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Esta vieja, apacible y sugerente localidad portuaria es un paraíso para los compradores de recuerdos; los más conocidos son las máscaras de carnaval de papel maché, exclusivas de Jacmel. Otras piezas más pequeñas son los manteles y las cajas pintados a mano, flores de madera y maquetas de taptaps (autobuses), animales y barcos. Los precios son razonables y los vendedores, nada agresivos. Casi todas las tiendas y galerías, están en Rue St-Anne.