Crucero por el río Mekong: Vietnam y Camboya

Escrito por
James Pham

27 Agosto 2025
4 min de lectura
© muratart/Shutterstock
Pescador en el delta del río Mekong, Vietnam, Asia

Con sus abundantes aguas, riberas bordeadas de cocoteros y exuberantes campos de arroz labrados por granjeros protegidos del sol con sus icónicos sombreros cónicos, el delta del Mekong encarna la belleza rústica del sur de Vietnam y Camboya. En un lugar donde la vida está tan estrechamente ligada al agua, no hay mejor manera de adentrarse en la naturaleza, la cultura y la gastronomía de la región que un épico crucero fluvial.

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Adaptarse a un ritmo sosegado

La región agrícola en torno al vasto delta del Mekong, en el sur de Vietnam, que se extiende hasta Phnom Penh, en Camboya, es conocida como el "bol de arroz", ya que aporta la mitad de todo el arroz y casi el 70% de la fruta que se consume en la región. Aquí el tiempo se mide por las fluctuaciones del río y el ciclo de la cosecha, en vez del tictac del reloj.

Alejado de las grandes ciudades, este mundo da la impresión de que ha cambiado poco en las últimas décadas. Los granjeros siguen trabajando la tierra con su dócil búfalo de agua, los aldeanos emplean los periodos de inactividad entre cosechas para elaborar artesanía, y los pescadores viven sobre el agua, donde las corrientes del río y los nutrientes alimentan a los peces amontonados en redes suspendidas bajo sus casas flotantes. Entrecruzado por miles de kilómetros de vías navegables, el delta del Mekong es un lugar ideal para explorar en un crucero fluvial. 

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Selva en el delta del río Mekong. ©ArtRomanov/Shutterstock

Navegar entre puntos de interés

Los cruceros suelen empezar o terminar en Ciudad Ho Chi Minh (Saigón), M Tho (menos de 2 h al suroeste) o Cn Tho’ (la ciudad más importante del delta), en Vietnam, y ponen rumbo a la capital camboyana de Phnom Penh, o a Siem Reap, la puerta de entrada a los fabulosos templos de Angkor Wat. Esperan agradables días de navegación por el río Mekong y sus afluentes, con excursiones en tierra a encantadores pueblos ribereños llenos de templos de colores y animados mercados, donde los residentes viven alegremente su rutina cotidiana. 

El crucero por el río invita a viajar a ritmo pausado, con excursiones en canoa, bicicleta, carro de bueyes o tuk-tuk para absorber las vistas y los sonidos que emite el delta: los martillos de los plateros que repican en una aldea, o el canto de miles de aves en una reserva de humedales; un breve vistazo a los palafitos cuyos habitantes suelen usar el agua del río para cocinar y hacer la colada, u observar a un hombre que trepa por una palma de azúcar para extraer el jugo y hacer panela. 

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Campiña del delta del Mekong. ©xuanhuongho/Shutterstock

Un poco de movimiento

En las excursiones, las canoas penetran en densos manglares donde las frondas de los cocoteros de agua forman un toldo en lo alto. Los barcos se deslizan por vías navegables completamente cubiertas de plantas acuáticas en un etéreo paisaje acuático de imponentes árboles de cajuput y flores de loto rosa, o entre gabarras llenas de fruta y otros productos en animados mercados flotantes. En otros lugares, se pedalea alegremente entre arrozales hasta aldeas donde los lugareños todavía confeccionan muchos de sus artículos a mano, desde boles tejidos con jacinto de agua a cerámica elaborada con barro recogido a mano a orillas del río.

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Crucero en el río Mekong. ©Wut_Moppie/Shutterstock

Los barcos de los cruceros fluviales son más pequeños que sus homólogos oceánicos, es decir que albergan entre 20 y 70 pasajeros a bordo, con muchas oportunidades de socializar. Las cabinas y las instalaciones también varían según la línea, que pueden ir desde económicos barcos de tres estrellas a lujosos resorts flotantes de cinco. Las comidas incorporan sabiamente los sabores e ingredientes de cada lugar: pescado de río al vapor con coco para el amok jemer, bananas rebozadas y fritas con un chorrito de miel, o mango y papaya troceados para elaborar crujientes ensaladas vietnamitas. Los días siguen un patrón familiar, con excursiones en tierra que suelen empezar temprano por la mañana para evitar el calor, y tardes de relax retozando en cubierta, con un libro o un cóctel, iluminado por el suave tono rosa del atardecer.

En un crucero por el río, se puede digerir la belleza del delta del Mekong a pequeños sorbos. Las excursiones activas interrumpen los días indolentes. El ruido del tráfico se sustituye por el silencio de la campiña. Todas las tonalidades de verde que ofrecen los omnipresentes bananos, cocoteros y arrozales desafían la gama cromática cuando cambian de verde amarillento a bosque y pistacho. Resultan simplemente mágicas desde el sillín de una bicicleta o desde una canoa de remos. Bienvenidos a la mejor versión del delta del Mekong.

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Mujeres rurales recogiendo nenúfares en Long An. ©CravenA/Shutterstock

Momento memorable

Algunas de las mejores experiencias se viven visitando lugares con muy pocos turistas, como la pagoda de Kampong Tralach Leu, en Camboya, al norte de Phnom Penh. Recorrer el polvoriento sendero para ver este oculto templo de 300 años de antigüedad, rodeado de magníficos murales, es un momento irrepetible.

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