Los primeros asentamientos relevantes en los EAU datan de la Edad del Bronce. En el tercer milenio a.C. surgió cerca del moderno Abu Dabi una cultura llamada Umm Al Nar, cuya influencia se expandió hacia el interior y por la costa hasta el actual Omán. Durante el mismo período también hubo asentamientos en Badiyah (cerca de Fuyaira) y en Rams (cerca de Ras Al Khaimah).
La siguiente gran influencia cultural fueron los persas y, en menor medida, los griegos. El Imperio sasánida persa mantuvo el control de la región hasta la llegada del islam, en el año 636 d.C., y el cristianismo hizo una breve aparición con la Iglesia nestoria, que en el s. V tuvo un monasterio en la isla Sir Bani Yas, al oeste de Abu Dabi.
Durante la Edad Media, el reino de Ormuz controlaba casi toda la región, incluida la entrada al Golfo, además de la mayor parte del comercio regional. Los portugueses llegaron en 1498, y en 1515 ya habían ocupado Julfar (cerca de Ras Al Khaimah); construyeron una aduana y gravaron con impuestos el próspero comercio del Golfo con la India y el Lejano Oriente, pero solo estuvieron hasta 1633.
El auge del poder naval británico en el Golfo a mediados del s. XVIII coincidió con la consolidación de dos facciones tribales a lo largo de la costa inferior: los Qawassim y los Bani Yas, antepasados de los soberanos de cuatro de los siete emiratos que hoy forman los EAU.
Los Qawassim, cuyos descendientes gobiernan actualmente Sharjah y Ras Al Khaimah, fueron un clan marinero de Ras Al Khaimah cuya influencia alcanzó el lado persa del Golfo. Esto les ocasionó un conflicto con los británicos, que habían forjado una alianza con la tribu Al Busaid, ancestros de los actuales soberanos de Omán, para impedir que los franceses se hicieran con sus vitales rutas marinas a la India.
Los Qawassim creían que los Al Busaid habían traicionado a la región, y lanzaron ataques contra los barcos británicos para probar que no iban a quedarse de brazos cruzados. En consecuencia, los británicos catalogaron aquel tramo del litoral como “la costa de los piratas” y lanzaron ataques contra los Qawassim en 1805, 1809 y 1811. En 1820 una flota británica destruyó o capturó todos los barcos de los Qawassim que encontró, impuso un tratado de paz a nueve de los jequeatos árabes de la zona e instaló una guarnición.
Aquello fue el preámbulo de otro tratado, la Tregua Marítima de 1835, que intensificó considerablemente la influencia británica en la región. El tratado volvió a modificarse en 1853, y pasó a llamarse Tratado de Paz a Perpetuidad; entonces la región se convirtió en los Estados de la Tregua. En las décadas posteriores los jeques de cada confederación tribal firmaron acuerdos con el Reino Unido aceptando formalmente la protección británica.
A lo largo de este período, la principal potencia entre las tribus beduinas del interior era la confederación tribal de los Bani Yas, compuesta por los ancestros de las familias gobernantes de los actuales Abu Dabi y Dubái. Los Bani Yas procedían de Liwa, un oasis del interior del desierto, pero trasladaron su base a Abu Dabi en 1793, y a principios del s. XIX se dividieron en dos grupos cuando 800 de sus miembros se trasladaron al norte y ocuparon un pequeño asentamiento pesquero junto al Dubai Creek. Así se fundó
la dinastía Al Maktoum que gobierna Dubái actualmente.
Hasta el descubrimiento de petróleo en la primera mitad del s. XX, la región era un páramo, y los jequeatos no eran más que pequeños enclaves dedicados a la pesca y a la recolección de perlas. De vez en cuando, las rivalidades entre varios gobernantes degeneraban en conflictos que los británicos intentaban sofocar. Durante aquella época los británicos también protegían a la federación frente a
Arabia Saudí, que pretendía anexionarse el territorio.
Tras el colapso del mercado mundial de las perlas provocado por los japoneses, que habían descubierto el cultivo artificial de perlas, la costa del Golfo se hundió en la miseria. Mientras Abu Dabi se lanzó a la búsqueda de petróleo, Dubái se dedicó a la reexportación de bienes (sobre todo, oro), que entraban y salían de Dubái legalmente pero se vendían en otros puertos extranjeros sin tasas.
Los beneficios del comercio del oro en Dubái pronto se vieron eclipsados por la riqueza generada por el “oro negro” de Abu Dabi. El primer campo petrolífero comercial fue descubierto en 1960 en Babi, en Abu Dabi, y seis años después Dubái descubría petróleo en su territorio, lo cual aceleró la modernización de la región y resultó un factor fundamental en la formación de los EAU.
En 1951 los británicos establecieron el Consejo de los Estados de la Tregua, que por primera vez juntaba a los gobernantes de los jequeatos de lo que más tarde se convertiría en una federación. Cuando el Reino Unido anunció su marcha de la región en 1968, el jeque Zayed Bin Sultan Al Nahyan asumió el liderazgo en la formación de alianzas entre los siete emiratos que formaban los Estados de la Tregua.
El 2 de diciembre de 1971, gracias a la persistencia del jeque Zayed, se crearon los Emiratos Árabes Unidos, compuestos por los emiratos de Dubái, Abu Dabi, Ajman, Fuyaira, Sharjah y Umm Al Quwain; Ras Al Khaimah se unió en 1972. Por increíble que pareza, dada la volubilidad de la región, a día de hoy los EAU siguen siendo la única federación de estados árabes de Oriente Medio. Y es más; el apoyo financiero de Abu Dabi, rico en petróleo, durante la crisis económica del 2019 estrechó los vínculos entre los emiratos, probando el compromiso –y la interdependencia– entre ellos.