Eclipsado durante mucho tiempo por sus hermanos más pequeños, pero mejor conocidos al oeste, Queens ha emergido de entre las sombras de Manhattan para ocupar el lugar que le corresponde como uno de los distritos más fascinantes de Nueva York. En los últimos años, ha visto nacer microcerveceras, hoteles-boutique, un frente marítimo que ha sabido reinventarse y una floreciente escena artística que, en su conjunto, ha contribuido a impulsar enormemente el orgullo local.
El distrito de mayor extensión cuenta con una población de dos millones de personas, un número que, de no estar ligado a la zona metropolitana de Nueva York, lo situaría en el cuarto puesto entre las ciudades más populosas de EE UU. Más impresionante que su volumen demográfico es la incomparable diversidad étnica que atesora, con residentes originarios de todos los rincones del planeta. Si, como suele decirse, “el mundo es un escenario”, en Queens se disfruta del espectáculo en primera fila.
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Auge cervecero
Maestros cerveceros de ambición dispar han revolucionado este trepidante distrito hasta el punto de que, quienes buscan lo último y más novedoso en el panorama de la cerveza, saben que hay que dirigirse a Queens. Enclavada en una antigua zona industrial próxima al puente Pulaski, Transmitter Brewing pertenece a esa nueva generación de cerveceras de producción reducida (o nanocerveceras; nanobreweries, en inglés) que crea innovadoras variedades muy atractivas al paladar. Entre los éxitos más recientes figuran desde una clásica ale dorada de estilo belga a una agria (sour) con un toque de ciruela y envejecida en barrica de roble. La más conocida SingleCut Beersmiths, en Astoria, tiene un animado bar en el que entendidos procedentes de toda la ciudad se citan para probar singulares variedades, como la Kim, un rubia ácida complementada por el sabor punzante del hibisco. Tratando siempre de ir más allá, Finback Brewery lanza creaciones imaginativas como la Double Sess(ion), una especiada cerveza de trigo con jengibre, pimienta de Sichuan y camomila. En la ciudad de Long Island se concentran aún más cerveceras, incluidas Big Alice Brewing, con una pequeña pero impresionante producción; y Rockaway Brewing Company, que empezó haciendo cerveza en un bungaló de playa antes de mudarse aquí.
A la playa en Queens
Rockaway, un angosto tramo de costa, se ha convertido en el destino de veraneo preferido de Nueva York. Los lugareños que buscan unas vacaciones de sol y playa, pero sin los fastidios de los Hamptons (precios, atascos, ambiente estirado…), abarrotan esta playa en el extremo sur de Queens. ¿Que Queens tiene playa…? Por supuesto. Y no solo eso: esta franja de arena acariciada por el Atlántico es accesible en metro o, mejor aún, en el ferri que empezó a dar servicio en el 2017. Al margen de solazarse, practicar surf y ver pasar a la gente, el principal gancho de este sitio inmortalizado por los Ramones es el pujante panorama gastronómico y de bares que ha proliferado junto al paseo marítimo. Los fines de semana de verano se puede tomar una hamburguesa acompañada de una cerveza con música en vivo de fondo en el Rippers, un establecimiento frente al mar.
© Matt Munro / Lonely Planet.
Pese a encontrarse junto a las vías elevadas del tren, el Rockaway Beach Surf Club tiene un patio trasero con música, que es fantástico para paladear unos tacos regados con unos margaritas tras trastear entre las olas. No lejos, el Sayra’s Wine Bar & Bier Garden es parada obligada para tomar unos vinos acompañados de tapas, que como mejor se disfrutan es en su jardín al fondo. Y si apetece algo radicalmente distinto, lo indicado es enfilar al Uma's, con una carta de Asia central y una roquera banda sonora, así como actuaciones musicales en vivo durante todo el año.
Panorama artístico
Aunque pocos visitantes se percatan de ello, Queens presume de una escena artística de talla mundial que no ha hecho más que progresar. Las exhaustivas remodelaciones de instituciones emblemáticas como el Queens Museum o el Museum of the Moving Image, han servido para aunar galerías vanguardistas y diseño de calidad, sin olvidarse de ampliar sus colecciones. Por su parte, espectáculos como la exitosa programación estival del MoMA PS1 bajo el nombre de Warm Up, siguen haciendo del arte una fiesta, a través de ambiciosas instalaciones y sesiones de DJ en el patio del museo. La oferta de arte no para de crecer, y así lo atestiguan una emergente escena de galerías (Ridgewood, por ejemplo, ha visto una oleada de artistas y galeristas) y evento gratuitos como el Socrates Annual, en el que –de octubre a principios de marzo– puede admirarse una colección de arte al aire libre que mueve a reflexión. En los meses más cálidos, el Socrates Sculpture Park también acoge un cine de verano gratuito, actuaciones musicales y de danza, un mercado de productos frescos y clases de gimnasia. Queens cuenta incluso con su propio distrito de las artes: una zona de Astoria comprendida en un radio de 24 manzanas; no en vano, en todo Nueva York solo hay otras dos zonas más que gozan de esa categoría.
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Hoteles de moda en Queens
Atrás quedaron los días en que alojarse en un hotel neoyorquino suponía (indefectiblemente) dormir en el camastro de un cuchitril a precio de oro en Manhattan. La oferta de alojamiento se ha extendido al otro lado del río East gracias a una nueva hornada de hoteles-boutique y albergues de nivel en Queens (y Brooklyn). Bares de azotea, restaurantes propios de cocina creativa estadounidense y espléndidas vistas de Manhattan –por no hablar de sus tarifas más económicas– son algunos de los alicientes que están logrando atraer a los visitantes a esta margen del río. Entre los establecimientos más recomendables se incluye el Paper Factory Hotel, cuya estética está dictada por maderas recuperadas del mar, cemento pulido, mapas vintage y piezas de maquinaria, todo ello presentado con visos artísticos. Otra propuesta digna de mención es el Z Hotel, en la ciudad de Long Island, que ofrece estancias ajustadas, pero de buen ver y un bar de azotea con impresionantes vistas sobre la metrópolis.
Queens, el crisol de culturas más diverso de Nueva York
Una de las grandes bazas de Queens es la asombrosa diversidad existente en el tejido social que conforman sus barrios. De hecho, si se piensa que Nueva York es un crisol cultural global, es obligado acercarse a Queens a comprobarlo de primera mano. Este es uno de los lugares con mayor diversidad étnica del planeta. En él viven personas de más de 100 nacionalidades distintas, se hablan unos 160 idiomas distintos, y casi la mitad de sus residentes ha nacido en otro país.
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Al explorar las multitudinarias calles de Queen se verán coloridos saris en Jackson Heights, se oirá el cantarín reclamo de vendedores que anuncian exquisiteces sudamericanas con salsa de fondo en Roosevelt Avenue, y se respirará el aroma del café bien cargado y del tabaco afrutado de los locales de narguiles en Astoria. Las calles de Flushing, donde se encuentra el mayor barrio chino de Nueva York, están llenas de chisporroteantes puestos de comida, tiendas de alimentos asiáticos rebosantes de frutas exóticas y deslumbrantes centros comerciales en los que no se habla una palabra de inglés. A los amantes del buen comer les seducirá la oferta internacional Queens: uno de los mayores motivos por los que el distrito se está encumbrando como un destino con atractivo propio dentro de la ciudad de Nueva York.