Las cosas por las que merece la pena vivir –comer, beber y divertirse– son la norma: arquitectura colonial caribeña, cocina criolla y un ambiente de celebración tumultuosa parecen más seductores que nunca en la ciudad. Las noches se dedican a escuchar Dixieland jazz, blues y rock en locales abarrotados y las multitudinarias fiestas anuales (Carnaval, Jazz Fest) tienen fama mundial. “Nola” es una ciudad amante de la comida que celebra sus múltiples influencias culinarias. Hay que disfrutar de la deliciosa jambalaya, los cangrejos de concha blanda y el cochon (carnitas de cerdo) de Luisiana antes de ir a los bares de Frenchman St.
Nueva Orleans

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