Observar las estrellas: Wairarapa (Nueva Zelanda/Aotearoa)

Escrito por
Jessica Lockhart

29 Agosto 2025
3 min de lectura
© Mumemories/Shutterstock
Vista del faro de Castlepoint.

Conocida por sus cielos despejados y estrellas relucientes, Nueva Zelanda está en vías de convertirse en la primera "nación de cielos oscuros" del planeta. Esto es particularmente evidente en Wairarapa, una región de viñedos y pueblos históricos en las afueras de Wellington donde las estrellas se han alineado para dar lugar a una de las experiencias de observación más accesibles del país. 

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Ir donde brilla la noche

Convertirse en la primera nación de cielos oscuros del mundo es un objetivo muy audaz. De hecho, es una certificación que todavía ni siquiera existe. Pero si existiera, el primer país de la lista en recibirla (después de la diminuta Niue en el Pacífico Sur) sería Nueva Zelanda.

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Cielo en Castlepoint, Wairarapa. ©DestinationsInNewZealand/Shutterstock 

Aotearoa (el nombre del país en lengua maorí) ya cuenta con cinco lugares certificados DarkSky (y 17 más en curso de obtener la certificación a través de DarkSky International, con base a Arizona), donde la contaminación lumínica es inexistente o drásticamente limitada. Uno de ellos es la Aoraki Mackenzie International Dark Sky Reserve de la Isla Sur, una de la más extensas, con 4367 km2; otro es Tāhuna Glenorchy, uno de los más recientes del país, que obtuvo la certificación en el 2025. 

Seguir las estrellas

Pero en ningún otro lugar del país las estrellas brillan tan intensamente como en Wairarapa, el destino de cielo oscuro más accesible de Nueva Zelanda. Situado justo 1 h al este de Wellington, la mayor parte de los 3665 km2 de la Wairarapa Dark Sky Reserve se explora fácilmente a pie, en bicicleta o en coche, pero no hace falta salir del alojamiento para experimentar su mejor característica. Tan solo hay que reservar una habitación en uno de los innumerables Airbnb o albergues rurales y un astrónomo experimentado de la compañía turística Under the Stars llegará con su telescopio y puntero láser para ofrecer una experiencia de observación de estrellas personalizada, con paquetes (y precios) especiales disponibles para grupos pequeños y parejas. 

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Iglesia de St Joseph, en Wairarapa. ©new zealand transition/Getty Images 

Si se prefiere acudir por cuenta propia a uno de los centros principales, hay que alejarse de las luces de la ciudad en el Star Safari Observatory, en las afueras de Martinborough. Allí se pueden ver las galaxias con los telescopios más grandes de uso público de Wairarapa. Pero el viaje de observación de estrellas a esta región no puede terminar sin una parada en Stonehenge Aotearoa. En un "Star Trek" por la zona, se aprenderá cómo este enorme círculo de piedras se construyó según los patrones celestiales específicos del hemisferio sur antes de ver de primera mano cómo se alinea todo en la oscuridad de la noche. 

La mejor época para visitarlo es a mediados de junio, cuando las Pléyades –llamadas Matariki por los maoríes– se elevan sobre el horizonte. Su aparición en el cielo del amanecer marca el año nuevo maorí y se celebra por toda Wairarapa con festivales, mercados, hāngī (comidas hechas en hornos de tierra) y espectáculos de luz. Con tiempo para visitar la Carterton Space Week en octubre, se puede participar en una astrofotografía o talleres de navegación celestial.

Reservar los días, también

Wairarapa no es solo un destino nocturno: sus pueblos son una apreciada escapada de fin de semana para los residentes de Wellington. Cualquier sábado y domingo en Greytown –una panorámica ruta de 75 min al noreste de Wellington por la cordillera de Remutaka– la victoriana calle principal cuidadosamente preservada bulle de visitantes que rebuscan en las boutiques y tiendas de regalos. En la cercana Martinborough, los enófilos pueden ir en bicicleta de bodega en bodega, con una oferta de más de 20 de ellas que sirven degustaciones de sus pinot noir y sauvignon blanc. 

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Vieñdos en Martinborough. ©simonharrycollins/Shutterstock 

Para las familias, Masterton –la ciudad más grande de la región– alberga un santuario de aves y un vivero de kiwis –el Pūkaha National Wildlife Center–; probablemente uno de los mejores parques del país –el Queen Elizabeth Park–; y la galería de arte Aratoi, con una colección de arte moderno y maorí que no desentonaría en una ciudad mucho más grande. Es tentador llenar los días con aventuras al aire libre: visitar la colonia de focas y el faro en el cabo Palliser, o hacer senderismo por un abismo de caliza oculto en Patuna Farm. Pero sin olvidar echarse la siesta. Hará falta estar despierto cuando lleguen los cielos nocturnos.

Momento memorable

De todas las grandes atracciones de Nueva Zelanda, hay una que refleja a la perfección la extravagancia y la curiosidad de los kiwis: Stonehenge Aotearoa. Al mirar el cielo nocturno aquí, es difícil no sentirse intimidado ante el universo y la ingenuidad de quienes construyeron esta extraña estructura. 

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