dixieland, cuyo epicentro era el turbio barrio chino Storyville de Nueva Orleans. En 1917 se cerró Storyville y sus músicos de jazz se dispersaron. En 1919, el director musical King Oliver se trasladó a Chicago, seguido poco después por Louis Armstrong, su trompetista estrella. La voz tan característica de Armstrong y su talento para improvisar lo convirtieron en solista y en una pieza fundamental del jazz durante gran parte del s. XX.

La Era del Jazz y más allá

Las décadas de 1920 y 1930 se conocen como la Era del Jazz, pero la música era solo una parte del gran brote cultural afroamericano del Renacimiento del Harlem. El swing –un jazz urbano, de grandes bandas– triunfó por todo el país de la mano de directores innovadores como Duke Ellington o Count Basie. Las cantantes de jazz Ella Fitzgerald y Billie Holiday combinaban el jazz con su hermano sureño: el blues.

Después de la II Guerra Mundial surgió el bebop (alias bop), como reacción ante las suaves melodías y los ritmos restringidos del swing de big-band. Llegaba una nueva hornada de músicos como Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Thelonious Monk. La crítica al principio se rió de las permutaciones de los años cincuenta y sesenta como el cool jazz, el hard-bop, el free o avant-garde jazz y el de fusión (que lo combinaba con la música latina o el rock)–, pero nadie podía detener la marea postmoderna del jazz deconstructivista. Entre los pioneros de esta época se cuentan Miles Davis, Dave Brubeck, Chet Baker, Charles Mingus, John Coltrane, Melba Liston y Ornette Coleman.

‘Country’

Los primeros inmigrantes escoceses, irlandeses e ingleses trajeron sus instrumentos y su música folklórica a Norteamérica, y lo que acabó emergiendo en los retirados montes Apalaches fue la música de violín y banjo de los paletos o hillbillies: el country. En el Suroeste, las bandas de guitarras steel y mayores tocaban música western. En los años veinte, estos dos estilos se fundieron en el country-and-western, cuyo epicentro era Nashville (Tennessee), sobre todo cuando se empezaron a emitir los conciertos de Grand Ole Opry por radio en 1925. Músicos country que ya son “clásicos”: Hank Williams, Johnny Cash, Willie Nelson, Patsy Cline y Loretta Lynn.

El country influyó en el rock and roll de los años cincuenta, mientras que el country con toques de rock se llamó rockabilly. En la década de 1980, la música country and western alcanzó nuevas cotas de popularidad con estrellas como Garth Brooks. En la actualidad, las emisoras de música country superan en número a las de otros géneros. Han batido récords de éxito músicos como Shania Twain, Dwight Yoakam, Tim McGraw y Taylor Swift. Dentro de la ecléctica categoría de alt country se incluyen Lucinda Williams y Lyle Lovett.

‘Folk’

La tradición de la música folk de EE UU cristalizó en Woody Guthrie, que recorrió todo el país en la Depresión con sus canciones de contenido político. En la década de 1940, Pete Seeger surgió como un conservador incansable de la tradición folk nacional. El folk renació con fuerza en los movimientos de protesta de los años sesenta, aunque Bob Dylan, que por aquel entonces era folkie, casi acaba manco cuando enchufó una guitarra eléctrica ante los gritos de “¡traidor!”.

‘Rock & Roll’

Muchos afirman que el rock and roll nació en 1954, el día que Elvis Presley entró en el Sun Studio de Sam Phillips y grabó That’s All Right. Al principio las emisoras de radio no entendían por qué un chico blanco de campo cantaba música negra ni sabían si deberían difundirla. Dos años después, Elvis tuvo su primer gran éxito: Heartbreak Hotel.

El rock and roll era un híbrido del blues de guitarra, del rhythm and blues (R&B) negro y de la música country-and-western blanca. En la década de 1940, el R&B fue desmarcándose del swing y del blues y se convirtió en “música de raza”.

El rock and roll en seguida amparó una revolución social aún más relevante que la musical: abiertamente sexual en su apología de la juventud, que bailaba traspasando las barreras de color, el rock asustó a la nación. La autoridad actuó con diligencia para controlar a los “delincuentes juveniles” y para “limpiar” y suprimir el rock and roll. Este se habría marchitado si no llega a ser por la "invasión británica" de principios de los años sesenta, cuando los Beatles y los Rolling Stones, emulando a Chuck Berry, Little Richard y otros, lo reavivaron.

La década de 1960 presenció una rebelión juvenil en toda regla, representada por los sonidos psicodélicos que inspiraron las drogas a los Grateful Dead y Jefferson Airplane, y los lamentos eléctricos de Janis Joplin y Jimi Hendrix. Desde entonces, el rock es tanto una música como una forma de vivir, que alterna entre el hedonismo y la seriedad, lo comercial y lo auténtico.

El punk llegó a finales de los años setenta, liderado por los Ramones y los Dead Kennedys, al igual que el rock obrero de Bruce Springsteen y Tom Petty. Cuando la contracultura se convirtió en cultura en la década de 1980, la crítica se apresuró a proclamar que “el rock ha muerto”. Pero el rock se salvó (gracias a los Talking Heads, REM, Nirvana, Sonic Youth, Pavement y Pearl Jam entre otros), como siempre lo ha hecho: escindiéndose y evolucionando, tanto si se llama música new wave, heavy metal, grunge, indie rock, world beat, skate punk, hardcore, goth, emo como electrónica.

Aunque el hip-hop se ha convertido en el sonido de los proscritos de ahora, el rock sigue siendo importante y no va a la deriva. Y prueba de ello son los Killers, Yeah Yeah Yeahs, Kings of Leon, Arcade Fire o los Strokes.

‘Hip-Hop’

Con el mar de sonidos de principios de los años setenta –funk, soul, latino, reggae y rock and roll– los jóvenes disc jockeys del Bronx neoyorquino empezaron a pinchar una mezcla rompedora de discos para animar las pistas de baile.

Y así nació el hip-hop. Grupos como Grandmaster Flash y los Furious Five llevaron la fiesta de la calle a las discotecas de moda de Manhattan y se mezclaron con bandas de punk y new wave como los Clash y Blondie. Pintores del metro y de la calle como Futura 2000, Keith Haring y Jean-Michel Basquiat entraron en las galerías de arte, en los mundos de la moda y la publicidad.

Cuando grupos como Run-DMC, Public Enemy y los Beastie Boys empezaron a vender millones de discos, los sonidos y estilos de la cultura hip-hop se diversificaron rápidamente. El gangsta rap de Niggaz With Attitude salió de Los Ángeles y rompió moldes por sus sonidos provocadores y críticas sociales sobre el racismo, las drogas, el sexo y la miseria urbana.

Después del cambio de milenio, lo que empezó como unos chicos pandilleros que escuchaban los discos de funky de sus padres en fiestas ilegales se ha transformado en un negocio que mueve miles de millones de $. Russell Simmons y P. Diddy formaron imperios mediáticos y las estrellas Queen Latifah y Will Smith eran la realeza de Hollywood. Un rapero blanco de Detroit, Eminem, vendió millones de discos y el hip-hop superó al country como la 2ª música más popular de EE UU después del pop rock.

En la actualidad, mucha gente considera el hip-hop una vía insulsa para excesos comerciales, que glorifica el consumismo, la misoginia, la homofobia, el consumo de drogas y otro montón de afecciones sociales. Pero igual que de los tiempos hedonistas del rock and roll surgió el rebelde punk, los mutantes retoños del hip-hop y la cultura de DJ no paran de saltarse las normas para crear algo todavía más estimulante.

El panorama cineasta en los Estados Unidos de América

  • Cantando bajo la lluvia (1952) Uno de los mejores musicales clásicos, con un Gene Kelly exuberante y una banda sonora eterna.
  • Annie Hall (1977) Brillante comedia romántica de Woody Allen, con Nueva York como protagonista.
  • Con la muerte en los talones (1959) Película de intriga de Alfred Hitchcock con Cary Grant a la fuga por todo el país.
  • El padrino (1972-1990) Aclamada trilogía que describe la sociedad estadounidense a través de los inmigrantes y el crimen organizado.

El panorama literario en los Estados Unidos de América

  • En el camino (Jack Kerouac) EE UU después la II Guerra Mundial, según la generación Beat.
  • El gran Gatsby (F. Scott Fitzgerald) Poderosa novela sobre la era del jazz.
  • Beloved (Toni Morrison) Aguda novela ambientada en los años posteriores a la Guerra de Secesión, ganadora del Pulitzer.
  • Huckleberry Finn (Mark Twain) Conmovedora narración de viajes y autodescubrimiento en las postrimerías del s. XIX.

Ruta 66

Tanto si se desea sumergirse en la cultura retro estadounidense o deleitarse con paisajes fascinantes lejos de las hordas, la Ruta 66 es la carretera indicada. Su sinuoso trazado conduce a algunos de los prodigios naturales del país: el Gran Cañón, el río Mississippi, el desierto Pintado en Arizona y el Bosque Petrificado, y, al final, las soleadas playas del sur de California.

Culturalmente, la Ruta 66 es toda una revelación. Se impone descubrir las bondades de los estados que despectivamente se conocen como flyover states (“estados intermedios”, entre ambas costas). Aquí, el viajero podrá codearse con granjeros en Illinois y estrellas del country en Missouri, escuchar historias de indios y vaqueros en Oklahoma, visitar las naciones de los nativos norteamericanos y a los indios pueblo del suroeste, y seguir los pasos de mineros y forajidos en el Salvaje Oeste.

Comida y bebida en los Estados Unidos de América

  • Desayuno Desde una colosal pila de tortitas en un clásico diner al generoso brunch de los domingos, a los estadounidenses les encantan los huevos con beicon, los gofres y hash browns, y el zumo de naranja recién exprimido. Pero lo que más les pirra, entre todas las cosas, es empezar el día con una taza de café tras otra.
  • Almuerzo La hora del almuerzo de un trabajador medio a menudo solo da para comer un sándwich, una hamburguesa o una buena ensalada. Las formales comidas de negocios son más habituales en grandes ciudades. Y aunque hay quienes acompañan la comida con una cerveza o vino, los tiempos del “almuerzo de tres martinis” son cosa del pasado.
  • Cena Entre semana, suele hacerse al atardecer, y esta puede consistir en comida para llevar o platos precocinados calentados en el microondas.
  • Hay familias que conservan la tradición de la cena de los domingos.
  • Los estadounidenses tienen una cocina muy variada, basada en la riqueza del continente: pescado en el Atlántico Norte, el golfo de México y el océano Pacífico; fértiles granjas en el Medio Oeste; y enormes ranchos al oeste. Entre los manjares al alcance del visitante están:
    • Buffalo wings Alitas de pollo fritas, bañadas con una salsa caliente y servidas con aliño de queso azul. Originales de Buffalo, NY.
    • California roll Sushi a base de aguacate, carne de cangrejo y pepino, envuelto en arroz con vinagre y nori (alga seca).
    • Clam chowder Sopa de patata con almejas, verduras y a veces tocino, espesada con leche.
    • Doughnuts Parece que a todo el mundo les gustan las rosquillas, no solo a los agentes de policía. Hay que probar las variedades gourmet.
    • Tacos Clásico omnipresente en todo el país. Algunos de los mejores se sirven en puestos callejeros y ambulantes.
    • Pollo frito Con locales famosos en el sur, como el Prince’s Hot Chicken de Nashville y Willie Mae’s en Nueva Orleans.
    • Reuben sandwich Bocadillo de carne curada, queso y chucrut en pan de centeno.
 

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