En Botsuana, los safaris son conscientemente diferentes. Agencias de renombre, como &Beyond y Wilderness, regentan pequeños campamentos que pretenden minimizar el impacto del visitante. Esto se traduce en impresionantes avistamientos de fauna salvaje que constituyen un auténtico espectáculo. Aquí, conducir fuera de pista con guías altamente experimentados es una auténtica aventura, en todas y cada una de las excursiones.
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✩ Las mejores experiencias con fauna salvaje
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Un safari realmente espectacular
La gran abundancia de fauna salvaje es lo primero que se observa al salir del aeropuerto de Maun, puerta de entrada al delta del Okavango y a la Moremi Game Reserve, entre otras zonas de safaris. Docenas de pequeños aviones y helicópteros despegan de Maun (o Kasane) rumbo a remotas tierras salvajes más allá de la quinta ciudad más importante del país.

Vista panorámica del delta del Okavango. ©Zaruba Ondrej/Shutterstock
Aunque es posible hacer safaris durante todo el año, la temporada alta va de abril a septiembre. Así, sea cual sea la época, se verán innumerables animales, si bien al norte del país, donde se extiende el delta del Okavango, puede que haya menos fauna durante la estación seca, de octubre a noviembre.
El Okavango suele promocionarse como una visita obligada, y realmente es un espectáculo natural extraordinario asistir a la inundación anual del mayor delta interior del mundo. El río Okavango desciende desde las tierras altas de Angola, creando grandes charcas frecuentadas por cocodrilos, elefantes e hipopótamos. La gran mayoría de los safaris de la región ofrece aventuras tanto terrestres como acuáticas; gran parte del atractivo reside en la impresionante belleza y fascinación que ofrecen el delta y los animales que en él habitan.
El territorio olvidado de Botsuana
Un destino habitualmente ignorado en las listas de "lo mejor de Botsuana" –un descuido imperdonable– es la Linyanti Reserve. Limítrofe con los paisajes habitados por leones del Chobe National Park y situada en un área de concesión arrendada a los operadores del Departamento de Fauna Salvaje y Parques Nacionales de Botsuana, la lejanía de esta reserva privada le confiere aún más atractivo. A los observadores de aves y amantes de la caza mayor les costará encontrar un sitio mejor; los fotógrafos no se quedarán cortos en paisajes inspiradores. Como es una reserva privada, los vehículos terrestres circulan fuera de pista –no hay otra forma–, y los safaris –en general, dos al día, el primero temprano y el segundo tras una larga pausa para la siesta– seguro que no defraudarán. Lo más probable es ver majestuosos leones y oír sus poderosos rugidos, y quizá acercarse a las leonas con sus crías; además de, por supuesto, búfalos, dingos, jirafas, elefantes, hienas, impalas y muchos más.

Leona con su cachorro en el delta del Okavango. ©Jurgen Vogt/Shutterstock
En general, los viajeros suelen coincidir en que la experiencia global del safari depende de un buen guía. Aquí están altamente cualificados: se forman durante dos años en la compañía antes de dirigir un safari e ilustran al viajero sobre los hábitos y las preferencias de los distintos animales. El código ético del turismo de valor añadido y bajo impacto que impera en el país se refleja en los safaris: rara vez se encuentra otro vehículo (salvo que sea del mismo alojamiento) y el número limitado de tiendas (unas 12) en cada campamento también forma parte del movimiento por un turismo responsable.
Momento memorable
Viajar con Wilderness a Mokete –uno de los campamentos más recientes de la histórica agencia de safaris, en la depresión de Mababe– prácticamente garantiza que se presenciará la captura de un depredador: una leona que caza un antílope acuático o un dingo que apresa una cría de búfalo, en la más cruda realidad del círculo de la vida.